Dudar acerca de la superioridad de Max Verstappen en la presente temporada se acerca a la herejía. En lo que va de este calendario, ha conseguido cinco victorias de siete posibles, lo que equivale al 71% de efectividad. Además, ha logrado cuatro poles (57%), tres vueltas rápidas (43%) y ha subido al podio en todas las carreras. Su posición promedio en las clasificaciones es 4.3 y debería ser mucho mejor si no fuera por su décimo quinto lugar en la parrilla de salida en Arabia Saudita. En las carreras, su promedio es de 1.3. Sus estadísticas son impresionantes y su dominio en la pista es indiscutible. Lo logra con facilidad, sin sobresaltos y con un amplio margen. Si alguien tenía dudas sobre su título en 2021, su actuación en 2022 fue impecable y parece que este año será aún más contundente. Según las tendencias, la predominancia de Max cada año será aún mayor.
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Además, cuenta con un monoplaza claramente superior al de sus rivales. Mientras los aficionados celebran que Mercedes haya superado los problemas de rebote de su monoplaza o que Ferrari ya no cometa errores en boxes, Red Bull sigue avanzando con determinación. Tras disputarse el 40% del campeonato, queda claro que, salvo desgracias, Max será tricampeón y Red Bull se llevará nuevamente la corona de la marca. Sin embargo, ser el mejor no siempre significa ser el más querido, y Verstappen es un claro ejemplo de ello. ¿Por qué Max pierde de manera contundente en las estadísticas del afecto? Aquí cinco razones por las cuales al piloto neerlandés le resulta más fácil ganar en las carreras dominicales que en el corazón de los aficionados.
1. Falta de carisma
A Max no le importa el carisma ni hacer que su entorno se sienta cómodo. Es serio en sus declaraciones, tiene gestos adustos y una actitud de divo, lo que no le cae bien a la gente. No tiene el carisma de Fernando Alonso, no es un personaje como Räikkönen, no posee el encanto de Button ni la gracia de Vettel o el excentricismo de Lewis Hamilton. Genera la misma empatía que una máquina expendedora de galletas. Esta personalidad, en el pasado, no habría sido un problema, pero en estos tiempos hiperconectados y con la obligación de atender constantemente a los medios, estas debilidades se notan más. No es ningún secreto que Verstappen tiene la personalidad de un villano de una película de James Bond.
2. Papá no ayuda
Jos Verstappen, padre de Max, es increíblemente arrogante. No duda en afirmar que parte del talento de su hijo es producto de su ADN. Esta afirmación surge porque Jos disputó 107 Grandes Premios entre 1994 y 2003, pero si profundizamos, se erosiona al recordar que nunca ganó una carrera. Sin embargo, Jos fue crucial en la exigencia que impuso a Max durante sus años de formación y en el apoyo económico que brindó al sueño de su hijo. Desde esta arrogancia, Jos es experto en avivar las llamas con gasolina. Los medios saben que solo necesitan ponerle un micrófono para obtener frases polémicas. Entre afirmación y afirmación, los Verstappen han logrado que todos los miren mal en el paddock.
3. El odio de los fanáticos de Lewis
No se puede ganar siete títulos y no tener seguidores. Aunque muchos aficionados no soportan a Lewis Hamilton, un grupo considerable lo adora. No debemos olvidar que fue el primer piloto de color en proclamarse campeón y que sus actitudes activistas han ganado el afecto de comunidades considerables. Por eso, cuando el británico perdió el campeonato en 2021, en la caótica definición de Abu Dhabi, muchos de sus seguidores odiaron automáticamente al usurpador Verstappen. No es racional, no es justo, no es merecido, pero es real. Es imposible ser fanático de Lewis y reconocer a Max. Es una contradicción natural que ha hecho que, injustamente, un grupo considerable de aficionados odie a Verstappen por herencia.
4. Mal compañero
Verstappen siempre ha sido un compañero de equipo egoísta, rabioso y engreído. Carlos Sainz lo sufrió durante sus años en Toro Rosso, Ricciardo en Red Bull y ahora Checo Pérez. No son pocos los episodios en los que hemos escuchado a Max ignorar las órdenes de su equipo para ceder la posición. El más en Brasil del año pasado, cuando el equipo Red Bull le pidió que dejara pasar a Checo Pérez, quien peleaba por el subcampeonato, él simplemente se negó. Esta actitud fue vista como una afrenta por muchos aficionados, dado que, en la definición de 2021, el mexicano fue vital en Abu Dhabi e incluso en 2022 jugaron en conjunto en más de una ocasión para priorizar los intereses de Verstappen.
5. Falta de sorpresa
Las constantes apariciones en el podio, la contundencia de sus victorias y su amplia ventaja están convirtiendo la categoría en un deporte predecible. Ya no hay misterio. Max tiene el monoposto más rápido, es el piloto más preciso y no tiene lealtades con nadie. Cuando comienza retrasado en la parrilla, nadie duda de que llegará al primer lugar en alguna vuelta. No hay nada que mate más la pasión que la rutina, y Max está adormeciendo cualquier posibilidad de sorpresa. No es su culpa que siempre gane, pero muchos lo ven como el gran aguafiestas de la emoción.
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