(Bloomberg). México tendría que subir significativamente los precios del combustible para dejar de subsidiar el costo del combustible mediante su endeudada empresa petrolera estatal.
El precio de la gasolina sin plomo vendida por Petróleos Mexicanos en el mercado mayorista tendría que subir en cuando menos 1,15 pesos por litro (23 centavos por galón) para que la compañía elimine pérdidas antes de impuestos de sus importaciones, según cálculos de Bloomberg basados en los precios promedio de referencia de Estados Unidos en diciembre y lo que la compañía cobra a sus clientes. La gasolina prémium tendría que subir en 1,31 pesos por litro y el diésel en 1,65 pesos.
México está destinado a retirar gradualmente el control gubernamental sobre los precios de la gasolina a partir del próximo año. El cambio es urgente para la empresa, ya que ejecutivos de Pemex señalan que la carga de subsidiar los precios del combustible para los consumidores se ha vuelto insostenible.
Ahora que la deuda de Pemex se acerca a US$100.000 millones tras una caída de 11 años en la producción del crudo, la empresa ha perdido dinero con las importaciones de gasolina todos los meses este año excepto dos.
El subsidio implícito es una “carga onerosa” para Pemex, declaró Aldo Flores, subsecretario de Hidrocarburos, en una entrevista telefónica con Bloomberg el 22 de diciembre. Flores destacó que el precio de la gasolina podría subir en un porcentaje de dos dígitos el año próximo cuando México se ajuste al libre mercado y a los mayores costos de los insumos. Una portavoz de Pemex se negó a hacer comentarios.
Las pérdidas totales de Pemex por las ventas de gasolina este año bien podrían rebasar los 50.000 millones de pesos, según cálculos de Bloomberg. Si bien el costo de producir combustible localmente no es público, más de la mitad de la gasolina y diésel vendidos en México provienen del extranjero.
Vender combustible por debajo de los precios del mercado internacional no es una práctica nueva, pero los cambios regulatorios hechos a principio de año transfirieron la pérdida a Pemex en vez del gobierno, que previamente absorbía el subsidio implícito.