Mundialista, celeste y rumbero. Figura en blanco y negro y en VHS. Guapo, caudillo y fajador. Ídolo de mi ‘viejo’ y de muchos otros ‘muchachones’ que han cruzado la frontera de los setenta.
Nació en Trujillo, empezó a observar el mundo en el Callao, y comenzó a saber de la vida en Barrios Altos.
Dicen que Orlando de la Torre Castro, alias ‘Chito’, partió hace unas cuantas noches, a los 78 años, en medio de un invierno despiadado y la ruindad de una institución a la que le brindó catorce años de su vida y cuatro de la veintena de títulos nacionales que exhiben en sus vitrinas.
Ramón Mifflin, quien lo acompañó en sus horas más infelices, ha contado que a su amigo le cerraron todas las puertas. “Estoy totalmente decepcionado de los clubes y en especial de Cristal. Él fue un ícono de ese club y no quisieron apoyarlo”, se ha quejado Mifflin, acaso quedándose corto y cuidándose la lengua.
Héctor Chumpitaz, quien formó una dupla impasable en la defensa de la selección peruana, añora su vehemencia y su carácter. “Le gustaba renegar. Cuando estaba amargo nosotros lo hacíamos reír. Una vez se dejó crecer el bigote y le decíamos ‘Cantinflas’. Sentimos mucho la muerte de ‘Chito’, le decíamos ‘loco’, por cómo era”, le contó el ‘capitán de América’ a RPP.
La admiración era mutua. Ambos sostuvieron la arremetida rioplatense en el histórico empate a dos del 31 de agosto de 1969, en La Bombonera, que nos clasificó a nuestra primera Copa del Mundo por méritos propios y dejó fuera a Argentina del único mundial en el que se ha ausentado.
El pelotazo de Chale a Rulli en la nuca y el doblete de Oswaldo ‘Cachito’ Ramírez son largamente lo más recordado. Pero hay una imagen que no debería pasar desapercibida: ‘Chito’ de la Torre golpeándose el pecho luego del segundo gol de ‘Cachito’. Tenía ‘barrunto’ para obsequiar.
‘Chito’ de la Torre, además, simboliza el primer gran enigma de Perú en los mundiales, que puede resumirse en una frase en condicional que le hemos escuchado a los padres de nuestros padres: ¿qué hubiera pasado si Didí lo ponía ante Brasil en México 70? Nunca sabremos si hubiese partido a Gerson. Pero sí que se mandó unos jabs con Didí en el camerino.
En los setentas, en la última cuadra de la avenida Grau, montó una peña criolla que luego devino en salsódromo, en un garaje. Lo bautizó como ‘los Mundialistas’, y pocos tuvieron el infortunio de estar a salvo de su lascivia.
Vaya en paz, ‘Chito’. Paz en tu rumba.