El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé un “repunte del crecimiento del 3% en 2024″ para el Perú. “Una mayor recuperación de la confianza podría impulsar la inversión privada y el megapuerto de Chancay podría mejorar aún más estas perspectivas”, indica Kristalina Georgieva, directora gerente de la entidad en entrevista con El Comercio.
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Se espera que algunos de los países de América Latina crezcan a un ritmo de entre 2% y 3% el próximo año. ¿Considera que es un crecimiento poco significativo o mediocre, o un estancamiento económico?
Permítame comenzar agradeciéndole por esta entrevista con El Comercio. Estoy encantada de estar en Perú, como parte de nuestros compromisos en la Cumbre de APEC. Para responder a su pregunta, quisiera empezar con las buenas noticias. América Latina ha mostrado una resiliencia significativa a los múltiples choques de los últimos años, incluyendo la pandemia y sus secuelas, el aumento de la inflación, las repercusiones económicas de los conflictos en otras partes del mundo, choques relacionados con el clima, y más. El mérito es de las sólidas instituciones y marcos de política macroeconómica establecidos en muchas partes de la región. La mayoría de las economías operan ahora cerca de sus niveles potenciales, con mercados laborales fuertes y una tasa de desempleo que en algunos casos se sitúa en mínimos históricos. La noticia no tan buena es que, en los próximos años, se espera que la región vuelva a su tasa de crecimiento histórica de alrededor del 2,5% anual, considerablemente más baja que en otras regiones. Detrás de esto hay obstáculos al crecimiento que vienen de lejos, como las bajas tasas de inversión, el envejecimiento de la población y el escaso crecimiento de la productividad. Las reformas estructurales serán fundamentales para impulsar el crecimiento y elevar el nivel de vida en la región.
El pronóstico del FMI para el crecimiento mundial para 2025 es de 3,2% y para el mediano plazo, 3,1%, la cifra más baja en décadas. ¿Esto se explica por efecto de la pandemia o por el manejo macroeconómico postpandemia?
Gracias en gran medida a la respuesta rápida y coordinada de los hacedores de política logramos evitar una recesión económica mundial tras la pandemia y otros choques recientes. Hemos observado una notable capacidad de recuperación en las economías avanzadas y, especialmente, en las economías emergentes, gracias a la solidez de sus políticas. Pero las consecuencias de estos choques siguen con nosotros, y en un mundo más propenso a choques esta resiliencia se pondrá a prueba una y otra vez. Las divergencias aumentaron tanto dentro de cada grupo de países como entre ellos, ya que los países de bajos ingresos fueron los más afectados por la pandemia. Las interrupciones de la cadena de suministro han tenido efectos duraderos en la producción mundial. Para muchos países, la contención de la inflación ha sido un lastre para el crecimiento. Estos elementos han agravado retos preexistentes, como el envejecimiento poblacional, la debilidad de la inversión y un crecimiento de la productividad históricamente bajo. El resultado es un mundo de bajo crecimiento y alto endeudamiento. La clave para impulsar el crecimiento reside en las reformas: ampliar la cobertura sanitaria, mejorar el acceso a la educación, hacer que los mercados de trabajo funcionen para las personas, reducir las barreras a la competencia, apoyar los emprendimientos empresariales, reducir la burocracia y avanzar en la digitalización, por nombrar algunas. Juntas, este tipo de reformas pueden contribuir a generar el crecimiento que necesitamos.
Con la victoria de Donald Trump, si la guerra comercial entre China y Estados Unidos se intensifica, ¿cómo podrían países como Perú manejar el inevitable aumento de los costos del comercio internacional?
En primer lugar, esperamos trabajar con la nueva administración estadounidense. Mi experiencia con cualquier administración estadounidense siempre ha sido positiva porque Estados Unidos es pragmático. Como siempre, nuestro trabajo consistirá en evaluar cualquier política relacionada con el comercio a medida que se desarrolle. Será importante comprender los motivos que las impulsan y las posibles respuestas, y después evaluar los costes y beneficios para nuestros miembros.
En cuanto a la cuestión subyacente de cómo países como Perú pueden orientarse en un entorno comercial cambiante, un aspecto que a menudo se pasa por alto es cómo reforzar el comercio dentro de la propia América Latina. El comercio entre los países más grandes de la región representa menos del 7% de su comercio total. Esta proporción no ha cambiado en 25 años, y es menos de la mitad del nivel de comercio intrarregional en Europa del Este y en Asia Oriental, donde el comercio se ha profundizado significativamente.
Uno de los principales obstáculos al comercio regional es la falta de infraestructuras. Los análisis del FMI muestran que si América Latina pudiera reducir a la mitad la brecha de infraestructuras entre la región y las economías avanzadas, las exportaciones podrían aumentar un 30%, impulsando el PBI regional hasta un 7%. Se trata de oportunidades a su alcance, y bajo su control, para impulsar el comercio y el crecimiento económico aquí mismo, en la región.
El 14 de noviembre se inauguró en Perú el megapuerto de Chancay, el más importante del Pacífico. ¿Esto refleja la presencia china en América Latina?
El megapuerto de Chancay puede mejorar las perspectivas de crecimiento de Perú y aportar beneficios a la región en general. La construcción de infraestructura pública para mejorar las conexiones terrestres con Lima y los países vecinos puede ayudar a aprovechar todo el potencial del puerto. Gracias a su próspero sector privado, la fuerte protección de la inversión privada, la apertura comercial y la estabilidad macroeconómica, Perú ha experimentado un fuerte crecimiento del comercio y de la inversión extranjera directa. Aunque la participación de China en las exportaciones de la región ha ido en aumento, Estados Unidos y las economías europeas avanzadas siguen siendo las principales contrapartes de los flujos comerciales y de inversión extranjera directa para Perú y la región.
¿Debe preocuparnos el crecimiento chino? Países como el Perú cuentan con la demanda de cobre proveniente del gigante asiático.
Como segunda economía mundial, las perspectivas económicas de China tienen implicaciones para el resto del mundo, incluido Perú. Aunque prevemos que se desacelerará ligeramente en 2025, esperamos que el crecimiento en China siga siendo resistente. Acogemos con beneplácito las medidas políticas anunciadas recientemente para abordar los desafíos de su sector inmobiliario. Mediante nuevas reformas, China puede seguir trabajando para reequilibrar su economía hacia la demanda interna. A escala mundial, se espera que la transición verde aumente la demanda y mantenga elevados los precios del cobre. Perú, que es el segundo mayor productor de cobre del mundo y posee las terceras mayores reservas, puede maximizar los beneficios de la transición verde acelerando la inversión minera, incluyendo la reanudación de proyectos que se han retrasado.
¿Identifica algún riesgo económico para el Perú en el 2025? ¿Qué tanto pesa en ese análisis que sea el próximo un año pre-electoral?
Esperamos un repunte del crecimiento del 3% en 2024. Una mayor recuperación de la confianza podría impulsar la inversión privada y el megapuerto de Chancay podría mejorar aún más las perspectivas de crecimiento. También existen algunos riesgos a la baja: una desaceleración del crecimiento de los socios comerciales, la volatilidad de los precios de las materias primas y una elevada incertidumbre política. Pero, en general, consideramos que los riesgos se encuentran balanceados. La probada resiliencia macroeconómica de Perú se ve reforzada por muy fuertes amortiguadores incluyendo una relativamente baja deuda pública, abundantes reservas internacionales, acceso continuo a los mercados internacionales de capital en condiciones favorables, y un sector financiero robusto.
La agenda APEC 2024 ha incluido temas como la informalidad y las nuevas estrategias para atraer a jóvenes talentos. ¿Qué le ha parecido lo más relevante y qué tema debería continuarse desarrollando en este foro el próximo año, bajo la presidencia de Corea?
Bajo la presidencia de Perú este año, se estableció un trabajo crucial para avanzar hacia la visión de APEC de una Asia-Pacífico abierta, dinámica, resiliente y pacífica para 2040. La presidencia de Corea en 2025 continuará construyendo sobre ese progreso, explorando temas como la restauración del dinamismo económico, la política fiscal para el crecimiento sostenible y el impacto de las finanzas digitales en sus economías. Estas prioridades coinciden con la labor del FMI. La colaboración, incluso a través de plataformas como APEC, no solo es beneficiosa: es esencial. Trabajando juntos, podemos abordar más eficazmente la elevada deuda, salvaguardar los logros de la integración económica, acelerar la resiliencia climática y aprovechar el potencial de las nuevas tecnologías -incluidas la inteligencia artificial y las innovaciones ecológicas. Todo ello nos ayudará a afrontar los retos económicos actuales y a allanar el camino hacia un futuro más inclusivo, resiliente y sostenible para la región Asia-Pacífico.
“We consider the risks for Peru to be balanced”
The International Monetary Fund (IMF) predicts a “rebound in growth of 3% in 2024″ for Peru. “A greater recovery of confidence could boost private investment and the Chancay megaport could further improve these prospects,” says Kristalina Georgieva, managing director of the entity in an interview with El Comercio.
Latin American countries are expected to grow at a rate of between 2% and 3% next year. Do you consider this growth to be insignificant or mediocre, or rather an economic stagnation?
Let me begin by thanking you for this interview with El Comercio. I am delighted to be in Peru as part of our commitments at the APEC Summit. To answer your question, I would like to start with the good news. Latin America has shown significant resilience to the multiple shocks of recent years, including the pandemic and its aftermath, rising inflation, the economic repercussions of global conflicts, climate-related shocks, and more. The credit goes to the strong institutions and macroeconomic policy frameworks established in many parts of the region. Most economies are now operating close to their potential levels, with strong labor markets and unemployment rates at historic lows in some cases. The less favorable news is that in the coming years, the region is expected to return to its historical growth rate of around 2.5% annually, considerably lower than in other regions. This reflects growth obstacles that have been long-standing, such as low investment rates, an aging population, and sluggish productivity growth. Structural reforms will be key to boosting growth and raising the standard of living in the region.
