Kimberly García solo tenía a dos perros que le ladren. Eso y un entusiasmo que la guarece desde los cinco años. Edad en la que, por casualidades de la vida, descubrió la forma de distraer su ávido interés por la gimnasia a través de una disciplina por entonces menos popular como la marcha atlética. Un cuarto de siglo después, la explicación a su descomunal éxito deportivo tiene un soporte científico que constata una estructura corporal idónea para ser la mejor en su rubro, pero es la certeza de sus hechos y palabras lo que convence de manera absoluta a quien se le cruce por su camino de estar contemplando el apogeo de la mejor atleta en la historia del deporte peruano.
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Kimberly no corre y aunque parece que camina, lo que en realidad hace es cuestionar los límites de la disciplina y la perseverancia en cada competencia. Si hay alguien que es capaz de condensar ambas capacidades y llevarlas a su tope máximo, ese es Cristiano Ronaldo en el fútbol. En la marcha atlética es Kimberly o Kimi, como cariñosamente la llama su círculo más cercano desde que su papá José Antonio le puso la chapa. ¿Pero quién es Kimberly, por qué a sus 30 años es considerada la mejor atleta peruana de la historia y cómo es que la prestigiosa revista Sports Illustrated acaba de incluirla como la única peruana con medalla en sus predicciones para los Juegos Olímpicos de París 2024?
- Los logros de Kimberly en el 2024
Torneos | País | Modalidad | Puesto |
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Gran Premio de Rio Maior Marcha Atlética | Portugal | 20K | Primero |
Mundial por Equipos de Marcha Marcha Atlética de Antalya | Turquía | 20K | Primero |
Marcha atlética de Poděbrady | Rep. Checa | 20K | Primero |
Kimi luce indolente al gélido frío que alcanza a doblegar las mañanas y como cada día desde hace más de una década, desayuna una dieta muy cuidada antes de iniciar su jornada de entrenamiento en al ciudad de Huancayo. Tiene el porte de una bailarina de ballet pero la fuerza descomunal de cien tanques cuando se trata de resistir el agotamiento y lidiar con las adversidades.
—¿Qué piensas mientras corres? —le pregunta un periodista con curiosidad televisiva.
—Que no me puedo dar por vencida —responde tajante y enfatiza—: Siempre quiero seguir mejorando.
Kimi nació el 19 de octubre de 1993 en la Ciudad Incontrastable de Huancayo, en la sierra central peruana. Este 2024 ha sido un año agotador, pero también muy fructífero en cuanto a resultados. En mayo último se consagró bicampeona del Gran Premio Internacional Cantones de A Coruña, ganando la competencia de 20K con un tiempo de 1h26min40s. En abril alcanzó el título individual femenino en el Mundial de Marcha por Equipos sobre 20K en un caluroso domingo en Antalya, en Turquía. Ahí hizo 1h:27min:12s, tiempo que la mantiene como una de las grandes candidatas al podio en los Juegos Olímpicos de París 2024. Dos semanas antes, empezó el año consagrándose campeona en los 20K de marcha en República Checa, estableciendo además un nuevo récord en la tradicional prueba de Poděbrady con 1h:27min:08s.
Lleva 25 años practicando la marcha atlética. Y aunque cuenta sin ruborizarse que estuvo a punto de abandonar la disciplina en dos ocasiones, también admite que desde pequeña ha soñado con subirse al podio en unos Juegos Olímpicos y que no se detendrá hasta hacer ese sueño realidad. Hace 32 años que los Juegos Olímpicos no tienen a un peruano en el medallero. El último en hacerlo fue Juan Giha, tirador que en Barcelona 1992, se quedó con la medalla de plata en la modalidad de skeet un 28 de julio, fecha en que curiosamente se celebra la Independencia del Perú. Un año y tres meses después de aquél logro histórico nacería Kimberly.
Castilla, el patio de su casa
Gladys García es la tía de Kimberly y posiblemente una de las grandes responsables de que el Perú tenga en París 2024 a una fuerte candidata a medalla. Un día, Gladys decidió inscribir a su hija Minerva a un taller deportivo en el estadio Mariscal Castilla en la ciudad de Huancayo, donde se había instalado un programa infantil organizado por especialistas cubanos. A una de esas clases de atletismo las acompañó Kimi y es ahí donde junto a su prima Minerva descubre su afán por la marcha atlética. Fue ahí también, en esa pista maltratada por el inclemente clima de la serranía y descuidada por las autoridades, que Kimberly descubre su inmenso potencial para resistir.
—Usaba zapatillas de 25 soles para entrenar —cuenta—, las ampollas me causaban mucho dolor.
