Han pasado más de 5 semanas desde la renuncia de profesionales probos al Directorio de Petro-Perú y de las promesas del Ejecutivo anunciando que pronto se conocería a los nuevos miembros.
En setiembre, la viceministra de Hacienda presentó su renuncia al cargo y la inseguridad ciudadana ha convertido la agenda gubernamental en una casi monotemática. En el camino, el Ejecutivo ha cambiado el tono respecto al tema Petro-Perú, exhortando a una suerte de tregua, mostrando la falencia de esta gestión en poder priorizar y gestionar agendas paralelas en un país que necesita seguridad para civiles, pero también para su economía: la demora en la elección del Directorio responde a su afán por reclutar a las personas idóneas para que este actúe de manera armónica.
¿Cuánta paciencia nos queda aún a los peruanos ante promesas que aún no vemos materializadas? Nadie podría estar en contra de un buen proceso de selección, pero la ausencia de este Directorio debilita a la petrolera y hace retador el proceso de reclutamiento y selección de los perfiles que lo integren, porque deberán tener claro que enfrentarán más adversidades que fortunas.
La situación de Petro-Perú enfrenta además un reto adicional, y es que la Junta General de Accionistas también busca un reemplazo. Esta está compuesta por los ministros de Energía y Minas y de Economía y Finanzas, el viceministro de Hidrocarburos y los viceministros de Economía y Hacienda.
Al cierre de esta columna no se conoce el reemplazo de la viceministra antes mencionada, cuyo rol quizás sea el más neurálgico: articular la administración financiera de todo el sector público. Es decir, entre sus encargos está el ejecutar y supervisar las materias de presupuesto público, tesorería y endeudamiento, contabilidad y abastecimiento. Y así también, la gestión de riesgos fiscales y la propia gestión fiscal de los recursos humanos del sector público.
Aunque las decisiones sobre la petrolera se perciban congeladas en manos del Ejecutivo, el Consejo Fiscal ha advertido y sigue advirtiendo sobre el potencial peligro que significa la estatal para nuestras finanzas públicas.
Todos sabemos que tenemos un elefante en la mesa, sobretodo el Ejecutivo. Conocemos los riesgos de tenerlo y seguimos hablando de él, pero al parecer no contamos aún con ningún decisor político que quiera hacerse cargo.