¿Por qué es importante vender jugadores?, por Miguel Villegas

Como si fuera el espejo de la bruja, las últimas Copas América tuvieron el mismo efecto distorsionador: vimos mejor de lo que es a la selección. Terceros en Argentina 2011 y otra vez terceros en Chile 2015, el equipo volvió a Lima así, como si su lugar en América fuera ese y no otro, el que sabemos. Había una grave diferencia: fuimos el puesto tres en esos torneos, pero seguíamos siendo coleros en Sudamérica. Cuando lo procesamos, fue demasiado tarde para pelear la Eliminatoria y ya habían pasado ocho fechas y apenas 7 puntos.

La sensación es efímera; los números no.

El rubro que no se discute es otro: la cantidad de transferencias que generó el mercado peruano post Copas. La calidad se puede discutir, claro. Discutir en la abundancia, no en la pobreza. Un dato: en los últimos dos años, trece futbolistas peruanos se movieron en el extranjero y de ellos, 9 fueron pases generados desde el torneo local, que como ya sabemos, ofrece las peores condiciones para formar, potenciar y exigir a sus jugadores. Cueva, Ascues, Flores, Ávila, Ramos, Gallese, Ruidíaz, Bulos, Mayora. Los pocos buenos, emigraron. Los más regulares, viajaron. Si esa no es una buena noticia, entonces cuál es.

Exigirle al medio peruano los 27 jugadores chilenos que movió solo en los primeros meses del 2015, -según radio Cooperativa- o la cotización de uno de sus Sub 20 similar a la de Marlos Moreno, comprado por Mánchester City al Atlético Nacional en 11 millones de euros -según el influyente diario El Tiempo-, no es solo es absurdo, también prueba el desconocimiento de la realidad que no tiene que ver solo con selección sino con los clubes fábricas. Digo mejor, con las instituciones decisivas del medio. Y salvo una o dos, ninguna lo es.

Vender jugadores no garantiza clasificaciones ni partidazos, pero sí nivel. Diferente nivel. O como dicen otros, la jerarquía que aquí no tenemos.

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