Felipe Larraín, dos veces exministro de Hacienda en los gobiernos de Sebastián Piñera, visitó el país en el marco del décimo aniversario de Videnza. El Comercio conversó con el también profesor titular de Economía en la Pontificia Universidad Católica de Chile (UC) y director del Centro Latinoamericano de Políticas Económicas y Sociales en la misma universidad (Clapes UC). Para Larraín, uno de los partícipes de la fundación de la Alianza del Pacífico, este esfuerzo entre Perú, Chile, México y Colombia tiene un futuro promisorio, siempre que exista la voluntad política de sus estados miembros.
La fundación de la Alianza del Pacífico está a punto de cumplir 13 años. En el año pasado, México no quiso ceder la presidencia pro tempore al Perú y Chile tuvo que recibirla provisionalmente. Bajo esa mirada, ¿este bloque económico se ha debilitado?
Todavía creo que es muy promisorio el futuro de la Alianza del Pacífico, siempre y cuando tengamos la voluntad política de actuar en conjunto. Nos hemos distraído en algunos conflictos, como el impasse del año pasado. Eso nos distrae del objetivo central que es integrarnos más y tener nuevos miembros que comulguen con esta idea de cooperación y de abrir nuestras economías, de formar una economía más grande.
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Me tocó estar en la fundación de la Alianza del Pacífico. Fue una de las experiencias e instancias más promisorias de integración en América Latina. Hubo otras instancias de integración, pero con muy poco movimiento. La alianza fue mucho más que una mera integración comercial. Me acuerdo de algunos proyectos, como el Mercado Integrado Latinoamericano (MILA). También hubo la idea de hacer una ventanilla única regional. En la alianza se emitió un bono catastrófico regional, hicimos un ‘pooling’ de riesgos y conseguimos mejores condiciones en los mercados financieros. Eran proyectos e ideas que teníamos.
Para mí, ese sueño sigue intacto, pero creo que hemos perdido dinamismo en la alianza, tal vez porque algunos gobiernos se sienten menos identificados con sus objetivos y esta idea de integración.
¿Usted visualiza esta integración como una ‘Unión Latinoamericana’? Tomando como ejemplo a la Unión Europea.
Eso es. La Unión Europea nos da una lección en integración. Miremos a la Unión Europea, que tuvo conflictos más recientes que los que hemos tenido, como la Segunda Guerra Mundial. En la Unión Europea hay libre movilidad de capitales y de bienes, es un área económica común, más allá de un simple pacto o alianza de libre comercio.
Creo que la Alianza del Pacífico tiene mucho potencial en la medida que los países miembros se dediquen a empujarla, donde se crea en la alianza. Hay muchos observadores externos y países a los que les interesa estar. Prefiero ver el vaso medio lleno y decir que tenemos una instancia de integración muy potente para nuestros países. La Alianza del Pacífico ha perdido fuerza, pero espero que la recupere.
"Es muy importante tener instituciones fiscales como la regla fiscal, un consejo fiscal autónomo, fondos soberanos que permitan dar estabilidad a la política fiscal en el tiempo".
A nivel regional, el FMI publicó el martes sus previsiones económicas, donde se estima un bajo crecimiento para América Latina de 2% para este año y solo en Sudamérica, de 1,4%. ¿Qué visión regional tiene sobre ello?
Primera cosa, entre 2012 y 2019, Latinoamérica crece menos [económicamente] que el mundo. Segundo, somos la región más golpeada económicamente por la pandemia, caemos 7% en el 2020 y nuestra recuperación es más débil que la del resto del mundo. Esto tiene varias cosas, tiene que ver con políticas económicas que se siguieron en varios países de nuestra región.
¿Recientemente o a lo largo de los años?
A lo largo de los años. Uno tiene que ver con políticas económicas y otro con las instituciones, con la calidad de estas en la región. Una receta que es infalible son los bancos centrales autónomos, cosa que compartimos entre Chile y Perú, pero que en otros lugares no están. Somos la región con más países dolarizados, son tres. Hay que darle estabilidad al país en materia monetaria a través de un banco central autónomo. Es muy importante eso, tener instituciones fiscales como la regla fiscal, un consejo fiscal autónomo, fondos soberanos que permitan dar estabilidad a la política fiscal en el tiempo, el respeto al ‘rule of law’ o la regla del derecho y el derecho de propiedad.
