Tenía 35 años cuando Pablo Hernán Lavallén (Buenos Aires, 1972) se dedicó a atender un kiosco. El lunes siguiente al fin de semana en el que jugó su último partido como futbolista, comenzó a trabajar en el negocio que había ideado junto a su padre para evitar sentir el vacío que provoca el retiro del fútbol. Cinco años atrás, con 30 y una carrera con éxitos en River Plate, la depresión tocó su puerta. Se sentía vacío, sin rumbo. Hasta que conoció, según sus palabras, a Dios. Hoy, con casi 50 años -los cumple el 7 de septiembre-, y una sonrisa que se dibuja en su rostro por el simple hecho de valorar la vida misma, es el líder de un Melgar que sueña -como él- en hacer historia en la Copa Sudamericana. “Es el mejor grupo que me ha tocado dirigir desde lo humano”, nos dice a través del teléfono desde Arequipa, la ciudad que espera ser su lugar en el mundo.
ANÁLISIS: Las reformas del fútbol peruano en debate: posturas sobre los cambios anunciados por la FPF
—¿Los días previos a un partido tan importante como la primera semifinal de la Copa Sudamericana se vive o se sufre?
A veces es incómodo porque el futbolista, más allá de tener toda la intención de concentrarse en el presente, siempre está en su inconsciente que en unos días jugará la llave más importante en la historia del club. Eso hace que en los partidos, como el último ante San Martín, salgan un poquito desconcentrados, relajados, pensando en no exigirse al máximo para estar bien en el partido de semifinal. Es difícil mantener el equilibrio, por eso para nosotros son muy valorables los resultados que logramos antes o después de esos partidos importantes porque desde lo emocional no se está al cien por ciento.
—¿Y ustedes, como cuerpo técnico, cómo lo viven?
Hemos mirado bastante sobre Independiente del Valle (el rival), pero recién a partir del último domingo nos pusimos a trabajar en específico. Sabemos que es una semifinal y va a ser una llave muy disputada, pero tenemos que entregar lo mejor de nosotros si queremos pasar a la final.
—Ya le tocó enfrentar a Independiente del Valle como técnico de Colón de Argentina: 2019, final de Sudamericana, derrota. ¿Lo toma como una revancha?
Muchas veces el fútbol te posiciona en momentos en los cuales tienes la chance de mostrar si has aprendido, si has crecido. Por eso lo veo como una gran oportunidad, un privilegio de poder estar entre los cuatro mejores del torneo con Melgar, teniendo en cuenta que un equipo peruano no está en estas instancias muy seguido. De hecho, el último campeón fue Cienciano y ya van a pasar 20 años.
—Los caprichos de la vida le pusieron enfrente justo el rival que le tocó en esa final…
Sí, pero es una circunstancia. Hoy estoy con otro equipo y ellos también. Tienen algunos integrantes del equipo que fue campeón, pero no hay mucho. Son dos momentos distintos, y para mí, como entrenador, también lo es.
VIDEO RECOMENDADO
ENTREVISTA: Roberto Palacios: “Reynoso protege al jugador, pero tampoco aguanta pulgas”
—Eliminar al Internacional en Porto Alegre es una hazaña pocas veces vista. Para muchos, el punto de quiebre para que se sientan invencibles. ¿Cree lo mismo?
Sabemos que lo que se logró fue lindo, importante. No cualquier equipo va a Brasil y se trae una clasificación. Pero ahora tenemos un desafío mayor. No debemos quedarnos en lo que hicimos sino en seguir enfocados en el gran objetivo que es llegar a la final y pelear para ser campeones. Después, si tenemos esa oportunidad, nos detendremos a valorar cada uno de los peldaños que dio el equipo. Si coronamos, será un hito para el club y para el fútbol peruano. Y si no, será un recorrido de Melgar en su crecimiento que vienen teniendo en los últimos años.
—En Porto Alegre no vio los penales. ¿Es una especie de cábala? ¿Tiene cábalas?
