China, el gigante asiático, sufre problemas energéticos desde el verano del 2021. Desde junio, esta nueva crisis representa la peor en su historia, superando a la ocurrida en el 2011, cuando el país registró una desaceleración en su economía por dificultades para exportar hacia otros países industrializados, en especial a países europeos.
¿Cómo China llega a esta situación?
Actualmente, China presenta escasez en su suministro de carbón, una de sus principales fuentes de energía tanto para consumo en hogares como para la industria. Esto, luego de que Beijing presionara a las minas para que redujeran su producción, con el fin de alcanzar sus ambiciosos objetivos de reducción de emisiones de carbono.
“En China vemos un problema más asociado a un dolor auto infligido por parte de las autoridades de ese país, que están balanceando un montón de temas y contradicciones internas en su modelo. Dentro de esas contradicciones está disminuir la huella de carbono [como discurso hacia el mundo], pero hacia adentro hay una realidad un poco más cruda y sincera”, explica Diego Camacho, economista senior internacional de Credicorp Capital.
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China, responsable del 27% de los gases de efecto invernadero en el mundo según el estudio publicado por Rhodium Group (proveedor de investigación independiente que combina datos económicos y conocimientos de políticas para analizar las tendencias globales), se habría propuesto generar el 20% de su energía con fuentes renovables para el 2025, reducir sus emisiones totales en el 2030 y ser carbono neutral para el 2060. Sin embargo, como lo reportó CNN en Español, el país habría alcanzado a “sus niveles récord [de carbono] en el primer trimestre de 2021, según una investigación publicada en mayo por el Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio”. Asimismo, destacó que la agencia CREA “dijo que fue la tasa de crecimiento más rápida en más de una década”.
Cabe destacar que en China el 62% de la energía proviene de fuentes de energía fósil, 18% de hidroeléctricas, y 18% de energías renovables.
¿Qué aceleró la crisis?
“[En China están] tan comprometidos con el tema del cambio climático que no iban a prender las termoeléctricas a todo nivel. Sin embargo, la razón detrás de ese discurso es más práctico. Tenemos para ello un ejemplo histórico que data del 2008. En un par de semanas van a realizarse los Juegos Olímpicos de Invierno en China y lo que se buscaba era bajar los niveles de polución en el aire como lo hicieron en el 2008″, comenta Camacho.
Agrega, que los factores climáticos fueron también un punto en contra. “Confiaban que las hidroeléctricas iban a dar la talla, pero China estaba experimentando factores climáticos erráticos y entre esos, en el primer semestre [julio] de este año tuvieron lluvias muy fuertes que afectaron dos hidroeléctricas y, por ende, la capacidad de generación de energía se vio disminuida”, comenta Camacho. “Este es el primer año en el que hay una variación negativa en la capacidad de generación por hidroeléctricas”, agrega.
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Las lluvias, además, afectaron hasta 87 minas de carbón en Shanxi, Shaanxi y Mongolia Interior, principales zonas productoras de este recurso. “En el 2020 Australia solicitó una investigación independiente sobre los orígenes de la Covid-19 y los chinos como respuesta subieron los aranceles de productos provenientes de Australia y limitaron las importaciones de carbón. Esto hizo que sus reservas fueran bajas. Confiaron en que sus hidroeléctricas iban a dar la talla para poder cubrir su demanda energética sin usar el carbón [pero no contaron con los factores imponderables]”, menciona Camacho.
Al depender del carbón para generar energía, China tuvo que enfrentar el alza en el precio de este recurso que (después de un sostenido periodo de deflación antes del 2016 y el cierre de minas peligrosas no reguladas), aumentó en 40% durante el 2017. Aunque el valor del carbón cayó hasta antes de la Covid-19, durante los últimos 12 meses ha registrado una recuperación de 57%. Es decir, este año pasó de 671 yuanes (US$ 104) por tonelada a aproximadamente 1.100 yuanes (US$ 170), según lo señalado por el economista de Macquarie Larry Hu a CNN Español y como se puede ver en el portal Index Mundi.
