Quizá muy pocos saben el segundo apellido, pero él siempre se encargó de dejarlo claro en todas las posturas que tomó. Compartidas o no, nunca dejó de ser sincero. “Yo soy o blanco o negro, gris no voy a ser en mi vida”, dijo alguna vez Diego Armando Maradona Franco, el más grande editorialista del fútbol. Un genio, muchas veces incomprendido, tantos titulares con la boca como con su chimpún zurdo de talla 39 que destilaba magia por donde pisaba.
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Maradona era una persona universal, pero pocos conocían a Diego. Uno de esos privilegiados fue Ramón Mifflin, leyenda viva del fútbol peruano, que guarda en casa obsequios del argentino, pero en su memoria tiene un tesoro invaluable: los momentos vividos junto a él, su gran amigo. Las alegrías y tristeza. Las risas y los llantos. Los viejas y los asados en casa. En el día de su cumpleaños número 62, recordamos los secretos que el ‘Cabezón’ compartió con Deporte Total en esta entrevista.
–¿Cómo vivió la muerte de Diego Maradona?
La noticia de su muerte fue impactante para mí, no me lo esperaba. Yo viajo muy seguido a Buenos Aires y saber que ya no está ahí, no sé, me hace dudar mucho de que se haya muerto. No me imagino la Argentina sin Diego. He tenido el privilegio de ser su amigo y estar a su lado en Buenos Aires, Barcelona, Nápoles, cuando vino a Lima también. Viajé con él a Alemania, Rusia, Japón. Ha sido bien penoso que termine de esa forma.
–¿A qué se refiere?
Creo que le hizo mucha falta la familia. La separación con Claudia para él fue fatal. Era muy familiar, quería mucho a los suyos y tener que separarse fue un golpe muy duro.
–¿Cómo era la convivencia de Diego con la fama?
Diego no tenía vida privada. Cuando estuve con él en Nápoles, no podía salir a la calle. Salía y en la puerta estaban 200 personas esperando para verlo. No podía ir a un restaurante porque se inundaba de gente. No iba de compras o al cine. La gente lo asfixiaba. Todo el mundo cree que es lindo ser famoso, pero yo creo que él tenía un sufrimiento por dentro de no poder compartir con su familia como una persona cualquiera.
–¿Alguna vez se quejó de la fama?
Él comentaba que la fama era linda porque estaba cerca a la gente, pero llega un momento que pasa a ser una presión. Es aburrida y desesperante. Tienes que vivir escondido, no eres dueño de tu libertad. La fama pasa de ser bonita a ser una molestia. Él se quejaba en privado cuando estaba con nosotros, sus amigos. Llegó un momento en el que no soportaba más.
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–A un año de su partida, ¿cómo lo recuerda?
Me han contado mil cosas, pero he tratado de no escuchar. Yo me quedo con todo lo lindo que lo disfruté, con todo lo bien que la pasé a su lado.
–¿Cuándo fue la última vez que lo vio?
Hace cuatro años en Sao Paulo, Brasil. Hubo un problema en la Conmebol y en representación de Perú fuimos con Juan Carlos Oblitas, Percy Rojas, directivos de Alianza, Universitario y San Martín. Allí estaban el brasileño Romario, el argentino Óscar Rugeri, el paraguayo José Luis Chilavert, entre otras figuras de Sudamérica. Y, claro, estaba Diego. Cuando llegó a la cena en el hotel vino a mi mesa a saludarme, abrazarme, siempre tan cariñoso. Nos quedamos conversando con Percy y Óscar hasta altas horas de la noche. Después, cuando fui a Buenos Aires, no lo pude ver.
–¿Cómo nace su amistad?
Yo era muy amigo de Miguel Ángel Brindisi, con quien jugué en Racing. Él jugaba con Maradona en Boca Juniors y en el 81 vinieron para un partido contra Universitario que ganó el cuadro crema 1-0 con gol de Escobar. El día que Hugo Sotil los reforzó. Fui al aeropuerto con mi hijo que tenía 12 años, se moría por Diego, y recibimos a Brindisi que vino con Jorge Cyterszpiler, mánager de Diego, y su papá. Don Diego me reconoció. Los llevé al hotel, luego fuimos al Nacional a ver el partido, me invitaron a cenar y nos pusimos a conversar. Maradona le regaló todo el uniforme completo a mi hijo y él lo guarda como un tesoro.
–Ese fue el primer encuentro con Diego
Sí. Posteriormente fui a Argentina y él me recibió en su casa. Luego para el Mundial España 82, yo era asistente de Tim en la selección peruana. Estando ahí aproveché para ir a Barcelona a ver el Brasil-Argentina y, como tengo una gran amistad con César Luis Menotti, entonces técnico del Barza, me quedé como un año en la ciudad. Quería aprender del ‘Flaco’, ver cómo trabajaba, cómo armaba sus equipos. Compartía con Menotti mañana, tarde y noche. Ahí también estaban Diego y Cyterszpiler. Nos hicimos grandes amigos.
–Cuando firmó por Napoli, usted fue uno de los privilegiados que estuvo el día de su presentación
Puso un avión para llevar a sus amigos y fuimos como 30 personas. El estadio San Paolo, que ahora lleva su nombre, estaba reventando. Ahí comenzó su historia.
