¿Está poniéndose de moda en su ciudad vivir en el centro? Si usted reside en una ciudad de América del Norte o Europa la respuesta es obvia: sí. Pero más sorprendente es que en algunas capitales latinoamericanas está empezando a presentarse el mismo fenómeno.
Por décadas imperó el modelo urbanístico de inspiración norteamericana, donde los ricos y sus automóviles se iban a vivir a barrios "modernos" en las afueras, dejando al centro de las ciudades como el sitio en donde vivían los pobres.
Hoy se produce el fenómeno contrario.
Sigue a Portafolio también en Facebook
Pero, advierten los expertos, se presenta el riesgo de que se conviertan en ciudadelas excluyentes, pobladas por millonarios, expulsando a los pobres a vivir en suburbios con menos atracciones urbanas y oportunidades de trabajo.
VALORIZACIÓN
El distrito de La Candelaria en Bogotá es un buen ejemplo de la tendencia en América Latina de recuperación de los centros urbanos tradicionales.
La zona, la más antigua de la capital colombiana, está poblada por edificios gubernamentales y casonas coloniales, que por años se vieron semi-abandonadas a medida que los habitantes pudientes de Bogotá partían hacia zonas residenciales más modernas en las afueras de la urbe.
Pero el éxodo que durante buena parte del siglo XX llevó a la decadencia del centro bogotano se ha revertido con fuerza en la década reciente.
Periodo en el cual el valor de la vivienda en La Candelaria aumentó en 230%, según indica la Lonja de Propiedad Raíz, entidad que representa a los empresarios inmobiliarios de la capital colombiana.
Hoy algunos inmuebles en esa zona pueden llegar a costar US$1 millón. Una situación que se está repitiendo de país en país, desde el Casco Antiguo de Ciudad de Panamá, hasta el distrito de Puerto Madero en Buenos Aires, zonas situadas en, o cerca del centro histórico de esas capitales.
PRIMERO POR TURISMO
El impulso que empezó a matar los centros urbanos llegó de Estados Unidos a mediados del siglo XX. El predominio del automóvil y la aparición de una sociedad de consumo que prometía el sueño de una casa amplia rodeada de jardines privados hizo que los ricos latinoamericanos huyeran en buena parte de los centros históricos de sus ciudades.
El centro, sin embargo, nunca se abandonó del todo. Generalmente permanecían ahí las oficinas gubernamentales. Y a finales del siglo pasado, algunas urbes de la región empezaron a recuperar ciertas zonas, en particular las de arquitectura colonial, desarrollándolas como un atractivo turístico, muchas veces para visitantes extranjeros.
La Habana, San Juan, Cartagena o Quito son ejemplo de lo anterior. Pero en años recientes la recuperación de los centros ha empezado a ampliarse y buscan recuperar su lugar, no solo de atracción turística, sino como el epicentro económico indiscutible de las grandes urbes.
Nuevamente, el impulso llegó en buena parte de Europa y Estados Unidos.
En particular en este último país ha tomado auge la idea de que el modelo de desarrollo urbano anterior presentaba una receta para una vida poco atractiva, caracterizada por el aislamiento, los atascos de tráfico y la polución.
TAMBIÉN EL EMPLEO
Y no es solamente una cuestión de comodidad. Los académicos advierten que irse del centro cuesta dinero.
El City Observatory, un centro de investigación académica estadounidense, señala que en ese país han crecido más rápido en los últimos años los empleos en el centro urbano de las ciudades que en la periferia, cortando la tendencia opuesta que había estado vigente hasta 2007.
Más aún, la calidad de los trabajos tiende muchas veces a ser mejor en las zonas céntricas tradicionales que en los barrios "nuevos" de las afueras, indica la investigación. Los centros históricos están atrayendo cada vez más mano de obra calificada y bien paga, en áreas como las finanzas o la tecnología.
Mientras que en las zonas suburbanas el empleo tiende a crecer en actividades menos remuneradas como la construcción y las ventas. Un estudio del académico Enrico Moretti, de la Universidad de Berkeley, encuentra la justificación económica para este comportamiento.
En el centro, con una mayor densidad poblacional, las empresas esperan encontrar más candidatos bien calificados para sus empleos, mientras que los trabajadores encuentran una mayor diversidad de potenciales empleadores.
Igualmente, en muchas de estas actividades profesionales, existen beneficios importantes de estar en contacto cercano con personas que trabajan en empresas similares.
Así, por ejemplo, los banqueros que trabajan y viven en el centro de una ciudad y tienden a frecuentar los mismos restaurantes pueden enterarse, entre colegas y rivales, de información comercialmente valiosa o de nuevas oportunidades de negocios.
Lo que explica que la tendencia reciente a que algunos ejecutivos exitosos se pasen a vivir cerca de sus lugares de trabajo en distritos céntricos como Puerto Madero en Buenos Aires, o La Candelaria en Bogotá, puede ser más que una moda o una decisión de estilo de vida. También puede tener sentido desde el punto de vista comercial.
POBREZA DESPLAZADA
La otra cara de la moneda está reflejada en lo que le pasa a los habitantes pobres de los centros de estas ciudades que empiezan a verse desplazados por los nuevos desarrollos.
Un fenómeno conocido en inglés como "gentrification", y que en América Latina está empezando a darse con más fuerza. Para los pobres en cualquier ciudad, tener que moverse hacia las afueras, muchas veces sin dinero para tener un automóvil privado, significa que estarán cada vez más apartados de las mejores oportunidades culturales y educativas de la ciudad.
Y además corren el riesgo de quedar desconectados de los sitios donde están apareciendo los mejores empleos, en las zonas céntricas. Lo que reforzaría su pobreza en el futuro.
"UNA COSA ASUSTADORA"
Además, advierten otros, la llegada de dinero nuevo al centro de las ciudades latinoamericanas no siempre se ve acompañada de la construcción de comunidades residenciales estables y saludables.
"Yo creo que en el centro de Bogotá aún no sabemos qué está pasando. Lo que se dice es que se están comprando muchos edificios para hacer grandes inversiones", asegura a BBC Mundo Paula Quiñonez, coordinadora del programa de gestión y desarrollo urbano en la Universidad del Rosario, en la capital colombiana.
Ella no está segura que estos inversores estén realmente interesados en convertir esas zonas en su hogar. "A los bogotanos de estratos altos el centro todavía les parece una cosa asustadora, espantosa", advierte.
Para la académica, muchos de los que compran en los nuevos edificios del centro no quieren vivir ahí sino ofrecer las residencias en alquiler, como negocio. "Los arrendatarios muchas veces no tienen sentido de pertenencia y apropiación que necesitan las ciudades de sus residentes", señala Quiñonez.
Las dudas que genera la recuperación del centro de la capital colombiana se repiten a lo largo de muchas ciudades de la región. Si bien es esperanzador que esos distritos y sus joyas arquitectónicas hayan dejado atrás muchas veces la miseria que los caracterizó en otra época, no está claro aún si lo que viene en camino presentará nuevos problemas de exclusión, segregación social y especulación financiera, distintos a los que habían antes, pero igualmente preocupantes.