Días atrás, el Ministerio de Energía y Minas (Minem) publicó las estadísticas de producción minera correspondientes a abril, mes que encajó el mayor impacto de la detención de la economía por causa del COVID-19.
Como era de esperar, las cifras muestran una caída en la producción de todos los metales: hierro y estaño (-100%), zinc (-86%,3), plomo (-84,1%), plata (-73,6%), oro (-53,5%) y cobre (-33,4%), el commodity que más divisas genera para el país.
De acuerdo a S&P Global, el Perú fue el país sudamericano que más operaciones mineras detuvo por causa del COVID en abril: unas veinte.
El resto se mantuvo operando durante la mayor parte de la cuarentena, siguiendo una indicación del presidente Martín Vizcarra.
SOUTHERN: PRIMER PRODUCTOR DE COBRE
“En el caso específico de la minería, algunas minas tienen operación remota y confinada, es decir, no entra ni sale nadie [entonces] esa operación puede continuar”, dijo el mandatario.
Fue lo que ocurrió con la mayoría de los productores de cobre, aunque con magros resultados, debido a las limitaciones que tuvieron para producir.
Así, Cerro Verde (-46,4%), Antamina (-38,8%), Las Bambas (-37,1%), Antapaccay (-21,9%) y Chinalco (-4%) anotaron, todos ellos, menores volúmenes de cobre en abril.
La única excepción fue Southern Perú, el único productor de cobre que obtuvo cifras positivas durante la cuarentena.
De acuerdo al Minem, la minera registró una producción de 34.608 toneladas de cobre en abril, 4,5% más que en igual periodo del 2019, acumulando 135.590 toneladas en los cuatro primeros meses del año (21,2%).
De esta forma, se erigió como el primer productor cuprífero del Perú, superando a Cerro Verde y Antamina, mineras que solían encabezar este ránking hasta antes de la irrupción del COVID-19. ¿Cómo lo consiguió?
CAMPAMENTOS CONFINADOS
Al momento de escribir este artículo, Southern no había encajado un solo contagio de COVID-19 en sus operaciones, a diferencia de lo ocurrido con Antamina (229 contagios) y Toromocho (20 contagios), que tuviero que paralizar producción por tal motivo.
“Hasta la fecha no tenemos ninguna persona contagiada por COVID. Uno se infectó en Ilo, antes de incorporarse a sus labores, pero los controles evitaron que pudiera ingresar”, explica Raul Jacob, vicepresidente de finanzas de Southern Copper .
El funcionario reseñó, en un webinar organizado por el Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP), las medidas que tomó la empresa para mantener alejada la pandemia.
De acuerdo a Jacob, estas se vieron facilitadas por una fortaleza intrínseca de la compañía: la calidad de la infraestructura de sus campamentos en Cuajone (Moquegua) y Toquepala (Tacna), que encajan con el concepto de confinamiento al cual hacía referencia el presidente Martín Vizcarra.
Se trata, explica el funcionario, de edificaciones que despliegan todos los servicios y comodidades de una ciudad: colegios, mercados, agencias bancarias, hospitales e iglesias, los cuales facilitan el confinamiento.
“Las minas Toquepala y Cuajone son relativamente antiguas. Cuando las desarrollamos, hace 60 y 50 años, las leyes peruanas obligaban a construir campamentos de tal manera que estuvieran en capacidad de alojar a las familias de los trabajadores. Así que, en ambas minas tenemos mini-ciudades que son mantenidas por la compañía”, refiere Jacob.
PROTOCOLOS CONTRA COVID-19
Al estallar la epidemia, por tanto, lo que hizo Southern fue confinarse en sus campamentos y retirar a todo el personal vulnerable, es decir, a los de mayor edad o con enfermedades pre-existentes como hipertensión arterial, obesidad, diabetes y patologías cardiovasculares y cerebrovasculares.
En paralelo, puso en marcha “protocolos muy rigurosos” de distanciamiento social y EPPs (elementos de protección personal).
“Esto quiere decir que antes de iniciar su turno los trabajadores pasan por un control médico, reciben material de protección, se movilizan en vehículos con aforo reducido y se alimentan en comedores con mesas distanciadas entre sí”, apunta Jacob.
De esta manera, el personal operativo de Toquepala y Cuajone pudo trabajar holgadamente, esto es, sin necesidad de trasladarse afuera para descansar en sus hogares, como ocurre en la mayor parte de las minas.
“El que sale no vuelve hasta que termine la cuarentena y el proveedor que ingresa trayendo materiales pasa por un protocolo de desinfección", apunta Jacob.
PLAN DE REINICIO
Gracias a estas precauciones, la minera cuprífera consiguió que sus minas trabajasen a más del 90% de su capacidad. Logro notable, por cuanto solo pudo disponer del 47% de su fuerza laboral.
Para conseguirlo, tuvo que sacrificar dos cosas: las operaciones de mantenimiento, que se dejaron de efectuar, y el desbroce del mineral (acarreo del mineral no valioso a los botaderos).
“Lo que quiero decir con esto es que [procedimos] para una emergencia. No es algo sostenible en el tiempo. Debemos reponer a nuestra fuerza laboral y recuperar lo que hemos dejado de hacer en estos ochenta y tantos días de emergencia”, anota Jacob.
Ahora, la minera está abocada a reincorporar a 1.500 trabajadores, para lo cual tiene un plan de reingreso que incluye la toma de pruebas rápidas de despistaje de COVID-19 y cuarentenas de dos semanas en campamentos habilitados exprofesamente.
El plan arrancó la semana antepasada y su objetivo es incorporar hasta 400 trabajadores, 200 por mina, cada dos semanas.