Pedro Ortiz Bisso

En las facultades de periodismo hay una pregunta que suele hacerse en las primeras clases que provoca resquemores en los alumnos: ¿Tus papás te aman? La respuesta inmediata, como es lógico suponer, es afirmativa. Los tartamudeos vienen con la repregunta: Pruébalo…

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En la vida hay millones de situaciones que damos por hechas, que no nos preocupamos por constatar porque creemos en las historias que nos han contado desde niños o escuchamos una vocecita interior que nos dice: “mejor no busques, no indagues, no escarbes… no te vayas a dar con una desagradable sorpresa”.

Todos creemos o, mejor dicho, damos por hecho que los deportistas matan por representar a su país, que son capaces de sacrificar sus sueños, sus familias, sus bienes por defender la sagrada camiseta bicolor. ¡Quién no lo haría…! repetimos como loritos, encorajinados, desde la comodidad de nuestros teclados, mientras llevamos a cabo la diaria y placentera tarea de juzgar con rigor de sargento de cuadra la vida de los demás.

Antes de que supiéramos que André Carrillo le dijo a Ricardo Gareca que fuera “a Huancayo, a Ayacucho, a buscar un extremo”, las dudas entre hinchas y periodistas sobre su real interés de jugar por la selección no eran un secreto. Desde los inicios de su carrera, el volante del Al Qadsiya ha arrastrado la fama de tener un refrigerador instalado en el pecho por el desgano que se le etiquetaba a su juego. Sus sobresalientes actuaciones en las eliminatorias y el Mundial de Rusia acallaron esas muestras de desconfianza, pero estas volvieron a avivarse durante el proceso Reynoso y, peor aún, en la última Copa América. Verlo tan errático e inexpresivo sobre el campo de juego sobrepasó los límites de la indignación.

Es posible que a Carrillo no le interese jugar más por la selección o que no la considere ya tan importante para los fines de su carrera. Está en su absoluto derecho. A nadie se le puede obligar a querer algo que no desea o por lo que ya no se le mueve un pelo. En “Open”, su desgarradora biografía, su tocayo André Agassi confesó que odiaba el tenis, pero decía que lo jugaba porque era lo único bueno que sabía hacer. Era una condena a la que debía someterse para poder sobrevivir.

Lo que sí es cierto es que gracias a “Enfocados”, el exitoso programa que conducen Jefferson Farfán y Roberto Guizasola, los periodistas hemos podido confirmar la retahíla de indisciplinas cometidas por diversos jugadores en las últimas eliminatorias y que en su momento fueron negadas en todos los idiomas por ellos mismos y los cuerpos técnicos y directivos que estuvieron cargo de esos procesos.

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¿Cuántos minutos ha jugado André Carrillo en la era Fossati?

La 'Culebra' ha disputado apenas 66 minutos en los siete partidos que disputó Jorge Fossati como técnico de Perú: 26' en el 0-0 ante Paraguay, 22' en el 1-0 vs El Salvador y 11' en el 0-1 frente a Canadá.

También que, como sospechábamos, el ego monumental de ciertos seleccionados -en particular los que jugaban en Europa-, los hizo sentirse más importantes que el escudo que afirmaban defender por una sencilla razón: eran conscientes que no tenían competencia. Que el nivel de los que venían detrás era notoriamente inferior. Así, antes que asumir con humildad y orgullo las convocatorias, más de uno usó estos viajecitos para vacacionar o satisfacer sus más caros deseos. Fue una suerte de extorsión con tobilleras.

Y desde la Videna nunca recibieron una negativa ¿O ustedes creen que Gareca iba a encontrar extremos en Ayacucho o Huancayo?