The IMF’s forecast for global growth in 2025 is 3,2%, and for the medium term, 3,1%, the lowest in decades. Is this explained by the effects of the pandemic or post-pandemic macroeconomic management?
Thanks largely to the quick and coordinated response by policymakers, we managed to avoid a global economic recession after the pandemic and other recent shocks. We have seen remarkable resilience in advanced economies and especially in emerging markets, thanks to the strength of their policies. However, the consequences of these shocks are still with us, and in a world more prone to shocks, this resilience will be tested time and time again. Divergences have increased both within and between groups of countries, with low-income countries being the most affected by the pandemic. Supply chain disruptions have had lasting effects on global production. For many countries, containing inflation has been a drag on growth. These factors have exacerbated pre-existing challenges, such as an aging population, weak investment, and historically low productivity growth. The result is a world of low growth and high debt. The key to stimulating growth lies in reforms: expanding healthcare coverage, improving access to education, making labor markets work for people, reducing barriers to competition, supporting entrepreneurship, reducing bureaucracy, and advancing digitalization, to name a few. Together, these types of reforms can contribute to generating the growth we need.
With Donald Trump’s victory, if the trade war between China and the United States intensifies, how could countries like Peru manage the inevitable rise in international trade costs?
First, we expect to work with the new U.S. administration. My experience with any U.S. administration has always been positive because the United States is pragmatic. As always, our work will involve evaluating any trade-related policies as they develop. It will be important to understand the motives behind them and the possible responses, and then assess the costs and benefits for our members.
Regarding the underlying question of how countries like Peru can navigate a changing trade environment, one often overlooked aspect is how to strengthen trade within Latin America itself. Trade between the region’s larger countries accounts for less than 7% of their total trade. This proportion has remained unchanged for 25 years, and it’s less than half of the intraregional trade level in Eastern Europe and East Asia, where trade has deepened significantly.
One of the main obstacles to regional trade is the lack of infrastructure. IMF analysis shows that if Latin America could halve its infrastructure gap with advanced economies, exports could increase by 30%, boosting regional GDP by 7%. These are opportunities within reach and under control that could drive trade and economic growth right here in the region.
On November 14, the Chancay megaport, the most important in the Pacific, was inaugurated in Peru. Does this reflect China’s presence in Latin America?
The Chancay megaport could enhance Peru’s growth prospects and bring benefits to the region as a whole. The construction of public infrastructure to improve land connections with Lima and neighboring countries can help leverage the full potential of the port. Thanks to its thriving private sector, strong protection of private investment, trade openness, and macroeconomic stability, Peru has experienced strong growth in trade and foreign direct investment. While China’s share of the region’s exports has been increasing, the United States and advanced European economies remain the main counterparts for Peru and the region in terms of trade flows and foreign direct investment.
Should we be concerned about China’s growth? Countries like Peru rely on the demand for copper from the Asian giant.
As the world’s second-largest economy, China’s economic prospects have implications for the rest of the world, including Peru. While we expect it to slow slightly in 2025, we anticipate that China’s growth will remain resilient. We welcome the recently announced policy measures to address the challenges in its real estate sector. Through new reforms, China can continue working to rebalance its economy toward domestic demand. On a global scale, the green transition is expected to increase demand and keep copper prices high. Peru, the world’s second-largest copper producer and home to the third-largest reserves, can maximize the benefits of the green transition by accelerating mining investment, including resuming delayed projects.
Do you identify any economic risks for Peru in 2025? How much does the upcoming election year weigh in this analysis?
We are expecting a growth rebound of 3% in 2024. A greater recovery of confidence could boost private investment, and the Chancay megaport could further improve growth prospects. There are also some downside risks: a slowdown in growth from trading partners, commodity price volatility, and high political uncertainty. But overall, we consider the risks to be balanced. Peru’s proven macroeconomic resilience is reinforced by strong buffers, including relatively low public debt, ample international reserves, continuous access to international capital markets on favorable terms, and a robust financial sector.
The APEC 2024 agenda has included topics such as informality and new strategies to attract young talent. What do you find most relevant, and which issue should continue to be developed in this forum next year under Korea’s presidency?
Under Peru’s presidency this year, crucial work was done to advance towards APEC’s vision of an open, dynamic, resilient, and peaceful Asia-Pacific by 2040. Korea’s presidency in 2025 will continue building on that progress, exploring topics such as restoring economic dynamism, fiscal policy for sustainable growth, and the impact of digital finance on economies. These priorities align with the work of the IMF. Collaboration, even through platforms like APEC, is not only beneficial—it is essential. By working together, we can more effectively address high debt, safeguard the achievements of economic integration, accelerate climate resilience, and harness the potential of new technologies, including artificial intelligence and green innovations. All of this will help us address current economic challenges and pave the way for a more inclusive, resilient, and sustainable future for the Asia-Pacific region.