Mucho antes de convertirse en el crack que ahora es, Diego Elías estuvo a punto de morir atropellado. Estaba jugando en un parque de Miraflores cuando, súbitamente, escuchó unos ruidos atronadores que él y sus amigos creyeron eran disparos. Por acto reflejo, se echó a correr despavorido, buscando guarecerse en la casa del tío que había ido a visitar. El problema fue que no advirtió la presencia del carro policía que, a toda velocidad, perseguía a unos ladrones que se daban a la fuga. Lo último que el joven recuerda del incidente fue que perdió un zapato y que, salió volando por los aires. Al día siguiente despertó en un hospital. Tenía 7 años y muchísima suerte.
Filadelfia, miércoles 9, de octubre 2019. !Vamooooos! ruge fuerte Diego Elías en el octavo punto del quinto set, el definitivo, ante el número cuatro del mundo Karim Abdel Gawad. Se juegan los cuartos de final del US Open y por primera vez, en el sexto enfrentamiento entre ambos, está a punto de ganar la batalla. Por primera vez también, y gracias a Diego, un squashista sudamericano cortejará de cerca el título. Nunca antes un jugador de esta parte del continente había sorteado suficientes rivales como para colarse entre los cuatro grandes. De ahí el desahogo auditivo en la cara del egipcio, tras el punto que volvía a poner distancia entre ambos. Incrédulo “El asesino con cara de bebé” ese es el apodo de Gawad , atestiguaba como el progreso en el juego de Elías comprendía también aspectos emocionales. Esta vez, su habitual víctima se convertía en su victimario.
“Aunque me tocara perder yo iba entregar todo hasta el último punto” fueron las palabras de Diego tras el partido. En esa tenacidad aprendida radica una de las claves del éxito del “Puma peruano” como ha sido bautizado en el circuito. Al talento natural, que carga desde lo genético (su padre José Manuel fue innumerables veces campeón nacional) ahora lo acompaña ese coraje extra que tienen los grandes campeones en las situaciones más delicadas. En esto ha tenido mucho que ver la guía de Jonathon Power, el ex campéon mundial canadiense que asesora a Diego desde hace un tiempo.
Hasta hace poco, en partidos cerrados, los primeros jugadores del ranking terminaban derrotándolo porque podían manejar la presión mejor que él. Estas diferencias han empezado a reducirse cada día. Por ejemplo, este año se consagró en los Panamericanos de Lima, ante su público, lo que ayuda, pero también es una presión añadida, derrotando a su antigua némesis Miguel Angel Rodriguez en la final. Hasta antes de ese juego por la medalla de oro, el colombiano lo había sometido en cinco ocasiones. Más rápido de lo esperado, Diego, el menor entre los 10 primeros del ranking de la PSA, ya se encuentra descifrando los laberintos que lo separan de la cúspide.
En Egipto, el Squash es tan popular como el fútbol. Por eso no es extraño que nueve de los quince mejores del planeta provengan de territorios faraónicos. Tampoco es extraño que el número uno, Ali Farag, encabece el ranking con un juego deslumbrante. Farag, el mejor del mundo, es graduado en ingeniera mecánica de Harvard, y posee un record positivo ante Diego de 8 triunfos por solo 2 derrotas. El egipcio tiene 27 años, Diego 22. Elías es consciente que si esta noche en semifinales sufre un revés todavía le queda tiempo para alcanzarlo. El destino, desde hace mucho tiempo, como en aquella mañana de hace quince años en Miraflores, ya demostró que está de su lado.