—Uno de los principales riesgos económicos para el 2025 es que las tasas de interés se mantengan altas. Esto afecta a los países en desarrollo porque el financiamiento será más caro. ¿Considera que este es un factor preocupante para América Latina?
Claramente va a depender mucho de qué políticas empiece a implementar el nuevo gobierno norteamericano y cómo eso afecte el ‘trade’ comercial. Ahora, el mundo es globa. Las (nuevas) tarifas podrían afectar temas de incrementos en los precios de productos importados y tienen efectos inflacionarios. Los potenciales choques al ‘trade’ global puede tener efectos inflacionarios también. Eso va a estar reflejado eventualmente en una menor bajada potencial de las tasas de la FED, creo que eso un consenso hoy día a nivel económico global. Es difícil predecir hacia dónde van a ir (todo esto). Hoy día se espera que pueda haber algún alza. Esperamos que sea un alza moderada o por lo menos que se mantenga (la tasa) en donde está. Creo que no hay una perspectiva relevante de una caída adicional para las tasas de interés y eso claramente tiene un efecto en el financiamiento y en el fondeo para inversiones […] Creo que esto podría afectar en algo el crecimiento global, pero al día de hoy las expectativas de crecimiento, por ejemplo en Latinoamérica y en Estados Unidos para 2025, se ven positivas.
—¿Positivas por rebote o porque habrá buenas condiciones mundialmente?
Creo que las condiciones mundiales (serán buenas). Es difícil predecir ahora lo que pasará. El nuevo presidente de Estados Unidos toma el poder el 20 de enero y ahí se empezará a ver si realmente la política tarifaria va a ser muy fuerte o si es un punto de negociación para traer a la mesa a diferentes actores y ponerse de acuerdo en cómo debería ser el comercio entre los diferentes países.
“Las expectativas de crecimiento en Latinoamérica y en Estados Unidos para 2025 se ven positivas”.
—Y si aplica lo anunciado, es también importante cuándo lo haría.
Creo que hay un positivismo a nivel del empresariado o empresas multinacionales. Hoy se está esperando ver cuál va a ser la política económica a implementarse, cómo se va a manejar el déficit fiscal, cuál va a ser el tipo de gasto en Estados Unidos, qué tipo de tarifas se pone, cómo eso afectará al ‘global trade’, etcétera. Este es el segundo gobierno de Trump y muchos hacen referencia a lo que hizo en su primer gobierno también. Hoy día hay incertidumbre, sí, pero esa incertidumbre probablemente se va a despejar en 30- 60 días. Lo que nosotros como JP Morgan estamos previendo es un crecimiento para Estados Unidos. Este año fue cercano a 3% y probablemente el próximo año sea mayor a 2,5%. Para el caso peruano, pensamos que el crecimiento será de 3% (este año). Hay economistas locales que piensan que el crecimiento va a estar arriba de 3%. El próximo año nosotros esperamos 2,5% (de crecimiento del PBI). De hecho, podría ser más alto también, ojalá. Creo que no hay nadie que esté diciendo ‘el mundo va a parar’ o ‘el mundo va a dejar de crecer’ Las economías hoy día son flexibles, se adaptan. Depende también de qué es lo que va a hacer China. China no ha venido creciendo como crecía, pero la forma en la que el gobierno chino maneja su economía podría permitirle ciertos incentivos en ciertas áreas, mayores financiamientos a empresas chinas, que permitiría que China crezca un poco más allá de lo que hoy día se espera.
—El mes pasado en una entrevista con El Comercio, la presidenta del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, indicó que América Latina ha mostrado resiliencia a los múltiples choques en los últimos años, pero resaltó que para los próximos va a volver a tasas de alrededor de 2,5% anual, que es una cifra considerablemente más baja que en otras regiones. ¿Estancamiento económico o un crecimiento mediocre?
Creo que es un consenso que nosotros, los latinoamericanos, deberíamos crecer a tasas más altas.
—¿Tasas de 5% o 6%?
