Desde una inmensa pantalla, Carlos Alcántara le dice al público de una sala de cine que aunque lo reconozcan por hacer comedia lo que siempre ha querido es ser actor. Y las imágenes que siguen lo demuestran: Alcántara vestido de negro, con una herida sangrienta y con una pistola en la mano. En un rol distinto. Este es el avance de su próxima película “Perro guardián”, la cual podría marcar un nuevo punto de quiebre en el cine peruano, pues si logra convocar a gran parte del público que lo vio en comedias significaría que, como funciona en el primer mundo del cine, el público peruano estará con sus actores favoritos cualquiera sea la historia contada. Actores que se vuelven marcas son los que suman a la consolidación de una industria.
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Más películas peruanas responden al gusto masivo de la gente que va al cine. Son propuestas que apuntan a cambiar un prejuicio de larga data: el cine nacional habla de miserias, es malo y aburre. Propuestas que hoy están en un escenario distinto en el que disminuyeron los costos, porque todo se filma y se proyecta en sistema digital.
Las productoras están aprendiendo a vender sus productos y a destinar un presupuesto mayor al márketing. Directores como Sandro Ventura – que estrenará “Japy ending”, una comedia sobre el fin del mundo – y Fernando Villarán coinciden en que para fortalecer una industria es necesario tener una diversidad de propuestas, películas de alto presupuesto compartiendo espacios con proyectos pequeños y personales. “Yo no quiero producir todo el tiempo películas comerciales, quiero hacer películas de todo género, pero sí es importante tener como caballito de batalla una película comercial que genere el impulso que necesitan las marcas para sumarse a los proyectos”, dice Miguel Valladares, gerente de Tondero Films, la productora de “¡Asu Mare!” y “A los 40”.
El éxito de taquilla que tuvo “¡Asu Mare!” no solo se contagió a algunas películas peruanas que se estrenaron después, sino que abrió una puerta para que las empresas miren con interés la posibilidad de auspiciar películas. Y una productora como Tondero Films ganó la confianza suficiente para negociar con cinco empresas el patrocinio de las cuatro películas que planificó estrenar este 2014. Alguna empresa pudo preferir solo pagar por estar en una cinta, la más comercial, pero Tondero les vendió el paquete completo. Luciana Olivares, gerenta de publicidad de BBVA Continental, una de las patrocinadoras, dice que eso les ha permitido hacer una estrategia integral y de más largo plazo con el cine.
El director de márketing de Ambev Perú, Felipe Ambra, explica que decidieron patrocinar “¡Asu Mare!” con Brahma porque Tondero tenía un plan de negocio muy bien estructurado para la película y que eso iba a generarle a la marca un impacto muy grande. Mientras que la gerenta de publicidad del BBVA añade que la participación del banco responde a que el cine es la actividad cultural favorita de sus potenciales clientes. “Hace un tiempo, la manera de capitalizar ese interés era básicamente poniendo tu spot en el cine o invitando a tus clientes a una función especial. Hoy el cine peruano te ofrece nuevas e infinitas posibilidades para que tu marca forme parte, sin ser invasiva, del contenido de la película”, afirma Olivares.
A Tondero le ha ido tan bien con esa fórmula que desde agosto saldrá a buscar patrocinadores para las cuatro películas que ya planea para el 2015, una de ellas “¡Asu Mare! 2”, y también coproducirá con argentinos y chilenos una película extranjera.
Pero consolidar esa relación del cine con las marcas, por diversos motivos, no es sencillo para todos. Entre las muchas marcas que le dijeron no al joven director Fernando Villarán estuvo una de cerveza que justamente apunta en su publicidad a la amistad y al Callao, los temas centrales de la comedia de Villarán “Viejos Amigos”, sobre tres ancianos que se roban las cenizas de un amigo fallecido para recorrer el puerto. Sin embargo, no se animaron.
Diferentes fueron las excusas con las que se topó también Lorena Ugarteche, la productora de “Perro guardián”. Si esta hubiera sido una comedia más de Carlos Alcántara quizá las empresas aportaban a ojos cerrados, pero es diferente el riesgo en un ‘thriller’ donde el personaje principal es un asesino. Sin embargo, consiguieron un aporte de IPAE que vio en la realización de la cinta un ejemplo de emprendimiento, algo que a la empresa educativa le interesaba asociar a su marca.
CONTRACORRIENTE
Lo que están aprendiendo las productoras es a generar curiosidad en el espectador con sus trailers mucho antes del estreno. Pasó con “A los 40” y pasa ahora con proyectos diversos como “Secreto Matusita” o “Atacada, la teoría del dolor”, dirigida por Aldo Miyashiro y que recién se estrena en marzo del 2015.
Lo mismo ha hecho Señor Z, la productora de “Perro guardián”, con una campaña de intriga de varios meses en cines y en redes sociales. Y recién a partir de la primera semana de agosto, a un mes de su entreno, será cuando la película esté en portada de revistas, en programas de TV, en vallas por toda la ciudad y se tenga una pestaña exclusiva en la web de El Comercio con videos, fotos, entrevistas, detrás de cámaras, etc. “Que es como se difunde cualquier película en el circuito internacional”, dice Braulio Mikim, director de contenidos de Señor Z, un colectivo dedicado a la publicidad. “Estamos aprendiendo a llegar a ese estándar. Es una experiencia nueva para todos”.