Uno de los temas que más me apasiona es el crecimiento económico y explicar qué hace que a ciertos países les vaya mejor que a otros. Hay una serie de elementos detrás de este crecimiento. Le añado el tema de la ‘permisología’ que existe en la región: hay proyectos de envergadura que toman más de 10 años en ver la luz desde su comienzo y tiene que ver con una cantidad enorme de permisos. Existe en Chile, en Perú y en el resto de nuestra región.
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Añado otra cosa: los índices de seguridad personal en nuestra región se han deteriorado. En mi país, por ejemplo, tenemos la penetración del crimen organizado.
Con la organización criminal ‘El Tren de Aragua’. Chile está viendo recientemente casos relacionados a ellos.
El Tren de Aragua, aunque el canciller venezolano lo niegue y tape el sol con un dedo, porque todos sabemos que existe el Tren de Aragua y de dónde viene. Eso [la inseguridad] también está llevando a tener nuevas formas de crimen organizado. Por ejemplo, hay países donde el secuestro prácticamente no existía antes y hoy tenemos secuestro y sicariato en varios países de la región. Además de afectar mucho la calidad de vida de las personas, hace más caro conducir los negocios y el costo de producir.
Esas cosas tenemos que pensar si queremos tener desarrollo económico. ¿Qué genera el crecimiento económico? Más oportunidades para las pequeñas y medianas empresas (pymes), más empleo, mejores salarios y más recaudación fiscal. El crecimiento económico es virtuoso, los gobiernos de la región deberían poner en el tope de su agenda económica el crecimiento económico, porque a través de eso vamos solucionando muchos problemas.
"En la parte de seguridad, el enfoque estrictamente nacional no es suficiente hoy en día. Requerimos más que nunca la cooperación regional para luchar exitosamente contra la delincuencia y el narcotráfico".
¿Y estamos yendo contra este crecimiento?
Cuando los gobiernos se dedican a tratar de poner agendas en contra del crecimiento económico o que no lo priorizan, no generamos [crecimiento] y nos hacemos un daño a nosotros mismos. Eso exige una mirada al crecimiento, no solo [con] reformas tributarias, que también son muy importantes, sino con instituciones, respeto al derecho de las personas, también reducir la ‘permisología’.
En Chile hablamos de ‘permisología’ en general, en los grandes proyectos. Esto es el costo de la burocracia. Nos tenemos que preocupar cuando la burocracia no tiene sentido de urgencia y tiene plazos legales que no se cumplen.
Y en la parte de seguridad, el enfoque estrictamente nacional no es suficiente hoy en día. Requerimos más que nunca la cooperación regional para luchar exitosamente contra la delincuencia y el narcotráfico, porque tenemos bandas organizadas que operan en la región. Uno se pone duro en un país y la banda se mueve a otro país. Ahí tenemos que establecer más confianzas y más cooperación para luchar contra la delincuencia.
En Clapes UC calculamos hace poco su costo para Chile. En lo que pudimos medir, que es una subestimación, son US$7.000 millones anuales que perdemos entre gastos de prevención y los que se tienen que hacer cargo de las consecuencias que deja la delincuencia y la criminalidad. Ahí tenemos algo en lo cual cooperar, porque solos no va a resultar [la solución].
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En el Perú, los gremios empresariales y sindicatos de trabajadores se habían unido para pedir al Estado acciones más activas contra la inseguridad y una participación del empresariado en las estrategias contra este problema. ¿En Chile también ocurre ello?
Tenemos una situación similar. Lo que hace [la inseguridad] es poner un costo a la actividad diaria de las personas. Hay un indicador de asesinatos por cada 100.000 habitantes, que ha aumentado fuertemente en la región. Se requiere la cooperación público-privada y también que los particulares ayuden en el control de la delincuencia, pero la primera responsabilidad es de los gobiernos.
De nuevo a los temas económicos. En el año pasado, Argentina y Perú registraron contracciones económicas, mientras que Chile y Colombia tuvieron un crecimiento ligero. ¿Qué demuestra esto? ¿Hay un fracaso de políticas de izquierdas y derechas?
Esto corresponde a habernos olvidado la importancia del crecimiento económico. En Chile, entre 1990, cuando recuperamos la democracia, y el 2013 crecíamos a más del 5% anual y de repente pasamos a crecer 2% anual. Tiene que ver con algo que le ocurre a los países cuando empiezan a ir mal en crecimiento: tienen un deterioro en la calidad de las instituciones o tienen que mejorar la productividad. Los temas centrales donde hay más volatilidad son en productividad e inversión, y ahí se compite con el resto del mundo.
¿Qué oportunidades de crecimiento tenemos en la región?
La economía chilena y la peruana son primos muy cercanos, extraordinariamente parecidas en su estructura: un sector minero fuerte, un sector agropecuario y agroindustrial importante, y un sector pesquero.
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Quiero entrar a todas las potencialidades de América Latina. En primer lugar, la transición energética, en nuestra región hay una gran riqueza para poder producir energías renovables. En la Unión Europea se está poniendo un arancel de importación al contenido de los productos importados. También va a ser una herramienta de competitividad y eso para mí es un tema central.
Está el tema del ‘reshoring’ o ‘nearshoring’ [que consiste en que las empresas lleven sus procesos a territorios cercanos a sus países de origen] que se da después de la pandemia y que empezó a medida que la globalización se está contrayendo. Hay una oportunidad enorme. Para los próximos años, en el mediano plazo, se puede generar un orden de US$70.000 millones de exportaciones anuales desde Latinoamérica con motivo del ‘reshoring’. Ahí tenemos otra oportunidad muy importante a nivel regional.
También tenemos una gran biodiversidad y diversidad cultural. Podemos ser una región de destinos turísticos de clase mundial, ustedes ya lo son, por ejemplo. Entonces, hay una materia prima importante que al mirarla uno dice que esta región es muy bendecida. Pero no solo eso basta, hay que saber manejarlo para ver los frutos y para que las nuevas generaciones vean los frutos de lo que se puede producir en América Latina. Eso requiere de acciones que requieren de voluntad política. Y lamento que, en vez de más integración, vemos más conflicto entre los países de la región.
"Desde hace tiempo, la pobreza es una prioridad nacional en las políticas públicas de Chile. Eso se refleja en tener buenas políticas sociales, políticas de contención sobre todo para quienes tienen menos [recursos]. Una política importante son las transferencias condicionadas".
Mencionando los conflictos, recientemente vemos problemas entre Ecuador y México, o incidentes entre Argentina con Chile y Colombia, entre otros. ¿Qué tendencia observa a futuro?
Otra oportunidad [de crecimiento] está en la integración de la región, pero por otro lado tenemos los conflictos y la inacción para profundizar en hechos esta integración. Los gobiernos tienen mucho que hacer, pero mucho tiene que ver con lo que haga el sector privado, que tenemos que fomentar. Me encanta cuando veo muchos empresarios peruanos invirtiendo en Chile y veo otros empresarios chilenos que invierten acá. De alguna manera, se va generando más dialogo y confianza.
Después, los gobiernos tienen que hacer su parte, reducir las barreras, dar más seguridad y evitar conflictos innecesarios. Esa es otra cosa que tenemos, tenemos estos conflictos entre países bilaterales que no ayudan a la integración regional.
En materia de pobreza, Chile alcanzó el 6,5% en el 2022, mientras que el Perú se ubicó en 27,5% en ese año y Argentina llegó al 57,4% en enero de este 2024. ¿Qué podemos aprender para reducir los niveles de pobreza?
La razón del éxito de Chile son varias. Primero, la voluntad política transversal para los gobiernos de distintos lados del espectro político. Desde hace tiempo, la pobreza es una prioridad nacional en las políticas públicas de Chile. Eso se refleja en tener buenas políticas sociales, políticas de contención sobre todo para quienes tienen menos [recursos]. Una política importante son las transferencias condicionadas, en el que se le entrega una transferencia estatal a la gente de pocos recursos, en la medida que cumplan con ciertas condiciones, como, por ejemplo, llevar a los hijos a la escuela o tener las vacunaciones al día. Estas cosas ayudan. Ese es un elemento.
