A veces el destino se encapricha y no hay forma de torcerlo. Tres veces los jugadores del Inter depositaron el balón en la valla de Casio, el arquero del Corinthians. Ninguno de esos tres goles tuvo festejo. El árbitro y el VAR se encargaron de hacer justicia. En el primero Yuri Alberto estaba adelantado, en el segundo hubo carga contra el golero y en el último, el más doloroso de todos, las cámaras determinaron, en el sexto minuto de tiempo extra, la posición ilícita de Edenilson. Como si el drama no fuese suficiente, ya en la primera mitad el réferi se había arrepentido de sancionar un penal a favor del Inter. El Flamengo había tropezado en Sao Paulo, por lo que una victoria le hubiese supuesto la gloria al elenco colorado. El Inter no conquista el Brasileirao hace 41 años. En 1979 lo ganó de punta a punta “el equipo que nunca perdía”.
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Antes de asombrar al planeta con su elegancia en España 82 y de conseguir el Scudetto con la Roma en el 84 Paulo Roberto Falcao, un virtuoso capaz de bailar minué en un campo de juego, paseó su fútbol por Porto Alegre. En sus ocho temporadas en el Inter se proclamó campeón tres veces, Las dos primeras en el 75 y el 76 y la tercera, con la imbatible tropa del 79. Falcao según una encuesta de la revista Placar entre los hombres de prensa más importantes del Brasil, es titular en el once histórico del Scratch. También, por supuesto, el emblema futbolístico de los 7 millones de torcedores que tiene el club gaúcho repartidos por el país.
En sus dos primeros títulos con el Inter, Falcao compartió plantel con el elástico Manga el impasable Elías Figueroa, Paulo Cesar Carpeggiani, Valdomiro, Batista y los goleadores Flavio y Dadá Maravilha. Ellos, comandados por Rubén Minelli fueron los principales proveedores de la alegría “Colorada” esos años.
Una temporada después, en el 77, Minelli cambia de barco y lo lleva a buen puerto. Se muda a Sao Paulo y con los “brancos del Morumbi” conquista el Brasileirao. La noticia caló en las entrañas del Beira Rio. Era tiempo de hacer una reingeniería.
Ya en el 78 el Inter pudo reagruparse y volver a competir, quedó tercero en el campeonato. Pero no fue hasta la llegada de Enio Andrade, al año siguiente, que las piezas terminaron por acomodarse para convertir a un elenco estelar en uno inolvidable. Elias Figueroa Manga y Carpeganni se habían marchado, pero quedaban Falcao, Valdomiro y Batista para sostener el juego y la ilusión. A ellos se les sumaron el arquero paraguayo “Chiquito” Benitez, Mineiro, Bira, Mario Sergio, el artillero Jair y unos jovencísimos Dunga y Mauro Galvao.
En un torneo extraño, con 90 participantes, el Inter fue abrumadoramente superior. Sorteó cada etapa con pie firme, exhibiendo en cada encuentro los porqués de su favoritismo. Era una plantel sólido y lleno de luces. En semifinales” la aplanadora colorada” dejó atrás al Palmeiras para en la final barrer de ida y vuelta al Vasco Da gama y consagrarse como el mejor de todos.
En el primer juego en el Morumbi se impuso 2 a 0 con goles de Chico Spina, ocasional reemplazante del lesionado Valdomiro y en la revancha con un Falcao colosal volvieron a doblegar en casa al “Navegante” por 2 a 1. El Inter ganó 16 partidos y empató 7 en ese brasilierao del 79. En sus memorias Falcao bautizó a esa escuadra como “el equipo que nunca perdía”. Es la última vez que “el Orgulho du Brasil” salió campeón. El jueves estuvieron cerca, pero a veces cuando el destino se encapricha ya no hay forma de torcerlo.
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