Históricamente, la gran mayoría de países latinoamericanos –incluyendo el Perú–, en los 20 primeros años de este siglo, ha crecido a tasas promedio de entre 4% y 6%. México, Brasil también en una época, y Chile lo demostró durante muchísimos años. Ese crecimiento Colombia lo tuvo también. Entonces, los diferentes países latinoamericanos tienen la capacidad de crecer. Depende de las políticas económicas y depende del esfuerzo del empresariado en actuar bajo esas políticas para crecer e invertir. Lo que hay que incentivar en todos los países latinoamericanos, donde deberíamos estar creciendo a tasas más altas, son las políticas económicas que incentiven la inversión privada. Y, que los gobiernos trabajen con la empresa privada para ayudar a desarrollar el país, incentivar el empleo, incentivar las inversiones. Hoy estamos creciendo a tasas menores de las que hemos crecido históricamente, pero no veo que existan necesariamente restricciones o trabas –más allá de lo que cada país implementa– para desarrollar o hacer crecer los países latinoamericanos en promedio a tasas mayores del 2,5%. Depende de cada uno de nosotros, depende de cada una de las políticas implementadas en los países. Depende de qué tan fuerte el empresariado privado esté dispuesto a invertir y empujar a su país a crecer.
—¿Cree que el Perú está fallando en esta promoción de inversiones? Mirando solo el sector minero, hemos retrocedido en el índice de Fraser de manera continua en los últimos años.
Históricamente, lo que todos nosotros pensábamos era que la economía de alguna manera no iba atada a la política. Hoy día todos sabemos y nos queda muy claro que tenemos que trabajar juntos. El empresariado necesita de políticas de Estado que lo ayude a analizar las inversiones, que lo ayude a ver potenciales retornos, etcétera. Creo que mucho de lo que existe hoy día en el Perú, en Latinoamérica, en Estados Unidos, en los países europeos, es ruido político que al inversionista le crea más incertidumbre. Eso hace que el inversionista mire otras alternativas de inversión, ya sea en otros países o en otros sectores, o decida esperar. En la medida que uno tiene que esperar a que se defina qué políticas se van a implementar, se hace un poco más complicado acelerar el crecimiento. Y eso, de nuevo, no se aplica solo al Perú.
—¿Diría que la década que viene será de menor crecimiento?
Es difícil predecir eso. Yo esperaría que no. Pero, por ejemplo, las expectativas que nosotros tenemos para 2025 son muy similares a las 2024. Ojalá haya sorpresas, cambios significativos en el crecimiento global.
—Aterrizando en Perú, esperan que el país crezca 2,5% el próximo año.
Como JP Morgan tenemos una expectativa de crecimiento de alrededor de 2,5% para el Producto Bruto Interno. Estamos proyectando también una inflación controlada. Ha habido un muy buen trabajo del Banco Central respecto a la política monetaria y el control de inflación. Tenemos los peruanos una moneda relativamente fuerte, así que esperamos también un tipo de cambio de S/3,80 (por dólar) para el cierre del próximo año […] Lógicamente el tipo de cambio es muy variable a lo largo de todo el ciclo, pero habría una inflación bajo control y un tipo de cambio también bajo control.
“[Sobre Estados Unidos] Hay incertidumbre, sí, pero esa incertidumbre probablemente se va a despejar en 30- 60 días”.
—Nuestra política monetaria es nuestra fortaleza, no así nuestra política fiscal, ¿preocupa?
Sí, hay preocupación por la política fiscal. ¿Por qué? Porque si uno tiene déficits fiscales consistentes a lo largo de los años, tienes que financiar esos déficits fiscales. Eso significa que tienes que tomar deuda adicional y que probablemente, en la medida que los ratios de deuda se incrementen de manera significativa, probablemente tu deuda pueda costar más. El Perú tiene grado de inversión, tiene niveles de deuda sobre producto bruto y sobre reservas a niveles muy buenos comparados con otros países en ese mismo ranking crediticio. Entonces, en el corto plazo para mí eso no es una preocupación. Ahora, si tenemos consistentemente déficit fiscales –habrá que ver también cuál es la política de gasto, no necesariamente inversión productiva sino gasto corriente– se puede crear en el largo plazo un problema. Y de nuevo, tenemos niveles de deuda muy bajos comparados con otros países con el mismo grado crediticio y grado de inversión. Y, además, tenemos niveles de reservas internacionales que nos permiten pasar cualquier emergencia de corto plazo. Hay que mirar el deficit, definitivamente, pero hoy día no necesariamente te va a crear un problema significativo.
—Este será el segundo año en el que no llegaremos a la meta del deficit fiscal. Una de las cosas que exterioriza la preocupación por el déficit son las calificaciones de riesgo. ¿Qué tendría que pasar en el Perú para que se concrete una baja?
