Nadie, ni en la peor de sus pesadillas, imaginó en el sector turismo peruano un inicio del 2020 tan malo como el actual. Vale, tampoco hubo quienes proyectaron cifras récord para este año –de hecho, muchas mejoras respecto del 2019 no se esperaban– pero, ¿perder entre US$650 millones y US$2.000 millones a causa del coronavirus, como acaba de calcular, sin anestesia, la Cámara Nacional de Turismo (Canatur)? No, eso no estaba ni en el mapa del más pesimista. Y, sin embargo, está sucediendo.
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Así las cosas, y en cuestión de días, hemos pasado de discutir sobre la congestión en el aeropuerto Jorge Chávez a mencionar que ya casi nadie vuela (dejándolo vacío). Esto en medio de la disposición del Gobierno de suspender por 30 días las conexiones aéreas con Europa y Asia, desde hoy. Pero hay que ser optimistas, aun en el peor escenario. Y lo ‘positivo’, dentro de todo, es que deberíamos salir de este problema en el lapso de cuatro semanas. ‘Deberíamos’.
¿Cómo lograrlo? ¿Qué hacer cuando la tempestad pase? Una serie de estrategias deben llevarse adelante, porque de poco servirá el compromiso del Ejecutivo de prorrogar seis meses el pago del impuesto a la renta, a favor de las mipymes del sector. Con ello solo se evitará que quiebren, como ha sugerido el titular de Canatur, Carlos Canales.
Sobre la mesa hay varias opciones, ya lo aclaró el ministro de Comercio Exterior y Turismo, Edgar Vásquez. Una debería ser potenciar campañas de tarifas económicas como “¿Y tú qué planes?”, para el turismo interno y, por qué no, también para el receptivo (formado por quienes llegan del extranjero). Estamos hablando de casi 50 millones de viajes al año entre ambos mercados, con notable mayoría del turismo nacional (45,5 millones), tal cual se puede ver en nuestra infografía.
Hay, sin embargo, una barrera por superar apenas los planes de reactivación de esta industria avancen. Ese (otro) problema es la informalidad. Según el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur), en nuestro país el 69% de las empresas del sector son informales, con base en un estudio que elaboró en octubre del año pasado. La situación se agrava en el caso de la oferta hotelera del Cusco, pues el 89% de los alojamientos y casas de hospedaje en el Ombligo del Mundo también trabajan en esas condiciones.
Un buen ejemplo es lo que ocurre, precisamente, en la Ciudad Imperial, donde uno de sus atractivos, la montaña de siete colores, consigue récords de 700 visitas por día a pesar de su déficit de atención médica, como refiere Carlos Milla, presidente de la Cámara Regional de Turismo local (Cartuc).
EL ENEMIGO INVISIBLE
Como ese hay varios casos en el mercado peruano. Por eso es común ver atractivos que se comienzan a comercializar sin que se implementen en su entorno los servicios mínimos indispensables para considerarlos productos turísticos. Destinos que se venden y ‘se arreglan en el camino’, con todos los problemas que ello acarrea. Tal escenario, en medio de una recuperación post coronavirus, no ayuda.
¿Cuánto mueve esta economía bajo la mesa? Difícil inferirlo, pero para tener una idea basta saber que solo el mercado receptivo generó US$3.409 millones en divisas para el Perú en el 2019, de acuerdo al Banco Central de Reserva (BCR).
En ese contexto, las fórmulas de recuperación a ejecutar este año deberían incluir un componente para combatir la informalidad, apunta el gerente general de la Asociación de Hoteles, Restaurantes y Afines (Ahora), Fredy Gamarra. Sobre todo en los destinos más aquejados por dicho problema, como Piura, Loreto, Lambayeque, La Libertad, Áncash, Lima, Ica, Arequipa, Madre de Dios y Puno, entre otras ciudades.
Como la oferta informal suele competir con precios bajos (ya que, entre un sinfín de razones, no tributa), reducir su participación será decisivo durante los próximos meses de recuperación para la industria. Y es que hay datos preocupantes que señala el Mincetur, como el hecho de que el 41% de los turistas limeños pertenecientes al NSE C sí estaría dispuesto a contratar un servicio informal por el precio, aun cuando entiende que es más riesgoso hacerlo.
Aspectos como la calidad de la oferta, la competencia desleal, la empleabilidad con bajos sueldos y la reducción de la recaudación no son relevantes para estos viajeros, ni los empresarios que evitan asumirlos son conscientes de lo que ganaría el turismo al formalizarse. Por ello, el Mincetur lanzó, en julio del 2019, el programa Turismo Seguro, como parte de una estrategia multisectorial que busca capacitar a miles de trabajadores del sector en por lo menos 12 regiones del país, con la idea de que se genere un círculo virtuoso en pro de la legalidad. No es una salida inmediata, pero puede ser un buen primer paso.
Ya lo dijo el último viernes Gloria Guevara, presidenta y CEO del Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC, por sus siglas en inglés): la asignación de recursos para desarrollar y promover nuestros destinos será una de las columnas vertebrales para reactivar el sector este año, y eso pasa, en el caso del Perú, por implementar políticas que ayuden a formalizar a los empresarios que hoy trabajan en la ilegalidad. Será eso o crecer sin base.
BONNUS TRACK: CON DIVERSIFICACIÓN DE LA OFERTA Y SIN VISAS
Si uno revisa los datos del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur) sobre el 2019 –cuando no había coronavirus– notará que la llegada de turistas internacionales no mejoró el año pasado, respecto del período anterior, manteniéndose en 4,4 millones de visitantes. Y en cuanto al ingreso de divisas por esta actividad, más bien el índice cayó en 20%, hasta los US$3.409 millones en el 2019, según el Banco Central de Reserva (BCR).
Estos números dejan ver que la estrategia de captación de turistas internacionales debe cambiar este año, centrándose, además de en las promociones, en ampliar la estadía de las visitas que lleguen, de acuerdo a Carlos Milla, presidente de la Cámara Regional de Turismo del Cusco (Cartuc).
¿Cómo se logra esto? “Con diversificación, ofreciendo más productos turísticos, no solo culturales”, explica a Día1.
La diversificación también debe darse en la promoción, apunta a su turno el ex titular del Mincetur, Rogers Valencia. Por eso es tan importante mirar al mercado brasileño, vecino al nuestro y cuya economía ya estaba en franca recuperación antes de la pandemia, un avance que debería volver a su ritmo cuando haya pasado el problema global de salud.
La eliminación temporal de los visados (al menos en Latinoamérica), también sería una fórmula a considerar, añade el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC).