Al ver la foto que encabeza este artículo seguramente realizará ese ejercicio habitual y memorístico de nombrar a los integrantes de ese retrato grupal, sus nombres, posiciones, el partido al que corresponde. Claro que cuando se trata de la selección peruana y los onces de Ricardo Gareca no suele haber mucho misterio ni sorpresas. El ‘Tigre’ nos acostumbró a eso. Sin embargo, en medio de un mar de rostros conocidos, asoma uno que probablemente no resulte muy familiar. ¿Lo reconoce? Se trata de César Ortiz, un futbolista al que la oportunidad de vestir la bicolor le llego a los 32 años, tras una amplia y esforzada carrera en clubes de provincia, llena de altos y bajos, pero con un sueño incorruptible: representar algún día a Perú. Esa chance llegó el 1 de setiembre de 2016, en La Paz, por las Eliminatorias a Rusia 2018.
-Sus inicios en el fútbol-
Los ilusiones bicolores de César Ortiz se forjaron en el barrio de Fonavi, en Huacho, donde nació un 21 de diciembre de 1983. Allí creció y desarrolló su gusto por el fútbol jugando por la Escuela Arodomasi y representando al equipo de su colegio, el San José Maristas. A los 14 años, viajó a Lima, donde hizo las divisiones menores en Alianza Lima.
Compartió con chicos muy talentosos –con algunos, como Paolo Guerrero, coincidiría en la selección peruana más adelante– y comprendió que sus fantasías futboleras necesitaban ser aterrizadas en hechos concretos, que no necesariamente iban de la mano con el talento, sino con el esfuerzo que uno debe depositar en cada objetivo que se trace. Comprendió que la carrera de futbolista no era sencilla.
En 2001, con el objetivo de acumular rodaje, fichó por Bella Esperanza, de la Segunda División. Tras dos temporadas, el volante de marca llegó a La Peña Sporting –también de la categoría de ascenso–, donde fue dirigido por Víctor Rivera. Dio el salto a Primera en 2005 para jugar por Unión Huaral, que el siguiente año desciende. Total Clean lo ficha en 2007 –el equipo desciende esa temporada–, pero Cienciano se fija en él. Con el cuadro cusqueño juega la Copa Libertadores 2008 y un año después firma por el recién ascendido Sport Huancayo. Fue un punto de quiebre para César Ortiz.
El ‘Rojo Matador’ fue uno de los equipos sensación de ese año –el otro fue Juan Aurich–, y se ubicó cuarto en la tabla general, en su primer año en Primera División. Con 25 años, César Ortiz –el ‘Flaco’ para los amigos– logra establecerse como futbolista, pues cumplió buenas campañas también en 2010 y 2011.
Si bien ya era conocido dentro del mundo futbolístico, por fin ganó notoriedad en los círculos que –muchas veces injustamente– destacan solo a los jugadores que están o han estado en clubes grandes. Apareció en el radar no solo para hinchas o dirigentes, sino también para el técnico de la selección peruana de ese momento, para quien no pasó desapercibido su desempeño en la cancha.
“Fue en el 2010, cuando Sergio Markarián era el técnico. Había hecho una buena campaña en Huancayo y se voceaba mucho, pero finalmente no pasó. Hubo un acercamiento. Me contaron que preguntaron por mí en el club y por otro jugador, pero no se dio. Al final llamaron a Irven Ávila. Era para un microciclo”, recuerda César para El Comercio. Desde entonces, ese cosquilleo por la bicolor quedó tatuado como una cuenta pendiente. Y aunque la oportunidad parecía cada vez más lejana, terminó llegando.
-El llamado-
En 2012, César Ortiz fue jale de Juan Aurich, vigente campeón del fútbol peruano. Las siguiente tres temporadas las jugó en Real Garcilaso –actual Cusco FC–, llegando con el conjunto cusqueño a cuartos de final de la Copa Libertadores en 2013 y jugando la final nacional de ese año, ante Universitario de Deportes. Esos años mantuvo continuidad y sostuvo un buen nivel destacando sobre todo en la altura. En 2016 vuelve a Sport Huancayo, con el que juega la Copa Sudamericana. En agosto, algo inusual interrumpió su rutina en el club huancaíno.
“El entrenador, el colombiano Diego Umaña, nos dijo que desde la selección nos estaban siguiendo a mí, Marcos Yiuya, Víctor Peña y Cord Cleque. Y unas dos semanas antes del partido ante Bolivia en La Paz, una nutricionista de la FPF, aprovechando que estábamos en Lima por un partido, fue al hotel a medirnos los pliegues y el porcentaje de grasa. Entonces sentimos que había interés”, nos cuenta el ‘Flaco’. Los siguientes días fueron de suspenso.
El viernes 19 de agosto, Ricardo Gareca dio una lista de 21 convocados del torneo local. Unos días antes, había dado los nombres de los seleccionados extranjeros. En total, era una lista larga, de 32 jugadores, los que estarían con la selección. Entre ellos, varios jugadores de Melgar y Sport Huancayo, pues el técnico consideraba que el partido ante Bolivia así lo ameritaba. César Ortiz fue uno de los elegidos.
“Sabía que por mi edad cada vez se iba haciendo más difícil. Tenía 32 años, pero siempre mantenía la ilusión y trabajaba para que se diera. Escuchaba todas las convocatorias y estaba atento, pero en esa no. Como estaba en el ojo, entonces prefería no enterarme, dejarlo ahí. No hacerme mucha expectativa. El día de la conferencia decidí no escucharla, me fui a descansar como siempre y fue mi esposa la que me dio la noticia. Me emocioné mucho, se me salieron unas lágrimas. Terminé de hablar con ella, y me fui a la iglesia de Huancayo, donde me encontraba, a darle gracias a Dios”.
-Con Paolo Guerrero y compañía-
Junto a César Ortiz, fueron llamados otro jugadores de ‘altura’, y el comando técnico de Ricardo Gareca determinó que antes del partido en La Paz –a jugarse el 1 de setiembre– los seleccionados se aclimataran en Cusco. El volante y sus compañeros de Sport Huancayo –finalmente Cord Cleque y Víctor Peña también fueron considerados– llegaron unos días después, pues el ‘Rojo Matador’ tenía un partido ante Sol de América de Paraguay, de visita, esa semana. Desde el 26 de agosto, se pusieron a la orden.
“La selección A1 en todo. Cuando me tocó conversar con el profesor Gareca, lo sentí muy frontal, muy directo. El comando técnico trabajaba muy bien, todos bien organizados y noté que desde entonces sabían a qué apuntaban, pese a que el momento de la selección no era bueno”.
César se adaptó rápido al grupo, pues, además de sus compañeros de Sport Huancayo, se encontró con amigos como Edwin Retamoso, Minzum Quina y Joel Sánchez. Los jugadores ‘extranjeros’ iban llegando –entre ellos Irven Ávila, otro amigo suyo, que en ese momento jugaba en LDU de Ecuador– y, aunque él era un rostro nuevo en la selección, lo hicieron sentir bienvenido.
“Todos fueron bastante respetuosos, rescato mucho eso. Me decían ‘tío’ porque, claro, les llevaba bastantes años. Pero siempre con respeto y buena onda. Estaban muchos chicos que al final llegaron al Mundial, como Edison Flores, Raúl Ruidíaz o Renato Tapia. Si bien eran menores, los conocía por lo que veía de ellos y me parecían grandes jugadores, pero es otra cosa verlos entrenar y sentirlos como compañeros. Y luego verlos cómo crecían fue una sensación muy bonita”.
Entre los seleccionados hubo uno especial, con el que pudo retomar contacto luego de muchos años: el capitán Paolo Guerrero, quien se integró a los entrenamientos en Cusco apenas dos días antes del partido ante Bolivia: “Con Paolo somos de las divisiones menores de Alianza Lima. Recuerdo que fue uno de los últimos en llegar, pero compartimos mucho. Le pregunté por su mamá, pues los conocía de esa época. Yo era de la categoría 83 de Alianza y él de la 84, así que siempre jugábamos. Conocía a su familia y él a la mía. Es una gran persona y me hizo sentir parte del grupo, como todos”.
-El partido-
“El ambiente era tenso y cargado. Si perdíamos y Venezuela ganaba, quedábamos últimos”, recuerda César Ortiz sobre la previa del partido en La Paz. Aunque Ricardo Gareca había llamado varios jugadores habituados a la altura, parecía que los mantendría como alternativas y no haría grandes movimientos en su oncena titular. Es más, la única duda era Minzum Quina o Luis Abram en defensa. En la volante, debutaría Pedro Aquino y haría dupla con Yoshimar Yotún. Por lo menos esa era la intención del ‘Tigre’.
“A medida que avanzaba el tiempo de entrenamiento me di cuenta de que podía ser una alternativa. Ya cuando vas llegando al estadio, y ves a toda la gente, se vive más la emoción. Porque en Bolivia parecíamos locales. Esperando en el camerín me doy con la grata sorpresa de que estaba en lista de 18. El que estaba calentando para arrancar era Yoshimar y dos minutos antes del partido me llama el profesor Néstor Bonillo porque Yotún se había puesto mal, no sé si del estómago o soroche. Y me dice que iba a arrancar”.
No tuvo mucho tiempo para asimilar la noticia. “Calenté dos minutos y ya estaba cambiado”, asegura. Nolberto Solano le dio unas indicaciones rápidas y Ricardo Gareca también se acercó a conversar con él. Y si bien sintió que la emoción –y reconoce que algo de nervios también– se apoderaba de él, se concentró en las palabras del técnico. En cinco minutos, ya estaba en la fila de los titulares –detrás de Aldo Corzo y delante de Miguel Trauco–, enfundando en el uniforme rojo y blanco –y una casaca negra– esperando por salir al terreno del Hernando Siles de La Paz. El huachano de 32 años estaba a punto de cumplir su sueño.