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El segundo elemento es el crecimiento económico. O sea, políticas sociales, voluntad política, crecimiento económico y una red social eficiente donde tienes mapeado dónde están los pobres y cómo llegar a ellos en la forma más eficiente posible. Así, de tener casi el 50% de la población bajo la línea de pobreza entre medianos y fines de los 80, nosotros teníamos al 2022 al 6,5% [de la población] bajo la línea de pobreza. Eso es un elemento de legítimo orgullo que sentimos, porque la persona pobre carece de elementos fundamentales que afectan su dignidad.
Este es un tema de compromiso ético con esos sectores. A medida que la gente sale de la pobreza y pasa a la clase media, demanda más bienes y servicios, y contribuyen con la recaudación del país.
También hay algo de formalización en este proceso: todos nuestros países tienen en la informalidad a una alta parte de la población y de la fuerza laboral. La tasa promedio para América Latina está cerca del 50% de informalidad, pero hay países con 80%, como Bolivia. Perú tiene una alta tasa [de 71,9%]. Chile es de los países que menos tiene, 27,5% de la masa laboral es informal. La gente en informalidad tiene más pobreza y menos protección. Ahí hay otro tema importante para nuestra región: reducir los niveles de informalidad.
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Sobre Argentina, ¿qué se puede esperar a nivel económico? ¿Las medidas de ajuste de Javier Milei van a tener resultados económicos positivos o eso demoraría?
Las políticas que siguió el presidente Milei son duras, pero era difícil no seguir un camino así, porque Argentina iba camino a la explosión y estaba al borde de la hiperinflación, que es un fenómeno especial de aumento de precios donde la inflación mensual es mayor a 50%. Eso equivale en tasa anual a casi 13.000%.
Milei ataca la base del problema inflacionario. Este modelo de inflación elevada argentina tiene su base en que el Gobierno. Tiene un tremendo déficit fiscal y no tiene a nadie que le quiera prestar, porque el gobierno incumplió con los compromisos de deuda muchas veces. Cuando nadie le quiere prestar, debe recurrir al prestamista de última instancia, que es el banco central. Eso significa un aumento de la masa monetaria y lo que hace es poner una presión fuerte sobre los precios. Justamente, el gobierno del presidente Milei hace un ajuste fiscal fortísimo. La última vez que vi era del orden de 5 puntos del producto [bruto interno] que se ajustaron en términos de gasto. Esto significa varias cosas, por ejemplo, sinceramiento de precios. Eso ha llevado a niveles de inflación bastante altos, Argentina tiene más de 200% de inflación, pero está descendiendo en este momento.
Aquí hay una cosa muy importante: actuar sobre las causas de la inflación, en este caso el déficit fiscal. Pero en una segunda etapa de las reformas, el presidente Milei tendrá que mirar temas importantes como las instituciones fiscales, porque no basta con reducir el déficit. Tiene que asegurarse que existan instituciones para que la próxima persona que llegue al Gobierno tenga limitaciones si quiere aumentar el déficit. Para eso, hay que incorporar una regla fiscal, un consejo fiscal autónomo, un fondo soberano, dar verdadera autonomía al banco central. Esas son reformas de segunda generación.
Me alegro que no haya hecho, al menos por el momento, algunas cosas que a mi juicio hubieran sido equivocadas, como la dolarización de la economía. Habría sido un error. Lo que corresponde es darle credibilidad a las instituciones que manejan la política monetaria. Esto es muy importante. Sobre el discurso de apertura de la economía, estoy muy de acuerdo y le deseo lo mejor. No es fácil lo que tiene adelante: tiene una posición dura, minoría en el Congreso y en algunos temas puntuales, confrontaciones con el Poder Judicial. No le queda demasiado tiempo para realmente controlar la inflación, porque si no, lo que vamos a ver en estos procesos de alta inflación es que los salarios reales se deterioran. Al final, es la gente común la que termina pagando estos procesos, porque hay otros, los que tienen más, que están bien resguardados.
