Tuvo el privilegio de vivir el fútbol desde adentro en tres etapas: finales de los 90′, los comienzos del 2000 y la evolución del 2010 en adelante. De hecho, Renzo Sheput también se dio un gusto: pudo desarrollar su carrera en el Perú y Colombia, dos países ligados por la buena técnica y la exquisitez en el juego. El ‘Pincel’ comenzó este 2020 con un partido de despedida entre Sporting Cristal y Carlos A. Mannucci, su amor de toda la vida y su actual ilusión. Y más allá que su recuerdo como futbolista todavía está fresco, ya está listo para el siguiente paso, que es ser entrenador. ¿De Sporting Cristal? Le encantaría, pero no se cierra a una sola opción y apunta a cruzar la frontera. Todo en esta charla con El Comercio.
CONTENIDO PARA SUSCRIPTORES: Cristian Benavente: ¿por qué es el único peruano que veremos en torneos internacionales de Europa?
- Luego del retiro, no has podido desligarte por completo del fútbol.
Cuando decido retirarme, estaba muy identificado con Mannucci, y comencé a enfocarme en el tema de las divisiones menores. Estuve ahí dos meses, con la Sub 18, muy tranquilo y recibí la llamada del ‘profe’ Peirano, quien me propuso ser el Jefe de la Unidad Técnica del club. Así que cuando se decidió que el campeonato se juegue en Lima, vine también con el plantel y la verdad estoy muy contento con esta función, porque es muy distinto a lo que era como futbolista y como entrenador. Es una forma de reinventarse también y de aprender todo lo que está por fuera de un equipo de fútbol.
- Luego de 20 años de carrera, ¿imaginabas que tu última camiseta iba a ser la de Mannucci?
No lo había pensado así. Cuando tenía 20 años, soñaba con jugar en el extranjero, en grandes ligas y ser reconocido mundialmente. Sí tenía ese deseo de retirarme en Cristal, cosa que de repente pude cumplir como motivo de mi despedida en ese último partido que jugué. Pero la vida y el fútbol da muchas vueltas, y me quedo con la satisfacción y el orgullo por todo lo que di en donde estuve.
- Al momento de hacer un balance, ¿hiciste más de lo que pensabas o hay cosas que no pudiste hacer y te quedas con esa ‘espinita’?
Definitivamente me quedo con el sueño del niño de 14 años, que quería ser jugador profesional. Me quedo con eso, aunque también con la mala fortuna de que, en mi mejor momento, me convocaron a la selección y me lesioné. Tengo esa ‘espinita’ de no haber jugado una Eliminatoria, de no haber clasificado con Cristal a una siguiente fase de la Libertadores. Esa sensación de que pudo ser y no fue, porque en el fútbol a veces no se dan las cosas.
- ¿Lo de la selección fue en el 2013?
Sí, en agosto. Era el goleador del campeonato junto a Ruidíaz. Recuerdo que salió Roberto (Mosquera) del club y entró el ‘profe’ Claudio (Vivas). Y en el primer partido, yo me lesiono y justo me habían convocado para un microciclo. Yo me sentía muy bien, estaba en una etapa muy madura de mi carrera con 32 años. Me operaron del ligamento medial y los meniscos, tardé en recuperarme y después la selección comenzó un lindo proceso con el ‘profe’ Markarián con jugadores que hicieron un buen papel en el mediocampo como Rinaldo (Cruzado), Ballón, Lobatón.
- Por tu estilo de juego, ¿eras un futbolista atractivo y necesario para cualquier entrenador?
Yo siempre digo que el tema de los jugadores de mis características va por el gusto de los entrenadores o de las ideas y formaciones tácticas que tengan. Hay entrenadores muy buenos que tienen el pensamiento de arropar o rodear a un jugador como yo, para sacarle todo el talento, como hay técnicos que no ven eso y utilizan jugadores más dinámicos y más rápidos. Hoy los jugadores de mis características tendrían que adaptarse a los entrenadores y no viceversa, porque el fútbol ha evolucionado. En los años que estuve en Cristal, de 2012 a 2016, traté de adaptarme a los técnicos. No pienses que Roberto (Mosquera), que si bien es un entrenador que le encanta jugar, que pongan el balón al piso y seguir la identidad del club, también había un tema de intensidad, no es tan romántico como muchos piensan. Y luego con otros entrenadores, también traté de adaptarme. Traían extranjeros en mi posición y yo terminaba jugando, lo dicen los números y las estadísticas.
