Con marcas con más de 50 años en el Perú, Viña Concha y Toro apostará por productos dirigidos a los nuevos consumidores que no necesariamente son expertos en vinos. Dicha propuesta incluirá sabores más frescos, cuenta José Manuel Infante, gerente de Exportaciones deLataf (Latinoamérica y África) y Canadá de la compañía.
—La situación de los productores de vino no ha sido la mejor en los últimos dos años, ¿cómo se está recuperando la industria?
La situación ha sido de altos y bajos. En la época del Covid, tuvimos un alza importante en el consumo de alcohol e hizo que los resultados de los productores a nivel mundial se inflaran de manera importante. Esto creó una falsa realidad de tendencia alcista, pero en el 2023 nos dimos cuenta de que estábamos frente a una crisis estructural, con fuerte inflación, alza de precios y desempleo. Pasamos de esta bonanza falsa a una realidad pura que afectó los resultados de casi todas las bodegas productoras.
—Se han recuperado antes que la mayoría. Sus ingresos en ventas vienen en aumento.
Efectivamente, cerramos a doble dígito el primer semestre a nivel mundial. Primero, por la fortaleza y trayectoria de nuestras marcas. Concha y Toro basa su estrategia en crear marcas robustas con una visión de largo plazo. Algunas llevan más de 50 años en el Perú, como Casillero del Diablo. Eso nos ha permitido evitar una caída muy violenta pues la gente compraba marcas que conoce.
Lo segundo es la amplia red de distribución que tenemos. Contamos con 12 oficinas a nivel mundial. Nos da una ventaja competitiva al poder controlar la llegada directa al mercado. En Perú tenemos un crecimiento interesante.
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—¿De cuánto es ese crecimiento y cuál es su ‘market share’ en Perú?
El Perú tiene una industria local muy fuerte. El vino peruano representa el 75% del consumo del mercado. Ese porcentaje, por lo general, apunta a precios bastante bajos. Si sacamos eso y nos enfocamos en los vinos importados, el 25% que queda, Concha y Toro tiene aproximadamente una participación bastante alta, del 30%.
Lo que ha cambiado es la composición de nuestra oferta en el Perú. En los últimos años hemos hecho un trabajo importante en ofrecer al cliente peruano un producto de mayor calidad, con mayor prestigio,lo que ha permitido que aumente el valor por botella.
“Nos salimos del ‘idioma vino’ y estamos viendo al consumidor de manera diferente. Tratamos de hablar un idioma más cercano”
—¿Se refiere al precio?
Ponemos los esfuerzos en vender más de nuestros vinos de mayor valor y eso hace que el precio promedio por botella aumente. Pero, no es un alza de precios.
—¿Cuáles han sido sus resultados en ventas?
Este año estamos un 50% por sobre el año anterior y esto viene, en mayor medida, por nuestros vinos de alta gama y productos que hemos incorporado en los últimos dos años. Nuestras marcas tradicionales siguen con crecimientos, pero menores. Ambos grupos son los que han hecho un crecimiento más explosivo de lo que esperábamos.
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—Ingresarán con nuevas marcas al mercado peruano, ¿de qué se trata esta apuesta?
Hemos visto un terreno fértil en Perú. Hay un consumidor que no está conectado con el vino en la forma tradicional. Le atrae consumir vino de calidad sin ser un experto. Comprobamos que le atraen productos innovadores como Diablo y es algo que vamos a seguir desarrollando, trayendo marcas que van en ese perfil, y en algunos casos productos saborizados para el consumidor que no necesariamente sabe de vino.
Por otro lado, para el consumidor que sabe un poco más, pero que no quiere las cepas tradicionales, estamos ofreciendo mezclas de vino sin ponerle cepaje en la etiqueta, incluso con sabores, con un perfil más dulce, más fresco. Tratando de ofrecer un estilo más amable, gentil, fácil de tomar.