"En el discurso y programa de Gobierno de Gabriel Boric, el tema de crecimiento [económico] no estaba, no tenía prioridad alguna. A medida que pasó el tiempo, ese discurso ha cambiado y es positivo eso".
Respecto a Ecuador, la proyección económica del FMI es que crezca 0,1% este año y 0,8% el siguiente. ¿Qué efectos se deben a la violencia, al conflicto armado interno y a la respuesta que ha tenido la gestión de Daniel Noboa?
Ecuador tiene un serio problema de seguridad y violencia. Su índice de asesinato está cerca de 40 [muertos] por cada 100.000 habitantes. No sé que habrá pasado con las últimas medidas del presidente Noboa, pero me parece muy importante lo hecho en materia de contar con apoyo militar en las calles, respetando los derechos de las personas, para devolver la tranquilidad, reducir la violencia y enfrentar con éxito al crimen organizado. Ningún país va a poder progresar en serio con los niveles de violencia que existen en Ecuador.
La primera batalla es contra la delincuencia y si se gana, va a ser un elemento muy importante para estimular posteriormente la inversión extranjera. Piense en lo que significa la inversión extranjera en un país con esos índices de violencia. Es muy difícil atraer a gente que quiera ir a vivir a un país con altos índices de violencia y delincuencia. Este es un tema central.
Tengo mucha simpatía a Ecuador, fui asesor del ex presidente [Guillermo] Lasso, solamente para comentarlo y ser transparente.
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También fue ministro de Haciendo en los dos gobiernos de Sebastián Piñera. Con ello, ¿qué visión tiene del gobierno de Gabriel Boric, de distinta línea ideológica?
Este es un gobierno más a la izquierda que el de Michelle Bachelet, donde la coalición central, el Frente Amplio y el Partido Comunista, es la columna vertebral del Gobierno. En su discurso y programa de Gobierno, el tema de crecimiento [económico] no estaba, no tenía prioridad alguna. A medida que pasó el tiempo, ese discurso ha cambiado y es positivo eso. Son los fríos hechos los que mostraron que era importante preocuparse por el crecimiento económico, sobre todo cuando va en su tercer año y Chile en el 2022 creció 2,4%, en el 2023, 0,2%, y este año las proyecciones de crecimiento están al 2,5%. Estamos abajo del 2% de crecimiento en promedio de estos 3 años. Eso es una señal de alerta.
Uno debe poner el discurso junto con la acción, es importante que ocurra. Hay proyectos interesantes en el país, como, por ejemplo, reducir la ‘permisología’, no eliminarla. Buscamos que la gente cumpla con las obligaciones, pero al Estado lo ayudamos poco. Ese proyecto lo encuentro positivo. El manejo fiscal ha sido prudente, más allá de diferencias menores, pero no mayores. Tuvimos una gran expansión fiscal en época de pandemia que se acercó a 10 puntos del producto, que se entiende. Eso se redujo fuertemente, es importante.
Tengo fuertes diferencias por temas como el proyecto tributario o el de pensiones, pero creo que es una cosa más matizada. Al final del día, el tema de la delincuencia en Chile también está pegando en nuestra posibilidad de tener crecimiento económico.
"Tenemos un tema en el caso peruano con la inestabilidad política. Los países no son inmunes a ello y una de las cosas a hacer es un esfuerzo de reducir los niveles de incertidumbre para que florezcan los emprendimientos privados".
¿Hizo bien Boric en criticar a distintos líderes de izquierdas en la región?
Ha sido un gran crítico. Tengo total concordancia con él. Por ejemplo, fue crítico de Nicaragua y de Venezuela. El presidente Boric es un demócrata, a diferencia de lo que ocurre en Venezuela y Nicaragua. Le extendería también a Cuba, que él no lo ha mencionado en su crítica, pero también uno debería criticar con la misma fuerza a la dictadura cubana.
Mencionó que entre Perú y Chile tenemos similitudes. ¿Cómo ve a la economía peruana, afectada por la crisis política?
Perú y Chile eran de los países que normalmente estaban en la parte alta de la tabla o con mayor crecimiento económico en la región, pero el año pasado estuvieron en la cola de la tabla en Latinoamérica.
