La mañana del último sábado será recordada por mucho tiempo en el Perú y figurará, no cabe duda, en los libros de historia que leeremos de aquí en adelante en nuestro país y en todo el mundo. Eso es lo que provoca un acontecimiento tan noticioso –y a la vez, tan oscuro– como la muerte del ex líder del movimiento terrorista Sendero Luminoso, Abimael Guzmán. De seguro habrá mil formas de analizar el suceso desde el punto de vista comunicacional, y una de ellas corresponde al impacto que el deceso provocó (y provoca) en las redes sociales, uno de los buques insignia del rubro sobre el que hablaremos a continuación: las telecomunicaciones.
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Nada más claro que un par de cifras para mostrar el alcance de esta noticia en el mundo digital: 30 minutos después de que se comenzó a difundir el fallecimiento de Guzmán, la cuestión ya era ‘trending topic’ en Twitter, y tres horas más tarde, hacia el mediodía del sábado, había superado en ‘popularidad’ aquí a las Torres Gemelas, otro de los ‘trending’ del ránking ‘top’ del 11 de setiembre, trágicamente, también referido al terrorismo.
Es preciso para nuestro informe, sin embargo, disgregar el impacto ‘online’ del evento a nivel nacional. Porque su alcance no fue similar en Lima y en provincias. En Ayacucho, por ejemplo, región tan golpeada por Sendero en su tiempo, el acceso a Internet es todavía bajo: no alcanza al 50% de su población, según su gobierno regional, debido a que hacen falta unas 1.800 antenas para mejorar la cobertura.
DÉFICIT DE INFRAESTRUCTURA
Este déficit es un pendiente que ha acompañado el avance de la conectividad en el Perú desde sus inicios y que aún no ha sido resuelto. Según Rafael Muente, presidente del Organismo Supervisor de la Inversión Privada en Telecomunicaciones (Osiptel), para el 2025 se necesitarán 60.771 antenas para teléfonos móviles en nuestro país, lo que significa que en los próximos cuatro años se deben levantar 36.000 si el objetivo es mejorar la calidad de nuestras conexiones.
Se trata de una meta sin precedentes, sobre todo si se toma en cuenta que en el quinquenio anterior apenas se implementaron 9.912 de estas antenas, de acuerdo a los datos de Osiptel. Y más complejo aún el reto si reparamos en que esta demanda está circunscrita a la tecnología 4G. “Porque si estuviéramos hablando de 5G, más bien precisaríamos de 360.000 estaciones”, anota a Día1 Carlos Huamán Tomecich, CEO de DN Consultores, firma especializada en economía digital.
Según el experto, la tarea de avanzar con la infraestructura es urgente, a juzgar por el crecimiento del consumo de Internet móvil que hemos venido experimentando en el Perú durante los últimos tres años. “Este 2021 el consumo mensual por persona es de 9 Gigas, y eso es el doble de lo reportado en el 2020, que a su vez fue el doble de lo que se registró en el 2019”, explica.
Ahora, ¿cómo desplegar las redes y antenas necesarias, en medio de una crisis tan grave como la actual?
CANON Y COMPARTICIÓN DE INFRAESTRUCTURA
Una fórmula para levantar esta infraestructura es el uso del llamado ‘canon móvil’, como ha comentado a nuestro suplemento (en marzo último) la gerenta de Regulación de Movistar, Ana Claudia Quintanilla.
Esta opción consiste en destinar, para la construcción de redes y antenas, hasta el 40% del monto que los operadores ‘telco’ deben pagar al Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) como ‘canon’ por ‘arrendar’ el espectro radioeléctrico sobre el que transitan sus tráficos de datos móviles.
“Esa posibilidad, ya aprobada por el MTC, sirve de mucho en un contexto de pandemia en el que las inversiones de estas empresas se han reducido en 50% el 2020 frente al 2019, quedándose apenas en unos US$500 millones”, añade a su turno Huamán.
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Otra alternativa interesante es la ‘compartición de infraestructura’ ya operativa, que también ha sido viabilizada por el Estado y que ya llevan adelante, por ejemplo, empresas como Movistar y Entel, como recuerda a Día1 el titular de Osiptel, Rafael Muente.
De hecho, la ‘compartición’ se ha convertido en una tendencia global con la que las empresas del sector en todo el mundo afrontan los rigores de la crisis del coronavirus, pues les permite ahorrar los costos que les demandaría, a cada una por separado, tender sus propias redes y antenas de manera exclusiva.