No tengo cábalas. No suelo ver los penales cuando me quedo satisfecho con lo que ha hecho mi equipo durante una llave. Y ante Inter, los 180 minutos me llenaron, me sentí satisfecho por cómo jugó el equipo, su personalidad. Sí he mirado penales cuando mi equipo no rindió como esperaba. Pero esta vez, incluso si hubiésemos sido eliminados, yo hubiera quedado satisfecho. Pero si miraba la tanda, con ese final que gracias a Dios no pasó, hasta hubiera palidecido la visión que tenía de lo que entregó mi equipo.
—Retrocediendo un poco. ¿Cómo aceptó el reto de Melgar y el fútbol peruano?
Mi representante recibió una llamada de los directivos de Melgar a principios de junio. Luego parecía que esa posibilidad se dilataba, pero a fines de ese mes se comunicaron conmigo y fue una decisión fácil y rápida. Ya había visto todos los partidos de Melgar en la Sudamericana y uno del torneo local. Solo nos faltaba conocer al plantel desde los entrenamientos, en el día a día y tratar de seguir el camino que había dejado Néstor Lorenzo.
—¿El profesor Lorenzo lo recomendó o tuvo algo que ver con su llegada?
Tengo entendido que Néstor fue importante para que nosotros pudiésemos llegar al club.
—¿Qué fue lo primero que le llamó la atención de Arequipa como ciudad?
Es una ciudad muy tranquila, cómoda para vivir y trabajar. Yo soy de Buenos Aires y, como todas las capitales, suele ser un poquito más revolucionadas por el ritmo de vida, el tránsito, la gente. Pero acá es todo distinto, se respira mejor.
—En una etapa de su vida fue barrista. ¿Cómo es el hincha arequipeño? ¿Siente esa identidad por la ciudad?
Cuando hay ese compromiso con su ciudad, con el club que los representa, se nota. La gente nos hace sentir todos los días eso, nos dicen que están orgullosos de Melgar, de cómo representamos a la provincia. Eso es un aliciente más para nosotros porque hay un sentido de pertenencia. El arequipeño está orgulloso de Melgar y Melgar está orgulloso del arequipeño. Eso no pasa en todas las ciudades.
—¿Le sorprende que el goleador histórico de Melgar sea un argentino que no debutó en la profesional de su país?
No me sorprende en absoluto. Hay muchos casos de futbolistas que en sus países no llegan a triunfar y lo hacen en otro. El futbolista rinde donde lo tratan bien, donde se siente cómodo y su familia a gusto. Eso no siempre pasa en el país de nacimiento. Es el caso de Bernardo Cuesta y el de otros tantos más que hacen de un país extranjero su casa, su lugar en el mundo.
—¿Fue difícil agarrar un equipo encaminado a mitad de temporada? ¿Hay miedo en el riesgo de no calzar?
En realidad, para nosotros los entrenadores es la situación ideal. Comúnmente tenemos la posibilidad de agarrar un equipo cuando las cosas están mal. Esas son situaciones más complejas. En cambio en este tipo de situaciones, con un equipo que acaba de ganar un torneo y está compitiendo a nivel internacional, es uno de esos lindos desafíos. Creo que cualquier entrenador al que le hubiesen ofrecido Melgar, aceptaba. De hecho, la dirigencia me dijo que estaban analizando 60 currículums de entrenadores y todos querían venir. Nos eligieron a nosotros y el trabajo es mantener lo que se hizo y potenciar algunos aspectos.
—¿Fue difícil convencer al grupo de su idea?
El grupo humano que hay acá es excelente. Sin duda es el mejor que me ha tocado dirigir en mis años de entrenador. Haciendo una valoración muy rápida, hace menos de dos meses que estamos aquí y veo un liderazgo y ascendencia muy importante de los más grandes. Están enfocados y exigen a sus compañeros a dar lo mejor. Es un grupo fantástico.