Con apenas ocho años ya destacaba en competiciones escolares y conforme la adolescencia le fue llegando, empezaba a tomarse la marcha atlética más en serio. Fue así que a los 16 años, en el 2009, ganó su primera medalla de oro en los Juegos Nacionales y un año después, estaba nerviosa y con el corazón latiendo agitado en un avión rumbo a Singapur, para competir en los I Juegos Olímpicos de la Juventud.
Fue en esos años que descubriría cuánto sacrificio implica ser deportista en el Perú. Desde la falta de visibilidad en los medios de comunicación, pasando por el insuficiente apoyo económico por parte de las autoridades, hasta el autofinanciamiento para poder subsistir e intentar ser un deportista relevante a nivel competitivo. Perú, que es un país que apenas invierte el 0.07% de su presupuesto en el deporte, representa todo un reto para quien decide dedicarse a tiempo completo a una disciplina olímpica.
Años después, en julio del 2022, tras ganar doble medalla de oro en el Mundial de Atletismo, una escena grafica de manera impecable la importancia que las autoridades peruanas le siguen dando al deporte. Kimberly había sido citada a Palacio de Gobierno y el entonces presidente del Perú, Pedro Castillo, con la deportista a su lado, despliega un emotivo discurso de felicitaciones en el que pone en evidencia su falta de conocimiento sobre la atleta a quien elogia: en un lapso de 36 segundos confunde en seis ocasiones el nombre de Kimberly por el de Klimber.
“Mis zapatillas, en dos semanas, se hacen hueco. En Huancayo se destrozan al toque. Necesito siquiera cuatro pares al mes porque entreno en la mañana y en la tarde, y no puedo usarlas rotas porque causan lesiones. Cada par está 500 soles. Es un gasto”, cuenta Kimi a los medios de prensa luego de ganar una medalla y tras ser consultada sobre todas las peripecias que ha tenido que superar para salir adelante.
Río por no llorar
Tras obtener el puesto 14 en los Juegos Olímpicos de Río 2016, abrumada por el hartazgo de la falta de apoyo y los esfuerzos sobrenaturales que ella y su familia debían hacer para cubrir sus gastos, decide dejar la marcha atlética y concentrarse en sus estudios de odontología.
—La marcha es mi pasión, pero uno no vive de esto —declara frente a un reportero que evidentemente emocionado le reitera más de tres veces que todo el Perú la adora y que todo el Perú se siente orgulloso de verla, a través de ese canal de cable, terminar la competencia de 20K y cruzar la meta con la bandera peruana en Río.
Kimberly, que siempre ha sido directa para decir lo que siente y que ha aprendido con los años que con solo esfuerzo y dedicación no alcanza para competir al mismo nivel que las mejores del mundo, recupera el aliento y aunque tartamudea un poco como dándole tiempo a su cabeza de recobrar oxígeno y ordenar sus ideas, ensaya una respuesta que bien podría resumir la cruda realidad de los deportistas en el Perú:
—Ya me cansé de pedir apoyo. Me tengo que financiar todo. Si las empresas dan un tipo de apoyo y se suman a este otro ciclo olímpico, bienvenido sea, y puedo replantearme seguir. Tengo que ponerme a estudiar. Si fuera solo del deporte, me muero de hambre. Doy todo por el Perú, pero el apoyo tiene que venir, si queremos conseguir algo grande—.
Su evidente mal humor es producto del estrés y la frustración por un calambre que la asaltó de forma inesperada cuando cruzaba los 10K del recorrido y que le impidió tentar los primeros lugares. Estaba harta. Por años había entrenado sin apoyo de la empresa privada y con un respalda discreto y muchas veces insuficiente por parte del Instituto Peruano del Deporte (IPD). Su tía Gladys, que antes de ser su mano derecha en sus entrenamientos era ingeniera metalúrgica, y sus dos perros, eran los únicos que la perseguían con afán mientras ella marchaba en el estadio Castilla y soñaba con algún día competir en unos Juegos Olímpicos.
Gladys, que en la mina en Cerro de Pasco buscaba cobre y zinc, se había unido a Kimberly en su sueño por encontrarla algún día en el podio olímpico, sonriente, con sus manos sosteniendo el oro. Sin embargo, parecía postergarse para siempre. Hasta que meses después, la familia de Kimberly recibió una llamada. Era una empresa privada dispuesta a invertir y acompañarla en la odisea.