Es más, en línea con las actuales políticas de reducción de gastos, muchas de estas compañías han optado por vender todo o parte de sus infraestructuras de redes a otras firmas especializadas en dar ese servicio, con lo que los operadores ‘telco’ evitan los onerosos presupuestos de mantenimiento.
No hace mucho –concretamente, en enero de este año– la matriz Telefónica vendió su subsidiaria Telxius a la firma American Tower, con lo que le entregó 30 mil torres de telefonía ubicadas en Alemania, España, Brasil, Argentina, Chile y Perú. La operación se valuó en más de US$9.000 millones, de acuerdo al diario español El País.
Lo propio hizo en su momento la matriz Entel con 3.242 de sus torres en Chile y Perú, que traspasó también a American Tower (la líder mundial en el manejo de estas infraestructuras), a cambio de US$772 millones, como informó en el 2019 el Diario Financiero, del vecino país del sur.
COMPETENCIA Y TECNOLOGÍA
Estos son caminos que las compañías toman debido a que el rubro ‘telco’ es sumamente competitivo, algo que sabemos de sobra en el Perú. Una guerra comercial como la que vemos aquí entre Movistar, Claro, Entel y Bitel, sin contar a los operadores móviles virtuales (OMV), requiere que los jugadores del sector se concentren en su ‘core’ de negocios, más que en la gestión de infraestructura u otro tipo de variantes.
¿Qué tan competitivo es el mercado local? Con base en las estadísticas de Osiptel, es factible decir que, por lo menos en cuanto a telefonía móvil, ‘la cancha se ha nivelado’. Así, si en el 2015 Movistar contaba con el 54% de ‘market share’, este 2021 su participación se ha reducido a 31,1%, mientras que Claro ha pasado de 39% a 28,2% en el mismo período, aunque es de justicia decir que el universo ha crecido para todos, pues hoy el mercado está conformado por más de 41 millones de líneas móviles, mientras que en el 2015 se registraban 34,2 millones. Los que sí aumentaron considerablemente su participación fueron Entel (hoy con 21,4%) y Bitel (a la fecha con 18,9%).
Mejorar la situación en este rubro dependerá de más tecnología e innovación, un reto que demandará un informe aparte, sin duda.
BONNUS TRACK: LA RED DORSAL, UN LABERINTO SIN SALIDA
Otra tarea pendiente de cara a mejorar el servicio de telecomunicaciones en nuestro país tiene que ver con poner en valor a la Red Dorsal Nacional de Fibra Óptica (RDNFO), una infraestructura que –de momento– está siendo subutilizada, y cuyo manejo ahora mismo está en discusión tras el fracaso de su concesión inicial a la empresa Azteca, ya abortada.
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Como se recuerda, este 12 de octubre se reunirá la comisión que, dentro del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), discutirá sobre qué hacer con esta infraestructura, hoy calificada como ‘elefante blanco’ y conformada por 13 mil kilómetros desplegados por el Estado peruano entre costa y sierra, para lo cual invirtió más de US$300 millones.
Según Carlos Huamán, CEO de DN Consultores, lo más eficiente sería que el Estado venda parte de esta red a alguno –o algunos– de los actuales operadores de telecomunicaciones, y que se quede sólo con lo que le serviría para brindar conectividad a las zonas más alejadas del país, para lo cual, también debe concluir con la construcción y/o concesión de las redes regionales complementarias, que en el mapa inicial del proyecto de la RDNFO, deberían conectarse a esta infraestructura para extender las conexiones al mayor número posible de poblaciones rurales.
“La Red Dorsal debería servir para canalizar servicios de tele educación o telesalud, u otros de ese tipo, que son tal valorados en crisis como la del COVID-19, sobre todo en las zonas más inexpugnables de nuestra geografía, allí donde los operadores actuales no llegan, porque no les resulta rentable invertir en infraestructura”, explica el ejecutivo a Día1.
Para definir ello, el actual Gobierno “necesita contar con un plan estratégico de gestión digital, un marco de acción que le permita enfocarse en lo que necesita el usuario”, anota al respecto Víctor Jáuregui, director del operador ‘telco’ WIN Perú.
En esa línea, Jáuregui comenta que no percibe vocación, por parte de los gobiernos locales, para viabilizar las inversiones que las ‘telco’ buscan hacer para mejorar la conectividad. “Hay ordenanzas –draconianas– que impiden hacer limpieza de cableado aéreo y obligan a tender más cables a ciegas, o proponen que estos sean subterráneos”, explica, a modo de ejemplo.
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