- Se puede decir que viviste la transición del fútbol de antes con el de ahora. ¿Te costó adaptarte y cumplir ciertos roles que antes no te exigían tanto?
Yo aprendí a adaptarme a esa evolución en la parte central del mediocampo. Antes se jugaba mucho con dos volantes y un enganche, y ahora la mayoría juega 4-3-3,con dos volantes internos. Cuando llegué a Colombia para jugar en La Equidad, el ‘profe’ Alexis García jugaba 4-1-4-1, lo que es parecido al 4-3-3. Y en los primeros partidos, me fue realmente bIen. Y era porque el entrenador me dio consejos de cómo jugar dentro de esa formación. Y así fue que llegamos a la final de ese campeonato. Me adapté muy rápido porque tenía jugadores muy rápidos a mis costados. Simplemente me perfilaba y tenía muchas opciones de pase. Y ojo que jugaba en la altura, pero no necesitaba correr demasiado para ser protagonista del juego.
- Entonces, ahí el entrenador se adaptó a tu juego.
Se puede decir que sí. Pocos lo saben, pero él (Alexis García) vino a verme al Perú. Fue muy privado, y vio en mí ese jugador que podría servirle en su esquema de juego. Yo tenía compañeros muy rápidos. Leudo, que juega ahora en Binacional, era volante interno en aquella época en La Equidad. Tener jugadores de esas características, que te van a pasar en todo momento, que van a hacer diagonales, me facilitaban el trabajo porque siempre se estaban moviendo. Y eso te facilita las cosas para soltar un buen pase.
- ¿Fue el técnico que sacó más provecho de ti?
A partir de ese momento, entendí un montón de cosas. Ya lo había tenido a Jorge Sampaoli en Bolognesi, pero siendo titular sufrí una complicada lesión en el muslo. Y era un equipo que jugaba solo, por eso luego no tuve opción. Así que no te puedo decir que me hubiera adaptado al estilo de Jorge, si no me lesionaba. Tal vez lo hubiese hecho, porque en esa época salió ‘Cachito’ Ramírez y fue su enganche ideal.
- Hablabas del 4-3-3 y es un sistema que se ve mucho actualmente en el fútbol peruano, donde casi ningún equipo juega con dos puntas de arranque. ¿Sientes que se ha perdido esa inventiva o capacidad de impronta en los futbolistas de tus características?
Definitivamente se ha perdido. Hay jugadores en el fútbol peruano que están escondidos o con esas ganas de que su creatividad o su fútbol pueda empujarlo a hacer algo más atrevido o inusual. Lo que se llama impronta. Hay jugadores bastante interesantes, pero también hay que tener en cuenta que la pandemia no ha sido fácil para nadie y varios de ellos han estado parados entre cuatro a cinco meses. Te pongo el caso de Osnar Noronha, que se lesionó antes de la pandemia y estuvo siete meses parado. Y como venía, era tranquilamente convocable para la selección. Yo creo que hay jugadores que van a dar qué hablar el próximo año. Hace algún tiempo, no muy atrás, todos querían ser extremos o delanteros, querían hacer goles. Son escasos los jugadores en el mediocampo, porque es una zona donde hay que arriesgarse. Tener esa personalidad para que, si fallas un pase, pedirla otra vez y desarrollar tu fútbol. Es muy importante tener esa personalidad de no esconderse, además de la impronta y la creatividad.
¿Hoy no hay un temor de ser ’10′ en el Perú? Porque a veces los entrenadores ponen a jugar a ese enganche de extremo o por dentro, más cerca de la primera línea de volantes.
Sí, pero también siento que cuando un equipo no tiene el balón, deben recuperarla y no es tarea de unos cuantos. Ahora entiendo complemente que si uno no corre, está perjudicando al equipo. A lo que voy es que cuando yo jugaba, y no teníamos la pelota y tratábamos de recuperarla, yo no era tan rápido como Cazulo, Ballón o Calcaterra, pero igual daba todo mi esfuerzo. Sí entiendo que cuando no tienes la pelota, debes correr y sacrificarte, pero hay capacidades para hacer ese trabajo. Y también creo que al momento de tener la pelota, a los jugadores les falta esa creatividad o ingenio. No soy de los tipos que va a pedir que hagan una huacha o un sombrerito, porque eso sale, pero sí quisiera que hayan más paredes, porque en el fútbol peruano veo muy pocas. No hay muchos movimientos detrás de los defensas para crear espacios. No pido lugar, sino algo más productivo.