Hay varios temas. Primero, si el Perú deja de crecer, tu ratio de deuda va a incrementar de manera significativa. Una caída del crecimiento son menos impuestos, menos fondeo para el Estado. Y, si además de eso agregas un gasto corriente muy alto, eso claramente te puede generar por lo menos una revisión de tu ‘rating’ crediticio, y potencialmente podría haber una caída en ese ratio. Dada la situación actual es difícil pensar que eso pueda ocurrir en el corto plazo. Ya ha pasado con países vecinos, si eso tiene una consistencia en ese tipo de características a lo largo de dos o tres años, hay un riesgo. Los analistas de Moody’s, de S&P publican sus sus reportes y en algún momento en el 2023 levantaron el tema de la estabilidad política como un riesgo adicional. No ha habido un ‘upgrade’ crediticio, pero por lo menos ya no tienes una perspectiva negativa. Eso ha sido muy bueno y demuestra que los empresarios están más positivos. Hay más inversión en el Perú, hay más inversión privada, hay más crecimiento del empleo formal, hay crecimiento en el gasto de los individuos. Todo eso genera un flujo positivo de la economía y no se ve necesariamente que eso te pueda traer eventualmente consecuencias negativas.
—¿A qué se debe ese positivismo?
Hay varios factores. El tener una economía en crecimiento, el tener una inflación bajo control, el tener un tipo de cambio estable, el no tener ruido político o miedo te da confianza, te da certidumbre, te permite proyectar flujos de caja con una tasa de interés, por lo menos hoy, bastante más abajo de lo que fue el 2023. Además, te permite financiar los proyectos para satisfacer demanda en los próximos años. La diferencia de cómo se sentía el empresariado en el 2023 es radical a pesar de que hay un crecimiento de 3% y no de 5% o 6%.
“Para el caso peruano, pensamos que el crecimiento será de 3% (este año) [...] El próximo año esperamos 2,5%”.
—Veníamos de una base chata.
Claro, veníamos de no crecer por primera vez en los últimos 30 años, salvo el 2020 por pandemia. Es el día y la noche. Creo que ese círculo virtuoso continúa y esperamos que continúe el 2025. Ahora, la gran pregunta es: ¿Qué viene después? ¿Cuál va a ser nuestro nuevo gobierno? Y, ¿qué tan bueno o promercado va a ser? ¿Cómo va a seguir con el tema de la política económica?
—Aunque los índices macroeconómicos –inflación controlada, crecimiento de 2,5%– son positivos, hay una preocupación para el 2025 porque al ser preelectoral, no necesariamente se espera que sea un año intensivo en inversiones. ¿Cómo ven el panorama?
Cuando estemos llegando al final del 2025, creemos que el inversionista va a esperar un poco a mirar qué viene. Eso es natural, pasa siempre, cada cinco años en el Perú. De hecho, ha pasado un poco más seguido con el ruido político en los últimos años.
—¿Tanto el inversionista local como extranjero?
Sí, el inversionista exterior también. El mundo hoy es global, el inversionista mira a Perú, a Colombia, a Chile, a Brasil, a Centroamérica y al Caribe. El Perú compite por los dólares contra el resto de nuestros vecinos latinoamericanos o asiáticos. En la medida que el inversionista no tenga certidumbre, se le hace mucho más difícil predecir o calcular los retornos que eventualmente tendrá su inversión en el Perú. Hasta que no se aclare qué tipo de política económica se va a seguir, qué tipo de crecimiento se espera, qué tipo de inflación o de tasa de interés vaya a tener el Perú, se hace una pausa en las inversiones para esperar a que el nuevo gobierno implemente esas políticas. Eso es natural en cualquier parte del mundo.
—Debemos, entonces, esperar que la inversión privada se detenga o por lo menos que se mantenga el próximo año.
En la medida que tú tengas todavía consumo y expectativas positivas de la economía, los proyectos que ya vienen caminando van a seguir, no creo que se van a parar.