LEE: “Me gusta Guerrero por su estilo de juego, pero más me gusta Pizarro por la gran carrera que tuvo” | ENTREVISTA
—Eso a veces es difícil de encontrar, ¿no? Una familia en un plantel amplio de profesionales que buscan, más allá de los logros deportivos, sobresalir de manera individual…
Una de las condiciones que la directiva me encomendó fue cuidar la armonía del grupo. No es fácil, desde lo humano, tener un grupo tan abierto, comprometidos con el objetivo del club. Eso encontré acá. Y nosotros estamos totalmente convencidos que cuando hay un gran grupo humano como este, aunque no haya talento o jerarquía, los grandes objetivos se pueden alcanzar.
—Leí que sufrió depresión cuando era futbolista. ¿Cómo logró superar esa etapa?
Tenía 30 años cuando tuve depresión. Fue uno de los momentos más difíciles para mí como persona. Y sabía que el fútbol no era el medio por el cual podía salir adelante, así que me refugié en mi fe, en Dios, y a partir de ahí empecé a comprender un montón de cosas, a valorar de nuevo mi carrera, mi familia, a tener una vida un poco más tranquila sabiendo que no somos lo que hacemos sino lo que realmente somos, lo que proyectamos en los demás. El fútbol es parte de nuestra vida, nuestro trabajo, y cuando uno se encuentra a sí mismo como persona y encuentra, en mi caso, a Dios como sustento de la vida diaria, la vida se toma con otra paz, otra filosofía.
—¿Hoy se podría decir que es feliz?
Sí. El fútbol es mi pasión, lo ha sido durante toda mi vida. Pero en un momento, por un montón de circunstancias, no hallaba la posibilidad de ser feliz haciendo lo que toda mi vida hice y eso me tenía muy mal. No me sentía lleno. Ahí es donde entra Dios. Otros llenan ese vacío con dinero, fama o haciendo otro tipo de cosas; pero a mi eso no me hacía sentir completo o feliz. Cuando abracé la fé fue distinto, hizo que vuelva a disfrutar de mi trabajo, mi carrera, mi familia, mis hijos.
—Desde lo mental y lo humano, ¿cómo ve a los jugadores de Melgar, un equipo con muchos jóvenes?
En Melgar, el grupo se encarga de ese tipo de situaciones. Los líderes le dicen a los más jóvenes qué está bien y qué está mal, no solo en lo deportivo sino también en lo personal. Entonces cuando uno tiene ese tipo de liderazgo dentro del plantel, el trabajo es mucho más fácil, los propios jugadores se encaminan más rápido. Eso habla también muy bien de la dirigencia que ha sabido escoger a los líderes.
—¿Algún jugador le tocó la puerta para abrirse con usted? ¿Cómo es en cuanto al manejo de grupo?
Acá no, pero en otros lados sí. Nosotros como comando técnico, lo primero que le decimos a los futbolistas es que tienen las puertas abiertas para tratar un tema que sea futbolístico o personal. Nuestro trabajo, como entrenadores, consiste en mejorar a cada uno para que lo grupal se fortalezca. Por eso tenemos que estar dispuestos a ayudar, abiertos a que alguien venga con un tema y ayudarlo. Es parte de nuestro trabajo. No es simplemente enseñar jugadas, tácticas o estrategias, sino tratar de que el futbolista vaya creciendo como deportista y también en lo humano, a ser buenas personas. Creemos que si eres buen futbolista y buena persona, te va a ir mejor que si eres solo un buen futbolista.
"El éxito, logros y objetivos realizados van y vienen en la vida. Lo que no se desvanece nunca es la vida eterna, es Su presencia." -Pablo Lavallén
— Ministerio Tsebaoth (@MinisTsebaoth) May 9, 2022
Ahora Soy Hijo❤️#CasaTsebaoth #SoyParT #MesDeLaFamiliaTsebaoth #Mayo #AhoraSoyHijo pic.twitter.com/jY1B2AuS9r
-La salud mental es un tema tabú en el fútbol, ¿no?