- El ‘si quisieras, Sheput’ de Daniel Peredo, ¿cómo lo tomabas?
Poca gente sabe esto, pero a Daniel lo conocía desde hace muchos años. Él es de Pueblo Libre, como yo, y me vio jugar en el barrio a los 15 años, antes de que yo debute. Daniel era zurdo, calidoso y le gustaban los jugadores de mis características. Yo lo tomaba con mucho cariño y respeto. Me reía con su frase, obviamente, aunque después algunas personas lo interpretaban de otra manera. Nunca tuve problemas con eso. Él lo decía cuando narraba un partido en que yo jugaba y hacía una buena jugada o un lujo. Pero yo el sueño de niño lo cumplí, porque siento que toda mi vida quise ser jugador de fútbol. No logré ser el mejor jugador de la selección peruana, no lo pude ser como muchos otros jugadores tampoco pudieron, pero eso es para otros cracks. No se me dio para ser el mejor jugador del Perú ni del mundo, pero no porque no lo quise.
- Pero por condiciones técnicas no fue.
En mi caso, fue por un tema físico. Yo te voy a contar algo así en toda confianza. Cuando fui a Colombia, en 2010, yo ya lo sabía seis meses atrás. Me preparé de una manera que no te imaginas. La preparación que tuvo Maradona para el Mundial del 86, le queda chica. Para que te hagas una idea. Contraté un nutricionista y un preparador físico. Entrenaba en las mañanas en Cristal y tenía una proceso de preparación en las tardes en el gimnasio. Y cuando termina el campeonato, y me hacen las pruebas de medición de grasa y las resonancias la gente de La Equidad, era el jugador con el peor número. No estaba subido de peso, pero tenía un porcentaje de grasa alto. Imagínate. Tenía 10 de grasa y todos mis nuevos compañeros entre 7 y 8. O sea, yo sentía que estaba volando, pero tenía el peor número. Te cuento esto porque me maté para desarrollar una cualidad que no tenía en ese tiempo. Después hice una preparación parecida en el 2013 para llegar a la selección y me lesioné. Entonces lo mío pasa por un tema físico, de genes. Toda mi familia es diabética, mi papá falleció de diabetes y mi abuelo también es diabético. Porque te aseguro que me he matado muchas veces en el gimnasio y cuidándome, y no he desarrollado los músculos que quisiera.
- Igual te sacaste el clavo y pudiste jugar en el extranjero, cosa que muchos no lo hicieron.
Sí, y eso ha sido por un tema de perseverancia. Tú me puedes ver y varios me han visto callado, introvertido, que por mi calidad y mi técnica no corría como mis otros compañeros, me han dicho pecho frío porque estoy en Cristal. Porque soy callado, lo ven así. Pero para irme a La Equidad, la única persona que movió cielo y tierra para que eso suceda porque tenía contrato con Juan Aurich, fui yo. De estar cinco horas en la oficina del presidente Edwin Oviedo para que me deje ir. Porque no era que yo no me entrenaba con Aurich, sino todo lo contrario. Pero quería jugar en Colombia, y tuve que estar detrás para que eso suceda.
- ¿Por qué no acabas tu carrera en Cristal?
No era lo indicado. Le podía aportar a un equipo como Mannucci o como cualquier otro equipo, pero no a Cristal que maneja una identidad distinta y que desde hace muchos años atrás quiere potenciar el tema de las divisiones menores. No dependía de mí acabar mi carrera en Cristal, y no lo veía bien. Creo que para jugar en Cristal en ese momento, necesitaba ser un jugador trascendente, con buenos números, estar en mi peso ideal, una forma física correcta. Con 38 años, no pretendía en ningún momento volver a Cristal y retirarme, y ellos tampoco me buscaron. Eso es totalmente comprensible. Pero no solo para jugar en Cristal, sino en un equipo grande con exigencia de jugar Libertadores y pelear campeonatos. Técnicamente podría ser tal vez un poco mejor que otros, pero también es importante la parte física.
- ¿Sientes que tomaste la decisión del retiro a tiempo?