–Esa presentación es una de las más grandes en la historia del fútbol, ¿cómo fue ese día?
Ya desde que llegabas a la ciudad podías ver la fiebre. Había gente con pelucas que hacían alusión a su cabello, caretas de él, chompas. Impresionante lo que se vivía.
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–¿Cómo era con sus amigos?
Un fuera de serie. Un muchacho inteligente. No era ningún loquito, era bien hablado. Tenía buenos principios, amable con todo el mundo. Atendía a los que podía y siempre se preocupaba porque todos estén bien.
–Diego le llevó mariachis a su cumpleaños número 40, un gesto que demuestra la amistad que los une
Sí. Yo estaba en California y da la casualidad que él también estaba en la ciudad. Mi esposa se contacta con él, se ponen de acuerdo y aparece en la casa con mariachis. Me cantó las mañanitas. Tenía buena voz, cantaba muy bien.
–¿Qué anécdota recuerda más?
¡Uff! He disfrutado todo lo que he pasado a su lado. En Japón, país al que llegamos con él, su papá, su cuñado y Carlos Bilardo, para un partido benéfico de Unicef, fuimos a una discoteca y se subió a bailar. La pasamos muy bien.
–¿Cuál es el recuerdo más preciado que tiene de él?
El uniforme completo que le regaló a mi hijo. Camiseta, short, medias y chimpunes. También tengo camisetas y me guardé dos botellas de vino que me regaló y hasta ahora las tengo. No las he tocado.
–¿Alguna vez le comentó algo sobre la marca personal que le hizo Luis Reyna en 1985?
Sí. Me comentaba que nunca le habían puesto una marca así. En el 82, los brasileños le pusieron a Batista y después los italianos a Claudio Gentile. La diferencia es que Batista y Gentile lo agarraron a patadas, en cambio Reyna no lo dejaba recibir, lo marcó muy bien.
–Estuvo en el palco del Estadio Azteca cuando Maradona le marca los dos goles históricos a Inglaterra en México 86, ¿cómo lo vivió?
En el segundo gol, en el que se lleva a todos por delante, cuando anota sale corriendo hacia el banderín del corner y levanta la mano, ¿recuerdas?
–Sí…
Nosotros estábamos ahí. El palco, que era de un amigo mío que vivía en México, estaba al frente del banderín. Estábamos con su familia viendo el partido. Su papá estaba muy emocionado, feliz.
–¿También estuvo cuando se coronó campeón del mundo?
Claro. Cuando ganó el Mundial fuimos a la concentración y nos tomamos una foto con la Copa. Alguien debe tener esa foto, yo no la tengo. Diego sacó el trofeo y me llamó para participar en la foto.
–En Estados Unidos 94, Maradona vive uno de los momentos más polémicos de su carrera al ser sacado en medio de un partido por una enfermera, ¿usted también estuvo ahí?
Sí, eso fue en el Estadio Foxboro de Boston. Ahí estuve con Cachito Ramírez y Kike Vidal, un periodista de Panamericana. En el Mundial recuerdo que lo visité mucho, estuve a su lado. Para mí, lo traicionó alguien ahí.
–¿Por qué?
Él fue con Fernando Signorini, su preparador físico, del quien me hice muy amigo y hasta ahora converso. Se preparó de la mejor manera. Si te das cuenta, él no tenía ninguna mala intención. Cuando lo sacan sale sonriendo, feliz, contento. En ningún momento da muestras que ha tomado algo para ayudarse, no lo necesitaba. Le hicieron una canallada.
–Diego alguna vez dijo: ‘qué jugador hubiera sido si no consumía drogas’, ¿qué opina?
Lo que hizo fue suficiente para admiración del mundo. Seguramente hubiera durado más, mucho más.
–Conoció y jugó con Pelé y Maradona, y ahora ve a Messi y Cristiano Ronaldo, ¿cómo formaría su top4 con ellos?
Pelé es el mejor. Después viene Diego, luego Messi y al último Cristiano Ronaldo. De ahí puede venir Johan Cruyff. A Di Stéfano lo conocí en el Mundial de España cuando jugué un partido de veteranos con él. Puskas también era un grande.
–¿Por qué Maradona es mejor que Messi?
Porque era mucho más productivo dentro de la cancha. Lo que pasa es que ahora los medios están más presentes. Diego era un fuera de serie, se ponía el equipo al hombro, tenía temperamento. Messi es un genio, pero hay que esperarlo, no se le ve la condición de líder que tenía Maradona.
–¿Qué tenía Maradona que lo hacía ser único sobre el césped?
Su capacidad, su derroche de calidad. Nos divertía a todos. La gente se moría por ir a verlo porque había que era un buen espectáculo. Era como ir a un concierto de Luis Miguel. Sabes que irás a ver algo bueno. Diego fue una persona escogida por Dios para dar espectáculo en el mundo.
–Diego también ha sido muy cercano a varios jugadores peruanos, ¿no?
Sí. Él era muy admirador de Teófilo Cubillas, Roberto Chale, Héctor Chumpitaz. Los conocía y los admiraba.
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