“Esperamos un tipo de cambio de S/3,80 (por dólar) para el cierre del próximo año”
—El consumo ya no va a tener el impulso del dinero retirado de las AFP…
Eso también. Ahora, ha habido también algo de crecimiento del empleo formal y de alguna manera este círculo virtuoso de mayor inversión, de mayor gasto, de mayor consumo, podría o debería mantenerse. Como siempre, es difícil, y más aún en el Perú predecir qué va a pasar, especialmente en el ámbito político, pero la gran mayoría de inversiones que ya vienen caminando no se pararán. Entonces, tienes un efecto rebote ahí de lo que ya has venido invirtiendo a lo largo de los últimos años, incluyendo el sector minero. Los proyectos mineros toman años en desarrollarse y no se pueden parar porque te sale mucho más caro a nivel de costo de financiamiento, en costos de capital generales de desarrollo. Nuestra opinión como banco es que el peruano va a elegir por lo menos un gobierno que le permita seguir creciendo. Creo que lo que hemos desarrollado en el 2024 va a servir para, de alguna manera, hacer que los peruanos miren con positivismo el seguir creciendo, el seguir invirtiendo, el poder seguir gastando.
Ojalá.
—China, socio comercial importante para el Perú, ya no crece como hace unos años. Las proyecciones para los próximos años prevén una ralentización. ¿Tendrá esto un impacto en la región y sobre todo en el Perú?
Las expectativas hoy día son como tú lo comentas, de un crecimiento chino menor a lo que históricamente ha sido. Nosotros en el Perú hemos visto mucho interés de empresas chinas en mirar o comprar activos en lo que ellos consideran sectores estratégicos. En el caso minero, tenemos un montón de empresas chinas operando, empresas mineras de cobre, de metales preciosos, empresas mineras muy grandes. Creo que ese interés no va a caer. Claro, si tienes una caída radical en la economía china, estamos hablando de otra historia. Pero, vemos a los empresarios chinos y a las empresas mineras chinas mirando tierras raras, litio, tántano. Eso tampoco vemos que vaya a caer. Los hemos visto mucho, también, mirando proyectos de infraestructura. El puerto de Chancay es un claro ejemplo de a dónde están mirando y qué es lo que quieren hacer. También, los hemos visto en el sector eléctrico. Hoy día las distribuidoras de electricidad en Lima son empresas chinas. En general, los hemos visto en muchos otros sectores, mirando oportunidades de crecimiento que son básicamente formas de suplir su demanda de minerales, de alimentos y mirando también la forma de hacer más eficiente esa llegada a los diferentes países desde China, o viceversa. Si tú tienes cobre acá pero no tienes de dónde exportarlo, te llega carísimo. Si tienes un puerto, el tema cambia. Todo eso ayuda a que la economía se integre. Entonces, hoy día, aún con el crecimiento más bajo, los vemos muy interesados en activos en los diversos países latinoamericanos, incluyendo el Perú, en lo que ellos denominan sectores estratégicos.
—Eso se visualiza en la estrategia que China viene desplegando hace varios años: salir de los países desarrollados e incrementar el comercio con los emergentes.
Sí. Hoy día las dos economías más grandes del mundo son China y Estados Unidos. Entonces, cada uno de ellos tiene que geopolítica y económicamente posicionarse dentro de lo que a ellos más les conviene para facilitar su crecimiento y su desarrollo futuro. Entonces, es natural lo que están haciendo. Yo esperaría inversión norteamericana, eventualmente, que compita con esa inversión china.
“La diferencia de cómo se sentía el empresariado en el 2023 es radical”
—No es que no haya inversión norteamericana…
No, no es que no haya, pero los chinos han sido mucho más activos (en los últimos años).
—¿Cree que esa respuesta eventual de parte de Estados Unidos va a llegar pronto? ¿Ve como una política de Trump aumentar la presencia en emergentes? No hablemos de América Latina, hablemos de emergentes en general.
Es difícil predecir. Pienso que Trump está interesado en ver ciertos temas geopolíticos, incluyendo tarifas, su relación con Canadá y México, todo el tema europeo, el tema de Ucrania. Creo que por ahí va a empezar. Y, también es importante mencionar que las grandes empresas norteamericanas tienen un mandato de generación de riqueza que no necesariamente siempre va acompañado de una estrategia de gobierno. En el caso chino es diferente. El empresario chino y las empresas chinas no es que vienen e invierten en cualquier cosa. Ellos calculan sus retornos, como lo hacen todos los inversionistas. Entonces, en la medida que esas empresas –que tienen números públicos– generan caja, retornos y pagan dividendos, los inversionistas norteamericanos también se van a dar cuenta que hay buenos retornos y podrían ser mucho más agresivos. Es difícil predecir cuánto, pero creo que deberíamos poder ver mayor inversión norteamericana en los próximos años comparado a lo que ha sido la inversión norteamericana en Latinoamérica en los últimos cinco o diez años.