Consecuencias internas
El pasado agosto, la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma de China (CNDR) solicitó a las grandes regiones que frenaran o vigilaran el consumo energético durante el resto del año. Sin embargo, 10 provincias, incluidas Heilongjiang y Liaoning, hicieron caso omiso a la solicitud.
En este país las restricciones de electricidad suelen ocurrir en algunas regiones sin afectar a otras por no tener una red nacional interconectada, reporta France 24. Sin embargo, esta vez 20 de las 31 regiones de China han reportado un racionamiento en las horas pico e interrupciones que, cada vez, son de mayor duración.
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El lunes 17 de septiembre, según lo reportado por Global Times, el país sufrió un corte de energía inesperado y sin precedentes afectando a tres provincias del noreste. Al día siguiente se oficializó el racionamiento de energía en las provincias de Heilongjiang, Jilin y Liaoning. Esta escasez energética afectó también a la provincia Guangdong, ubicada en el sur, la cual es un centro industrial y marítimo importante.
Para finales de septiembre, los analistas de Nomura habían ya recortado en medio punto porcentual el pronóstico de crecimiento del gigante asiático para este 2021, ubicándolo en 7,7%. La razón: el “creciente número de fábricas” que tuvieron que “cesar operaciones”, tanto por mandatos locales como por cortes en la electricidad.
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Por otro lado, Goldman Sachs, recortó su pronóstico de crecimiento del PBI de China de 8,2% a 7,8% por los agudos recortes de producción, sumado a los problemas que habían sufrido en la bolsa por la deuda de Evergrande.
Consecuencias internacionales
China, al ser la fábrica mundial, ha puesto en alerta a mercados como el tecnológico, el papelero, el textil y el automotriz debido a que sus industrias han tenido que cumplir con las indicaciones del gobierno chino respecto a las restricciones de producción por la crisis energética.
Analistas de la entidad financiera holandesa Rabobank, revelaron a finales de septiembre que estas restricciones afectarían a los productores de leche que tendrían que detener las maquinarias utilizadas para ordeñar al ganado y que, incluso, los proveedores de carne afrontarían problemas para mantener los grandes congeladores y refrigeradores en las temperaturas necesarias para no perder la producción.
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De la misma forma, centros de ensamblaje de chips semiconductores usados para autos y electrodomésticos, así como aquellos dedicados a la producción de teléfonos móviles (como Pegatron, una empresa taiwanesa que produce componentes y ensambla iPhones para Apple), verían reducidas sus horas de producción, afectando al mercado mundial. Al respecto, la crisis de chips es ya una realidad que, según se ha pronosticado, iría hasta el 2022.
La Cámara de Comercio de la Unión Europea (UE) pronosticó, por su parte, que esta crisis podría prolongarse hasta marzo del 2022. Según EFE, el presidente de la institución “Jörg Wuttke, pronosticó en un encuentro con medios que la situación seguirá siendo “desalentadora” debido a esta escasez de energía que ha llegado a provocar apagones en zonas residenciales de algunas regiones nororientales del país”.
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Según Infobae, los datos oficiales publicados el domingo 31 de octubre mencionaban que “el Índice de Compras Gerenciales (ICG), un medidor de la actividad manufacturera en la segunda economía mundial cayó a 49,2 este mes, desde 49,6 en septiembre, reveló la Oficina Nacional de Estadística (ONE)”.
¿La era de las energías renovables y limpias? David Fickling, columnista especializado temas de materias primas, así como empresas industriales y de consumo, a través de un artículo en en Bloomberg señala que este es el momento para poner sobre el tablero este tema. ¿Será entonces momento para dar un giro de 180 grados y volver a la estrategia utilizada en 1990, cuando la producción de su energía era principalmente de fuentes renovables, como lo registra la web Datos Mundiales.