Yo cuando tenía 35 años, me di cuenta que quería jugar hasta los 38, porque sentía un poquito molestias en la cadera y la rodilla. Así que decidí aguantar todo hasta los 38. Después, cuando llego a Boys, dije que me iba a retirar hasta los 37, pero no me fue bien y me llamaron de Mannucci. Entonces ahí resolví de todas maneras lo que quería hacer, que era jugar en Segunda, tratar de subir al equipo y retirarme ahí, porque era el compromiso que tenía con el club y con los dirigentes.
- ¿Te quedaste con las ganas de jugar en algún equipo?
En ese 2013, cuando estuve cerca de la selección, mi representante me comentó que había una posibilidad de jugar en México. Obviamente, me lesioné y todo quedó ahí. Pero si hubiese sido por un gusto personal, me gustan mucho Atlético Nacional y Boca Juniors. Son dos equipos que sigo bastante, he ido a ambos estadios. Enfrenté a Nacional varias veces, tiene una hinchada exigente, lindo ambiente. Son dos clubes en América que me hubiese gustado jugar.
- Todo ’10′ necesita un '9′ y viceversa. ¿Cuál fue el delantero con el que te hayas sentido más cómodo?
Si hay tiempo, te puedo mencionar un montón de jugadores. He tenido esa suerte de jugar con tres generaciones de futbolistas. En el tema del '9′, Maestri y Bonnet son jugadores que me marcaron mucho cuando era muy chico y tenía esa virtud del pase gol. Les tiraba la pelota, y los veía elevarse y cabecear de una manera impresionante. Después, con jugadores de mi generación, ese tridente Ávila, Rengifo y Ross. Son tres delanteros que los llevo muy marcados. Tuvieron un gran porcentaje en un campeonato que no es fácil: 18, 17 y 17 goles. Después te puedo mencionar al ‘Pana’ Tejada, ‘Vagón’ Hurtado, Mauricio Montes, José Carlos Fernández. He creado ese vínculo con el '9′, porque yo creo que es lindo. Los goles son lindos, pero dar un pase gol y que ese jugador te lo reconozca, es una satisfacción que me queda, que me marca.
- ¿Extrañas menos el fútbol ahora que sigues en la cancha?
Estoy en el campo, con mis zapatos de fútbol. Y le agradezco al ‘profe’ Peirano y su comando técnico que me permiten colaborar del trabajo con los chicos. A veces me meto en el calentamiento y estoy viendo el trabajo, y lo valoro porque hay entrenadores que son muy celosos con eso. Caliento cuando falta uno, incluso, y es un poco raro porque podría estar calentando pero si le pasa algo a un chico, tengo que coordinar todo para llevarlo a la clínica. Es rara mi función, pero estoy contento de seguir vinculado al fútbol.
🙌⚽️
— Club C.A. Mannucci (@camannucci) September 3, 2020
Esta mañana nos acompañó @chorri_palacios, embajador de @TuFPF , quien supervisó los protocolos establecidos en nuestra sede de trabajo.
¡Nos preparamos más fuertes!#AlientaDesdeCasa#FuerzaMannucci 🔵⚪🔴#OrgullososDeSerTrujillanos pic.twitter.com/Ih02lalqqq
- ¿No te pican los pies por dirigir? Tal vez por relevar a Peirano cuando se vaya.
No hemos hablado de eso, pero la pasión que tengo por dirigir no se va a ir. Yo ahora puedo estar cumpliendo esta función, pero quiero ser entrenador. Yo estoy tranquilo porque todos los años de carrera siempre firmé por un año. Entonces en diciembre ya tengo esa incertidumbre y puedo vivir con esa presión. Ya lo tomo con más tranquilidad.
- ¿Ya tienes tu comando técnico?
Lo tengo, pero no en Perú. Si se presenta un proyecto bueno, que seduzca a la persona que tengo en la parte económica, se podría dar.
- ¿Y te pones como meta dirigir a Cristal o quieres que se dé naturalmente?
No me quiero encasillar a decir que quiero dirigir a Cristal, que si llego ahí ya me puedo morir en paz. Si se da en un momento, obviamente hay un plus porque soy hincha del club, de la casa, he sido jugador. Pero creo que todo es capacidad, lo que quiero es soñar en grande y dirigir a cualquier equipo, sobre todo en el extranjero. Esa es mi meta principal, dirigir afuera y ser reconocido como un técnico peruano en el extranjero. Ojalá en algún momento pueda cumplir ese sueño.
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