No despedirse de alguien querido duele. Para siempre. Es quedar sin una última oportunidad para llorar o reír lo vivido, ya no poder ser agradecido y justo con quien lo merece. En la vida y en el fútbol. Y son privilegiados quienes pueden decir adiós a tiempo. Pero hay niveles. Un partido de despedida dice algo más: refleja la conexión que logró un jugador. Habla de un ídolo. De ser puente entre los sueños y la realidad. De un club y de personas con memoria.
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El retiro de Carlos Lobatón no solo fue el final de sus 21 años de carrera. Fue el epílogo de una era en Sporting Cristal bajo su liderazgo. Y así se sintió cuando despidieron al 27. Cuatro años y una pandemia no hicieron menos emotivo el homenaje al referente y capitán cervecero, cinco veces campeón nacional en 15 años —2005, 2012, 2014, 2016 y 2018—.
Llegó a La Florida sin atajos, a través del camino largo de la experiencia. Pero Cristal ya era su lugar en el mundo. Siendo niño se enamoró del equipo en Cali, durante una visita copera del cuadro bajopontino. Desde entonces soñó pasar de la tribuna a la cancha y colocar su apellido a una camiseta celeste.
Su primer intento fue recién llegado de Colombia, con idas y vueltas en micro al Rímac, como todo aspirante a leyenda. Pero no era su momento. Lo fue recién a los 25 años, ya campeón con Cienciano, cuando fue presentado en combo como refuerzo. Poco a poco empezó a salir solo en las fotos, hasta convertirse en precursor de la vieja guardia rimense.
El hincha que juzga todo valoró cada detalle: la pose y el pase de ese joven que jugaba a la antigua, con ceño fruncido y elegancia. Su dedicación y lealtad. Coleccionó su arte sobre el verde y le pagó con cariño. La última expo fue este domingo, con otras glorias de Cristal y personajes históricos del fútbol peruano. Y el público se llevó al recuerdo la obra de su vida.
El cuadro conmueve: Julio César Uribe regatea con la celeste, César Cueto declama de rojo y blanco a los 71 años. El Chorri Palacios también brilla distinto. Hay más de un Camello Soto. Gareca y Mosquera están en los bancos. Erick Delgado y Óscar Ibáñez resguardan los arcos. Está Cazulo lanzándose de cabeza a la pelota. Están los que salvaron dignamente la baja en 2007 y los campeones del 2012. Los únicos peruanos que ganaron la Sudamericana y la Recopa. Don Alberto Gallardo, el ‘Viejo’ Balerio y Gianfranco Espejo. Y por supuesto Carlitos Lobatón, autor de la creación.
La galería del fútbol peruano tiene desde ahora la última pintura de Loba en su muestra contemporánea. Una descripción corta basta para ubicar a quienes no lo vieron: el artista plasmó en su lienzo la época que dominó con técnica depurada, versatilidad, valentía y visión de juego. Su obra maestra inspira respeto.
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