La creciente demanda de productos electrónicos y el auge de tecnologías emergentes como la inteligencia artificial, el Internet de las Cosas y la nube vienen impulsando una nueva era a la que desde Intel denominamos como ‘Siliconomía’, en la cual la industria global está impulsada por el silicio, material fundamental para la fabricación de semiconductores, y el software. Sin embargo, este nuevo paradigma no está exento de desafíos y complejidades.
Estamos ante un cambio generacional que está dando paso a una nueva expansión en donde la computación es esencial para la sociedad, cuyo crecimiento depende de la disponibilidad de hardware avanzado, principalmente de semiconductores. Este escenario hace que el silicio sea el recurso más codiciado en la carrera tecnológica actual.
Diariamente, cada individuo se relaciona con aproximadamente 1.000 semiconductores. Es considerado el nuevo petróleo del siglo XXI y está presente en todos los aspectos de nuestras vidas, desde el poder económico y geopolítico, hasta los electrodomésticos, automóviles, computadoras, smartphones, entre otros.
Debido a eso, durante el último año, la creciente demanda global generó tensiones en la cadena de suministro, dado que el 80% de la producción se concentra en Asia (Taiwán, Corea y China). Esta dependencia genera una necesidad crítica de diversificar y aumentar la capacidad de manufactura en otras regiones del mundo para garantizar la continuidad en el abastecimiento de chips, la estabilidad de costos y la producción a escala.
Se trata de una oportunidad sin precedentes. La demanda mundial de semiconductores seguirá experimentando un crecimiento sostenido a largo plazo y se espera que para el 2030 alcance el billón de dólares en ventas con el 50% de la producción en América y la Unión Europea.
Estamos viviendo la Ley de Moore, formulada por Gordon Moore, cofundador de Intel, quien vaticinó que el número de transistores en un chip se duplicaría aproximadamente cada dos años, reflejando la creciente necesidad de chips más potentes para cada nueva generación de productos digitales.
La investigación científica y la ingeniería de clase mundial, junto con la introducción de tecnologías avanzadas de semiconductores en el mercado, impulsarán el valor económico y fortalecerán la competitividad de la región en la carrera tecnológica de los chips.