Lamentablemente sí. Me parece que hoy en día el entrenador tiene que ser más abierto. Antes se pensaba que el jugador que tenía un problema o estaba sensible emocionalmente no estaba apto para jugar, por eso tenían temor de expresar sus inseguridades. Estaba mal visto. Hoy, la psicología deportiva ha logrado establecer, aunque suene increíble, que el futbolista es una persona como todos nosotros, que tienen problemas económicos, de autoestima o crianza. Antes, en el fútbol buscar ayuda era un síntoma de debilidad y al débil se lo quería fuera de una cancha de fútbol. Por eso ha habido tantos casos de jugadores y propios deportistas de élite que se quitaron la vida. Ojalá nunca más pase algo así.
—Pasando al tema selección. ¿Cómo ve esa propuesta de que Perú juegue algunos partidos de Eliminatorias en ciudades de altura como Arequipa?
El fútbol tiene un montón de matices y hay muchos equipos que desde la altura, como el caso de Bolivia, se han hecho muy fuertes. El jugador peruano, por su parte, tiene cierta ventaja porque se acostumbra a jugar en distintas plazas, sea altura o en el calor de Sullana, por el torneo local. Eso está bueno. Desde mi punto de vista no veo mal que se compita en un lugar donde el deporte no se vea afectado por condiciones externas. Pero si vas a jugar a un lugar de casi 4 mil metros de altura o con 40 grados de calor, eso sí me parece inhumano y peligroso. Pero Arequipa sería un buen escenario.
—En estos días se habla mucho de la reforma del fútbol peruano. ¿Melgar es un club modelo en nuestro país?
Melgar, en los últimos años, tiene lo que muchos clubes no tienen: un proyecto sobre el cual hacer bases, desarrollar un trabajo que te permita crear cierto estilo de juego. El club apuntó bien al traer a Marco Valencia para las categorías inferiores, para formar jugadores. Esa es la base de todo equipo de fútbol: saber qué tipo de jugadores voy a formar. En ese sentido, es una institución modelo en el fútbol peruano, pese a sus carencias.
—¿Cuáles serían esas carencias?
Hoy, lo único que le falta al club es tener un lugar propio de entrenamiento. No lo tiene porque ha tenido que acomodar otras situaciones desde lo económico. Pero me parece que dando ese último paso, que es el complejo deportivo con buenas canchas, buen departamento médico, gimnasio, comedor y un lugar dónde concentrar, será un equipo de primera línea. Porque tiene un proyecto muy bien desarrollado. Me parece que Melgar está por el camino correcto y los resultados reflejan eso.
—Si usted fuera dirigente y le encomiendan proponer algo para la mejora del fútbol peruano, ¿qué sería?
Primero que nada, los campos de juego. Tener campos mejor cuidados que permitan que la pelota circule con mayor velocidad. Hoy, en el fútbol, la velocidad de movimiento de la pelota es muy importante. Después, la implementación de tecnología que rige el fútbol como es el tema el VAR, que creo que se instalará el próximo año. Y, por último, tener un torneo bien consolidado, con equipos que dependiendo de su economía no sufran cuestiones de falta de pago a sus futbolistas. La liga tiene que ser fuerte internamente para exportar jugadores al exterior.
—Se acerca el primer partido de la era de Juan Reynoso en la selección. ¿Qué jugadores de Melgar cree que están listos para ser convocados?
Considero que hay muchos por una cuestión de edad. Melgar tiene un plantel joven y se inicia un proceso que seguramente durará cuatro años, pensando en el Mundial 2026. Creo que hay varios. Después los gustos serán los de Juan Reynoso. Él ha venido acá, a Arequipa, hemos charlado, me deslizó algún nombre. Calculo que mínimo cuatro jugadores de acá podrían ser citados en este proceso que recién arranca.
—¿No se puede saber por qué jugador le preguntó el profesor Juan?
No, no, no. Es una cuestión confidencial, ja ja ja.