“El sentir la camiseta puesta, saludar al público y cantar el himno fue inolvidable. Lo de entonar el himno es lo que más recuerdo, fue algo indescriptible. Trataba de vivirlo, sentirlo y de cantarlo lo más fuerte que podía”.
Empezó el encuentro y el ‘Flaco’ se acomodó en la volante de marca, su posición usual. El partido era parejo, con un Perú intentando y generando un par de ocasiones peligrosas –un cabezazo de Raúl Ruidíaz pudo cambiar la historia del partido–; sin embargo, a los 38 minutos, Pablo Escobar golpearía con un gol de tiro libre.
César Ortiz tuvo poco contacto con la pelota y se preocupó más en cubrir los espacios en los ataques bolivianos. Sin ser una máquina, Bolivia era superior. El resultado fue un 2-0 bien construido por el cuadro altiplánico, que aprovechó la falta de profundidad de la selección peruana y tuvo dos errores que le costaron el partido. El ‘Flaco’, esa incógnita para muchos en el once titular de Ricardo Gareca, no rindió como se esperaba en los 55 minutos en que estuvo en la cancha. Y valgan verdades, tampoco lo hicieron los rostros conocidos. Ortiz lo explica así:
“Al estar en un equipo que no es grande, uno está acostumbrado a defender en los partidos de visita. En este partido intenté ser más defensivo que ofensivo, porque sentí que el equipo así lo necesitaba, pero lo que necesitaba la selección era atacar porque tenía las de ganar en todos lados. Me hubiera gustado hacer un mejor partido. Me quedo tranquilo, pero uno siempre busca dar más y haber aprovechado un poco más la oportunidad. Me queda la espina de que pude dar más, pero di el máximo. Hubo críticas, las cuales respeto. Entiendo que a nivel de selección siempre se presta mayor atención”.
-Después del partido-
Unos meses después, luego de muchos trámites, Perú ganó los tres puntos disputados en La Paz, debido a la incorrecta gestión de un jugador boliviano. En mesa, el partido quedó 3-0. “Me alegró muchísimo la noticia porque esos puntos nos acercaban mucho más al Mundial. Mi familia me molestaba con que le di suerte a la selección o que era el amuleto. Me dio mucho gusto, por lo que hicimos en ese partido y por lo que hacían los muchachos fecha a fecha”, nos dice César Ortiz.
Para el siguiente choque de esa jornada doble de Eliminatorias, César no entró en lista y vio el encuentro ante Ecuador –un triunfo 2-1, con goles de Christian Cueva y Renato Tapia– desde un palco, junto a los seleccionados que tampoco estuvieron entre los 18. Luego, en las siguientes convocatorias, ya no fue considerado. Igual, siguió el camino de los ‘tigres’ de Ricardo Gareca rumbo a Rusia 2018, y esforzándose por volver.
El ‘Flaco’ estuvo una temporada más Sport Huancayo y en 2018 firmó por Ayacucho FC. A finales de ese año decide retirarse, pese a que apenas había cumplido 35 años y sentía que tenía ‘gasolina’ para un rato más. ¿No volver a ser considerado en la selección tuvo algo que ver?: “No me desmotivó no ser considerado luego. Al contrario, eso me motivó para seguir trabajando y volver. Preferí retirarme porque quería estar en Lima, con mi esposa y mis dos pequeños. Mi familia no estaba conmigo y sentía que era momento de disfrutar de ella. Además, tenía proyectos en mente”.
El año pasado, César abrió Educasport, una academia de fútbol para niños, que, además, trabaja con chicos con habilidades diferentes; y se ha hecho cargo de la gerencia deportiva del Maristas de Huacho, equipo que el año pasado llegó a la etapa nacional de la Copa Perú.
Como ve, César Ortiz sigue dedicado al fútbol, una profesión que siguió desde pequeño y alrededor de la cual forjó sus metas, y que le regaló momentos imborrables. El más increíble fue ese en Eliminatorias, vistiendo la camiseta que soñó ponerse desde que era un niño en Huacho. Tal vez, de ahora en adelante, cuando vea la foto en formación de ese equipo que enfrentó a Bolivia en la altura de La Paz, ya no verá un ‘extraño’ vistiendo la camiseta de la selección, sino a un futbolista, ese ‘Flaco’ huachano lleno de ilusiones, que luchó por sus objetivos y cumplió sus sueños.
“Desde chiquito soñé con ser futbolista y llegar a la selección. Jugar ese partido fue el mejor momento de mi carrera”. Así lo resume la inesperada arma de Ricardo Gareca en un partido de Eliminatorias, César Ortiz, quien ese día, en la altura de La Paz, rodeado de nubes, supo lo que se sentía tocar el cielo.
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