Aquí tenemos un tema, en el caso peruano, con la inestabilidad política. Los países no son inmunes a ello y una de las cosas a hacer es un esfuerzo de reducir los niveles de incertidumbre para que florezcan los emprendimientos privados. Cuando pienso en esto, no pienso solo en las grandes empresas, pienso en un mundo enorme de pymes que luchan día a día por sobrevivir y virtualmente que están estancados en la economía, creciendo muy poco.
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Un aspecto es la reforma pensionaria, que se está debatiendo a nivel legislativo en el Perú y en Chile la propuesta está en el Senado. ¿Qué puntos a favor existen y qué podemos tomar de ejemplo a Chile?
Hay una cosa que copiaron y que es inconveniente: los retiros. En Chile se ocurrió realizar el retiro de los fondos de pensiones cuando hubo una ayuda estatal muy importante a la gente, pero era muy popular y siguió una política populista. Mi mensaje a Perú, con todo respeto, sería ‘copiemos de las cosas buenas, no de los retiros’.
Viendo la reforma previsional, ¿hay posibilidad de que haya un sistema mixto entre privados y públicos o el sistema debe enfocarse en las AFP?
Es lo mismo si se llama AFP, [pero] las personas deben tener la oportunidad de escoger libremente quién les va a administrar sus ahorros. Siempre voy a estar opuesto a un monopolio estatal que pretenda administrar los ahorros de los trabajadores y controlar las inversiones y el mercado de capitales. Por supuesto que [el sistema previsional] va en conjunto con un sistema de seguridad social que se preocupe por quienes tienen pensiones más bajas. En Chile hace poco tenemos la Pensión Garantizada Universal (PGU), que garantiza a todos una pensión de 200.000 pesos, o sea, poco más de US$200 mensuales y que aspiramos a que llegue a niveles de 250.000 pesos, es decir, US$260 o US$270 mensuales. Esto es importante, nos tenemos que preocupar de aquellos que no tuvieron la posibilidad de ahorrar, pero también tenemos que estimularlos al ahorro.
Los ahorros de los trabajadores son de ellos y deben ir a sus cuentas individuales en lo fundamental. Puede haber una parte que vaya a un fondo donde apoyemos a quienes tienen menores pensiones, pero la parte fundamental de los ahorros deben ir a las cuentas individuales y la gente debe poder escoger quién les va a administrar sus ahorros.
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Por otro lado, en el Perú se está construyendo el Puerto de Chancay, un ‘hub’ que conectará directamente a China con esta parte de América Latina. Con ello, ¿hay riesgo de que el Puerto de San Antonio en Valparaíso pierda mercado?
Chile y Perú deben ser grandes amigos que tienen que competir lealmente. Antes, nosotros éramos grandes productores de espárragos, ahora ya no producimos porque los peruanos nos sacaron del mercado de los espárragos y está bien, ustedes tienen mejores condiciones que nosotros para producirlos. Ocurre otro fenómeno interesante en el mercado de arándanos. Espero no nos desplacen del mercado de las cerezas (ríe).
Tenemos dos economías con una estructura productiva muy similar. Se nos van a dar oportunidades para cooperar y también para competir. Como parte de nuestra competitividad, tenemos que mejorar la capacidad de nuestros puertos y tenemos el proyecto del megapuerto de San Antonio. Si al final del día nuestros puertos nos están quedando chicos [por] los volúmenes de comercio exterior que estamos desarrollando, vamos a tener que invertir en infraestructura portuaria.
La sana competencia es virtuosa en muchos sentidos y esto tiene que ir junto con la cooperación. Pretender que esto va a ser pura cooperación sin nada de competencia me parece una quimera. Hay que tener ambas cosas.
También no hay que olvidarnos de la infraestructura para llevar nuestras producciones a los puertos, eso es un apoyo a mucha gente que vive en el mundo rural, en lugares apartados, donde hay posibilidad de producir bienes y muchos productos de calidad para llevarlos a los grandes mercados. Tenemos que darles una pequeña facilidad con la infraestructura de acceso.