Curiosamente, China ha otorgado beneficios económicos como devoluciones de impuestos o préstamos a bajo interés durante años a las empresas en sectores claves como energías renovables y vehículos eléctricos. Esto ha permitido que Pekín se convierta en el productor de las tres cuartas partes de los paneles solares del mundo, según la Asociación de la Industria Fotovoltaica de China, y de más de un tercio del mercado global en turbinas eólicas. Según informa El País, en el 2020 China construyó más parques eólicos que todo el planeta, un dato obtenido gracias al Consejo Global de Energía Eólica.
“El Partido Comunista lleva cerca de 7 a 10 años, ‘promoviendo’ el desarrollo de energías limpias. Con ‘promoviendo’ el uso en realidad nos referimos a la fabricación de productos relacionados con energías limpias, no necesariamente para implementarlos y volverlos menos costosos y más eficientes su producción, sino para concentrar la producción de un elemento que puede ser muy útil en el futuro. Las prácticas comerciales de China destruyeron a los productores de paneles solares en todo el mundo a través de la estrategia de venta. Pero esto no ha significado hasta ahora una reducción en la huella de carbono del país”, puntualiza el economista de Credicorp.
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Es importante recordar que en septiembre el presidente de China, Xi Jinping, se dirigió a la Asamblea General de Naciones Unidas e informó que “China intensificará el apoyo a otros países en desarrollo de energía verde y baja en carbono, y no construirá nuevos proyectos de energía a carbón en el extranjero”. Según datos publicados por Bloomberg, más del 70% de todas las plantas de carbón del mundo construidas actualmente dependen de fondos chinos, según datos del Instituto Internacional de Financiación Verde, con sede en Pekín, publicados por Bloomberg en Línea.
Del mismo modo, en el primer día de la COP 26, Xi, a través de una declaración escrita y no por video como lo hizo anteriormente, llamó a los países asistentes a crear una receta correcta que permita hacer frente a los grandes retos globales como el cambio climático. Para ello, precisó, es “necesario aprovechar las innovaciones de la ciencia y la tecnología para fomentar la transformación” para actualizar el sector energético y su patrón de consumo promoviendo un modelo económico basado en el desarrollo verde, circular y bajo en carbono. Asimismo, subrayó que desde China realizarán grandes esfuerzos para “planificar y construir grandes centrales eólicas y fotovoltaicas” y que trabajan ya en planes para los sectores clave como “carbón, la electricidad, el hierro y el acero”.
¿Qué espera China entonces para dejar de lado la energía de a base de carbón para apostar realmente por la fotovoltaica y eólica como matrices energéticas?
El problema de China tiene dos aristas, como comenta Camacho. La primera es política. “Más allá del discurso de que el Partido Comunista está comprometido con revertir su huella de carbono, para ellos es muy importante vender la imagen al mundo de que saben lo que están haciendo y que, efectivamente, son un país donde todo funciona perfectamente. Los Juegos Olímpicos de Invierno Pekín 2022 son la vitrina ideal para mostrarle al mundo su superioridad de modelo político”, señala.
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En segundo lugar, el tema pasa por problemas geopolíticos. Según recuerda Camacho, el peso relativo de China en el mundo empieza a crecer de manera acelerada a partir del 2005-2006. Para satisfacer las metas de crecimiento del partido se necesitaban fuentes de energía y, dadas las dificultades que hay para controlar los ríos y la generación hidroeléctrica, se volcaron a las termoeléctricas que les requería poner carbón.
“El tiempo que se requiere para generar toda la infraestructura de no renovables es muchísimo más largo de lo que ellos están dispuestos a entregar para cumplir con sus objetivos de crecimiento. En últimas, tienes ahí una combinación en donde las termoeléctricas han jugado un papel importante por la configuración hidrológica del país y en el cumplimiento de las necesidades de crecimiento de los objetivos de del Partido Comunista. Por eso, difícilmente les va a interesar hacer la transición”, finaliza Camacho.
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