Alexandra Grande es una luchadora en todo el sentido de la palabra. Desde que inició su aventura en el karate, nunca estuvo frente un camino fácil para brillar en el deporte. Aún así, siempre se las arregló para dejar el nombre del Perú en alto cada vez que pudo. Y, recientemente, consiguió levantarse de una dura caída para volver a rebosar de júbilo con la bandera blanquirroja flameando en el podio mundial.
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Desde que se disputaron los Juegos Olímpicos Tokio 2020, donde el karate fue incluido por primera vez en su historia como deporte olímpico, pasaron muchas cosas. Consciente de lo que podía lograr en el evento multideportivo más importante del mundo, Alexandra Grande no se quedó conforme con la posición que obtuvo.
La karateca nacional se ubicó séptima en la competencia y recibió un diploma olímpico. No fue su mejor performance. La presión le jugó en contra y no pudo controlarlo. Esto significó un golpe muy duro para Grande, que vivió unas semanas difíciles luego de culminar su participación en la capital japonesa.
Ese episodio ya ha sido superado y, recientemente, Alexandra Grande se subió al podio en el último Campeonato Mundial de Karate, tras colgarse la presea de bronce en la modalidad kumite -61kg. Y con ello, logró clasificar a los Juegos Mundiales 2022, el evento que congrega a los deportes no olímpicos, ya que el karate no estará en París 2024. Poco a poco está recuperando su mejor versión, aunque ha tenido que lidiar con, incluso, pensamientos negativos de ella misma. Así nos lo cuenta ella en una especial entrevista para El Comercio.
–Para empezar, cuéntame... ¿Cómo empezó tu aventura en el karate?
Hago karate desde que tengo siete años. Empecé en varios otros deportes como gimnasia, voley, fútbol, ballet… Escogí karate porque una vez estaba por el Estadio Nacional y vi a unos niños golpeando unos puños. Le dije a mi madre, que también era karateca. Mi papá era kung fu. Mi madre tenía una academia en ese entonces en el Rímac con su entrenador y con ellos empecé a hacer karate. De ahí, por cuestiones de la vida, se enfermó el entrenador de mi madre y cerró la academia. Entonces me llevaron a la academia donde está mi entrenador Roberto Reyna. A partir de los 8 años, casi 9, arranco al 100% con él y es el mismo entrenador con quien me ven viajando por todo el mundo y demostrando al Perú que somos los mejores.
–¿Qué dificultades encontraste en este camino al éxito?
En mi niñez pasaron muchas cosas. Mis padres perdieron el trabajo. A veces no había para comer, no había para pagar la escuela o los libros (...) Mi papá tocaba puerta por puerta, porque él era zapatero, para arreglar un zapato o algo. Gracias a Dios, la familia nos soportó muchísimo. Mi hermana y yo vendíamos caramelos. Éramos pequeñas y luchábamos para aportar un poco a la familia. Era algo con lo que me sentía al menos útil. Y así he crecido con lucha y sacrificio. Sé que en el camino para llegar a todo lo que he logrado ahora, había gente que no confiaba en mí. O tal vez, vivía acostumbrada a ser ‘un banco de medallas’ y de la nada no traía ninguna. Era como que ‘Alexandra ya se tiene que retirar’.
–¿Qué significó para ti haber sido protagonista en la primera inclusión del Karate en unos Juegos Olímpicos?
Para mí fue un honor, una alegría inmensa. Cuando me enteré de que estaba clasificada, se paraban mis pelitos de emoción, porque era un sueño. Es un sueño que todo deportista quiere vivir y yo lo viví. Fue impresionante todo. Sé que soy la primera karateca y espero que en el futuro, el karate vuelva a ser incluido en el programa olímpico. Yo lo disfruté muchísimo. Fue un avance muy importante en mi carrera deportiva. Ya no era solo una deportista, sino una atleta olímpica. Ese plus te llena muchísimo.
–¿Sentiste que pudiste hacer un mejor papel en Tokio 2020? ¿Por qué?
Claro, una va con las expectativas muy altas, pero la presión me jugó en contra. Soy humana, fallé y no supe manejar bien mi situación a pesar de que estaba con psicólogo. Pero sí, lamentablemente, fue mi culpa. Si me hubieses preguntado lo mismo en esas semanas después de los Juegos, no podría ni hablarte y lo único que hacía era dañar con palabras hacia mi persona. Me destruía mal. Pero ahora lo tomo más tranquila. Han habido campeones dentro de las que fueron a Tokio y no llegaron a pasar a semis. Pasó gente que no creíamos que iban a pasar. Entonces, no era la única que tal vez vivió ese momento difícil. Pero son cosas que pasan y te hacen más fuerte.
–¿Qué tanto te afectó la pandemia en los Juegos Olímpicos?
Sí, sí. Yo soy una persona que no puede estar encerrada, más que si estoy acostumbrada a viajar por todo el mundo compitiendo, entrenando, viviendo... Lamentablemente para Perú, fue muy lento todo. En otros países ya estaban las puertas abiertas y aquí no. Había ventaja para otros países en ese sentido. No quiero buscar excusas ni nada. Sigo diciendo que fue mi culpa el fallo que tuve en Tokio. Lo tengo que aceptar, no pasa nada. Y eso sí, no pienso pedir disculpas a nadie. Las cosas se dieron como se tenían que dar. Lo tomo de esa manera y la vida sigue. Tengo más logros por recorrer.
–¿Qué representa para ti y tu carrera la medalla de bronce conseguida en el último Mundial de Karate?