Gustavo Vidal, director de la empresa de cásting Spiral y que ha realizado esa labor para películas como “Contracorriente” y “Viejos amigos”, destaca que hoy la producción para películas comerciales es más profesional en toda su estructura. Planifican, fijan estrategias y miden su público antes de lanzar su producto. Por ejemplo, luego de que una empresa de investigación de mercados organizó un par de focus group con dos públicos (jóvenes y adultos) para que vean y evalúen “Viejos amigos”, Fernando Villarán tuvo claro que su historia tenía en realidad un gran potencial comercial. Eso le hizo virar el camino: ya no iba a enviar la cinta a festivales en el extranjero, donde compite el cine independiente esperando que un premio le aporte algo de prestigio para ganar público, sino que la iba a estrenar directamente en el país.
“Las casas realizadoras de publicidad están viendo con interés hacer películas, porque tienen todo el ‘know how’ y además conocen cómo funciona el márketing”, dice Vidal, quien cree que aún la experiencia del cine peruano comercial y exitoso es muy corta para hablar de un sector fortalecido y encaminado.
EL BIEN ESQUIVO
A fines del 2011, el Ministerio de Cultura le pidió a los gremios del cine peruano diseñar la propuesta para una nueva ley del cine. Durante seis meses se elaboró el proyecto y su principal novedad era que el 10% del valor de cada boleto que hoy va a las municipalidades se traslade a un fondo de apoyo al cine nacional. Se sugirieron cambios y pasaron varios meses. Otra versión llegó luego a varios ojos del Ejecutivo. Finalmente no tuvo la aprobación del Ministerio de Economía, y el Ministerio de Cultura decidió este año ponerlo en la congeladora.
Gabriel Quispe, presidente de la Unión de Cineastas del Perú (UCP) y quien formó parte del equipo que diseñó el proyecto de ley, dice que se ha perdido la oportunidad de que con ese 10%, que equivaldría a unos S/.30 millones anuales, se financie una comisión encargada de promover al cine peruano en el extranjero y al país como locación para filmar, tener una cinemateca, capacitar a directores y técnicos en el interior del país, cubrir una serie de falencias del sector.
Incluso el proyecto tuvo la opinión de los exhibidores y distribuidores, quienes aunque cuestionaban que la ley establezca una cuota de pantalla para películas peruanas (la obligación de proyectarlas), aceptaron que cualquier problema se podría dirimir con lo que dice el TLC entre el Perú y EE.UU., el cual establece que en el mercado se reserve un 20% de espacio para el cine peruano.
La actual ley de cine está vigente desde 1994, pero poco han hecho desde entonces los gobiernos para cumplir con financiar cada año proyectos de cine con un presupuesto de 2.008 UIT (hoy S/.7,4 millones). Recién en el actual gobierno se ha tratado de estar más cerca de esa cifra y hoy se convocan más concursos que en cualquier otro año
¿Pero es necesario el apoyo estatal para filmar una película? Fernando Villarán, quien en el 2011 fue uno de los ganadores de S/.500 mil, dice que sin ese monto no hubiera podido comenzar. En cambio, el director Sandro Ventura cree el trabajo de su productora Bing Bang Films es un ejemplo de que no es indispensable: desde el 2012 ya hizo cuatro películas sin ningún aporte estatal, y planea estrenar tres más el próximo año. Por su parte, Lorena Ugarteche cuenta que el nuevo proyecto de Señor Z, la comedia “Como en el cine”, postuló al concurso y no ganó, pero igual se hará la película. Tienen un punto a favor: luego de “Perro guardián” ya conocen cómo llegar a empresas para que financien buena parte del presupuesto.
Más bien, Sandro Ventura esperaría que ese 10% de impuesto municipal en una futura ley no vaya a un fondo general para apoyo al cine, sino que se quede con el productor de la película peruana que lo generó para que con ese dinero, por ejemplo, se pueda negociar con las salas mayor tiempo de exhibición.
Hoy también el distribuidor es un mejor aliado de las películas nacionales. New Century Films, que distribuye en el Perú las cintas de las gigantes 20thCentury Fox y Warner Bros, está apostando por mover más cintas locales, y Star Films, la distribuidora de la cadena Cinestar está decidida a coproducir al menos tres películas peruanas el próximo año. Su intervención más reciente fue en “La cara del diablo”, que además logró colocar en salas de Bolivia y Ecuador. Aman Kapur, gerente de Star Films, dice que recibe muchos guiones pero que los proyectos que más le atraen son películas de género y para jóvenes.
El estreno comercial es solo un canal, pues las películas que llegan a los multicines no son las únicas que se hacen en el país. Se graban muchos documentales y cintas independientes. Se proyectan en festivales locales y del exterior, en centros culturales o se ven solo en You Tube. Inclusive las películas que quizá no tuvieron gran acogida comercial, tienen otra vida luego, porque pasan a circuitos culturales. Y también podrían llegar a plataformas de descarga directa y legal como Netflix.
Como dice Gabriel Quispe, lo peor que podría pasar en el país no es que se hagan malas películas, sino que se deje de filmar. Con la regularidad y el dinamismo de la actividad cinematográfica se logrará consolidar una industria.