La reinvención de Kimi
Fue así que su rendimiento dio un salto de calidad que pronto se vio reflejada en los resultados deportivos. El oro en la Copa Panamericana de Marcha obtenido en México y luego la medalla de plata en los Juegos Panamericanos de Lima 2019 hacían presagiar que los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 serían el escenario ideal para su revancha. Sin embargo la pandemia del 2020 y el aplazamiento de los Juegos hasta el 2021 menguaron su rendimiento y no pudo completar los 20K, viéndose obligada a abandonar. El golpe emocional fue de niveles sísmicos.
Gabriela León, su madre, tomó protagonismo en el incesante esfuerzo de su familia para convencerla de que no abandone su sueño. “Nosotros tocamos puertas y a veces las cierran en nuestra cara”, declaraba Gabriela en las entrevistas, dejando constancia de los insuficientes esfuerzos de la familia García León por financiar la carrera deportiva de Kimi. En las veces que ha sido entrevistada en la sala de su casa, con los cientos de recortes periodísticos donde aparece su hija, Gabriela ha exigido más apoyo para el deporte. En los últimos meses del 2016 solo le exigía a la Virgen Inmaculada de la Concepción, la santa de Huancayo, que le otorgue templanza y sabiduría a Kimi para que no se diera por vencida.
Y Kimi, una vez más, no se dio por vencida.
Entonces que apareció el ecuatoriano André Chocho en la vida de Kimi para entrenarla. Y nuevamente, ahora con mayor respaldo de la empresa privada y las autoridades, su metodología de entrenamiento volvió a dar un salto cualitativo para un 2022 inolvidable, donde logró ganar dos medallas de oro en siete días en el Campeonato Mundial de Atletismo. Se consagró campeona mundial en las pruebas de 20K marcha y 35K marcha, convirtiéndose en la primera atleta peruana en lograr estos títulos en la historia del atletismo. En el 2023 estableció un nuevo récord mundial en marcha (2h:37min:44s) , al ganar los 35K en Dudinská 50, competencia desarrollada en Eslovaquia, tras lo cual se hizo del oro en los 20K de los Juegos Panamericanos de Santiago.
La ciencia de una campeona
En un reportaje de Ana Cecilia Matías, publicado en el libro Largo aliento (Universidad Continental, 2019), se explica desde el lado científico, como es que Kimberly García hace honor a su natal Huancayo como la capital del fondismo peruano. Matías entrevista a cinco especialistas para determinar cómo es que Kimi es tan buena en la marcha atlética.
Entre las conclusiones destaca la estructura corporal de Kimi, además de una inmejorable adaptación de sus sistema cardiorrespiratorio a trabajar con poco oxígeno, debido a la altura de Huancayo, lo que explica su capacidad de resistencia al cansancio. Hay otro detalle, que en el libro es explicado por la médico deportivo Gina Flores, que por entonces era parte del equipo biomédico del Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Huancayo. Para Gina, otra explicación a la gran resistencia física que muestra Kimberly es un inusual valor de mitocondrias en sus fibras musculares, lo que le permite a su organismo metabolizar de manera más eficiente el oxígeno e incrementar la resistencia al estrés competitivo.
La autora también pone en evidencia una realidad. Relata que el 90% de las deportistas llegaban al CAR con rasgos de mal nutrición. Eso sí, resalta que el prolongado periodo de amamantamiento, usual en las zonas altoandinas del Perú, y que se da normalmente hasta los seis años, produce también mayor capacidad y fuerza. Esto se suma a un posible rasgo evolutivo del hombre andino, adaptado a sobrevivir a miles de metros de altura sobre el nivel del mar.
Kimi odia correr, por eso es que cuando entrenaba en la pista del estadio Castilla lo hacía caminando y luego, conforme fue descubriendo más modalidades de rehuir a correr, marchando. Ya lleva 25 años haciéndolo y hace algún tiempo su historia forma parte de un libro infantil, con el que espera servir de inspiración para que muchos otros niños y niñas se decidan a competir en la vida por alcanzar sus sueños.
En París 2024, sus terceros Juegos Olímpicos, competirá en los 20K y el anhelo es que acabe con los 124 años de espera por un nuevo oro olímpico para Perú. Fue en 1948 que el tirador Edwin Vásquez alcanzó la presea dorada y desde entonces se han sumado tres medallas de plata, obtenidas por los tiradores Francisco Boza en Los Ángeles’84, Juan Giha en Barcelona’92 y por el equipo femenino de voleibol en Seúl’88.
—¿Cuánto gasta un deportista de élite? —,le consultan en una entrevista en vivo en RPP.
—Unos 100 cien mil dólares anuales —responde Kimi con más de 70 medallas acumuladas desde que empezó a competir en la marcha atlética y luego de algunas otras palabras, sentencia con la seriedad propia de quien constata el futuro—: Lo digo con convicción, quiero estar en el podio olímpico.