Yo ya he sido, anteriormente, campeona de los Juegos Mundiales, que es distinto a este evento. En Premier League también y más eventos en los que he tenido mis oros, plata y bronce. Pero este evento de WKF Mundial se podría decir que es el más importante. Ya he ido a esta competencia seis veces y en las cinco primeras llegaba como máximo a cuartos de final. Esta vez siento que lo he logrado, porque he estado intentando meterme una medalla en un Mundial de este tipo de eventos. No se sacaba un buen resultado desde el año 2000 con Gladys Eusebio (bronce), que fue la única de kumite en lograrlo. Entonces, se puede decir que se hizo historia. Fue un camino muy bonito. Esta medalla de bronce la tomo como oro.
–Esta medalla bastó para que clasificaras a los Juegos Mundiales 2022, ¿Cuáles eran las posibilidades de clasificar a este evento?
Era muy complicado. Para clasificar directamente se necesitaba ganar cualquiera de las tres medallas primeras del campeonato del mundo y estar entre las tres del ránking mundial. Yo estoy en el puesto 10 ahora y tenía hasta marzo para seguir clasificando, pero hasta ese mes solo había un evento más y ya sabía que no iba a llegar por puntos. Las opciones eran muy bajas, pero luché, conseguí el bronce y clasifiqué a los Juegos Mundiales.
–¿Con qué cosas has tenido que lidiar para lograr esta clasificación?
Después de Tokio 2020, me dio depresión deportiva y volver a recuperarme no fue nada fácil. Estuve tres semanas sin querer saber del deporte. Me alejé un poquito. Necesitaba despejarme, porque clasificar a los Juegos Olímpicos fue muy difícil para mí. Empezó desde el 2018 y han sido tres años muy duros para poder clasificar. Las cosas se dieron como se dieron y, cuando vuelvo a arrancar en septiembre, tenía tres eventos más. Lo que intenté hacer es recuperarme, ser yo de nuevo, enfocarme y dejar cosas de lado, pero sin perder mi esencia (...) En este tiempo he tenido que intentar creer nuevamente en mí -porque había dejado de creer en mí-, y de arriesgar un poco más. Entonces, empecé a disfrutar y no presionarme. Es lo que hice en estos eventos y por eso obtuve buenos resultados.
–¿Qué expectativas tienes de cara a estos Juegos Mundiales?
Voy a entregar el 200%, voy a volver a ser la mejor del mundo y la preparación será muy buena. En este mes de diciembre van a ser full pruebas. Estoy empezando de cero para ver cómo está mi cuerpo, mi organismo y cómo puede responder. Entonces, se armará un nuevo plan con miras a los Juegos Mundiales. Las expectativas las tengo altas y creo que siempre la tendré altas en todos los eventos.
–¿Qué significa para ti que el karate no esté incluido para los Juegos de París 2024?
Es doloroso, porque en otros deportes tienen la revancha cada cuatro años de poder mejorar sus posiciones y todo eso. En este caso, yo no la voy a tener en París 2024. A mí me da pena, porque me hubiese encantado ganar una medalla olímpica. He logrado todas las medallas que han existido a nivel de karate. Tengo todo. Me falta una medalla olímpica y me da cólera. No sé si en Los Ángeles 2028 se podrá dar. No sé si en ese entonces mi cuerpo seguirá respondiendo como una joven, como ahorita está reaccionando. Pero eso ya se verá con el paso del tiempo.
–¿Cuáles son tus próximos desafíos?
El más importante son los Juegos Mundiales, que es en julio (2022), pero previo a eso hay Panamericanos, más Premier Leagues, que arrancan desde febrero. Y buscar la clasificación para los Juegos Panamericanos Santiago 2023. Hay muchos objetivos en mi cabeza, que se vuelven a repetir. Estoy así repitiendo todo el ciclo olímpico y quiero volver a ser una de las mejores de América. Quién sabe si logro otra medalla y soy tricampeona panamericana.
–¿Tienes un sueño pendiente por cumplir en este deporte? ¿Cuál?
Está el sueño de cuidar mi medalla de oro en los Juegos Mundiales. Cerrar bonito con los Juegos Panamericanos y, deportivamente hablando, seguir siendo una de las mejores del mundo, mantenerme a ese nivel. Un deportista siempre tiene sueños, siempre tiene objetivos. Nunca van a desaparecer. Yo todavía tengo un montón por recorrer, por seguir demostrando en el mundo que el Perú está bien parado.
–¿Cómo te ves de aquí a cinco años?
Tengo dos opciones. La primera sería ver, en ese momento, cómo está mi organismo. Ahora veo mi organismo y todavía responde como una de veintitantos años. Entonces, bacán, puedo seguir. Para esos instantes, no sé cómo será. O sea, yo pienso retirarme del karate cuando ya no pueda competir en lo más alto. Luego, la otra opción es seguir ahí en el deporte, pero acompañado con ser parte de la dirigencia, en el IPD, apoyando. Porque yo sé lo qué es vivir siendo deportista y la inversión que se hace. Quiero llevar el deporte en general a lo más alto.
–De hecho, el karate está creciendo mucho y ¿qué mayor prueba que las cuatro medallas conseguidas en los Panamericanos Junior de Cali?
Estaba pendiente de la medalla de Gianella (Lozano). Ya está clasificada para los Juegos Panamericanos 2023. Es un orgullo. Felicidad pura que ya salgan jóvenes. Nosotros, en este caso los que tenemos más edad, va a llegar un momento en que ya nos vamos a retirar y sería una pena que nuestro deporte quede ahí nada más y no se vea reflejado en los jóvenes. Entonces, es una sensación bacán. Es un buen trabajo el que ha hecho todo el equipo. A pesar de la pandemia, se está regresando con buenos resultados. Y (espero) que se mantenga así. Ahora el camino va a ser más fuerte y duro. Los que aguantan son los fuertes.
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