Cuando tenía el balón en los pies, don César Augusto Cueto Villa (Lima, 16 de junio de 1952) hacía poesía pura sobre el césped. “Uno le tiraba una piedra y él devolvía una flor”, contó su excompañero Pedro Sarmiento, quien además lo puso al nivel de grandes como Maradona, Enzo Francescoli y Zico. Apodado como “El Poeta de la Zurda” por el recordado periodista uruguayo Emilio Lafferranderie, Cueto, el ídolo peruano que hoy cumple 70 años, era capaz de convertir en verso cada jugada.
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César Augusto daba recitales vestido de corto y recibía elogios de los más grandes de la época. El ‘Pibe’ Valderrama, el futbolista colombiano más influyente de todos los tiempos, afirmó que dejó enseñanzas en su paso dorado por el fútbol colombiano en la década del 80. En 1979, Diego Maradona jugó su primer partido como futbolista en Lima: un 2-2 entre Argentinos Juniors y la preselección peruana. De un lado el ‘Diez’, que con los años iba a inspirar películas, documentales y series por streaming de las que hablarían desde Hong Kong hasta Buenos Aires; del otro, Cueto.
Tras el pitazo final, Diego fue pacientemente a buscar a César para cumplir el sueño de uno de sus hermanos, no se sabe si Hugo o Lalo, que le habían pedido un deseo antes de salir de La Paternal. El mismo Maradona se lo contó a “La Crónica”, que publicó la nota el 5 de julio. “Es la camiseta de Cueto. Es un gran jugador y yo lo admiro. Me la llevo a Buenos Aires porque mi hermano me la pidió como regalo. Cuando juego con ellos uno dice que es Cubillas y el otro Cueto”.
César Cueto, mundialista en 1978 y 1982, es ídolo de Alianza Lima. Uno de los más grandes. Tres veces campeón (1975, 1977 y 1978) y muchos años al servicio del club, llevando la insignia en el pecho a donde va. “Junto a Cueto y Teófilo Cubillas, somos la mejor volante en la historia aliancista. Y en el Mundial de 1978, éramos la mejor volante del mundo. Eso nadie nos quita y muestra lo que ha sido César para el fútbol peruano”, nos dice José Velásquez, el ‘Patrón’ que cuidaba las espaldas de un ‘Poeta’ que solo se dedicaba a dibujar.
“Yo he jugado con Cueto desde muy jóvenes, él tenía un par de años menos, pero era un extraordinario jugador, con una zurda increíble. Ponía la pausa en el mediocampo, muy inteligente. Es ídolo de Alianza y del Perú, y siempre se le debe reconocer como tal”, añade Velásquez.
En su cumpleaños número 70, el mejor homenaje de César es dejar que sus excompañeros, aquellos que compartieron vestuario con él y lo disfrutaron en tiempo real, lo describan. Ídolo acá y en Colombia.
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Su paso dorado por el fútbol colombiano
César Cueto fue parte de la época dorada del fútbol cafetero. Llegó en 1979 a Atlético Nacional con la chapa de mundialista y campeón de América. “Es el único jugador que he visto en mi vida al que la gente lo aplaudía aunque entregaba mal la pelota”, nos cuenta el periodista colombiano Luis Arturo Henao. “Yo no sé por qué no jugó en Europa. No lo entiendo”, se lamenta antes de ponerlo, así como Sarmiento, a la altura de los grandes del fútbol. “Era parecido a Tostao de Brasil en el 70″, lo compara.
En 1981, de la mano de Oswaldo Zubeldía, el ‘Verdolaga’ con los peruanos Cueto y Guillermo La Rosa, y otros grandes jugadores como Norberto Peluffo, Hernán Darío Herrera, Víctor Luna, Pedro Sarmiento, entre otros; logró alzarse con el campeonato nacional después de cinco años. César fue el conductor, goleador con 17 tantos y elegido el mejor jugador del certamen.
“Tenía esa magia para saber jugar de espaldas, perfilarse, saber qué decisión tomar antes de recibir. Nosotros hemos tenido el gusto de no solo verlo sino poder estar en una cancha con él y compartir su magia. No es descabellado decir que es de los grandes jugadores que Sudamérica entregó al mundo”, nos cuenta desde Colombia Norberto Peluffo, su excompañero.
“Le decían ‘Cucharita’ por la forma como cogía el balón y cómo lo lanzaba, como una cuchara”, recuerda Henao. César Cueto, en aquel plantel campeón, alimentaba de hermosas pelotas a los delanteros verdolagas, mientras Sarmiento, como aún lo rememora, marcaba y relevaba a placer porque sabía que en la ofensiva les sobraban soluciones.
Sergio ‘El Bocha’ Santín, excentrocampista uruguayo nacionalizado colombiano, hoy asistente técnico de Ricardo Gareca en la selección peruana, jugó al lado de César en 1983. “Para mí llegar a Atlético Nacional y estar con César, con Guillermo que era parte también del plantel, era algo muy significativo. Me marcó para el resto de mi etapa como jugador. César era un referente dentro del campo y fuera también por su humildad, su señorío, su don de gente”, nos dice desde la Videna de San Luis en estos días en los que prepara junto al ‘Tigre’ el partido frente a Colombia.
“Se puede decir que Cueto estuvo a la altura de grandes jugadores. Yo lo ubico entre los grandes referentes del fútbol mundial porque siendo también parte de la selección peruana exquisita, muy buena, también tuvo una participación importante destacándose a nivel mundial”, añade.
Su etapa en el América de Cali de los hermanos Rodríguez, dos capos de la droga
En 1977, los hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela, fundadores del Cartel de Cali intentaron comprar acciones del Deportivo Cali para lavar el dinero de las sólidas rutas del tráfico de cocaína que tenían hacia Estados Unidos, que para entonces ya era un secreto a voces. Pero la junta directiva lo impidió. No pasó lo mismo con el América de Cali, que a la fecha no había logrado un solo título, pero era inmensamente popular. En 1980, los narcos pasaron a ser los accionistas mayoritarios.
Cuatro años más tarde, consolidaron un ‘dream team’ en el fútbol colombiano. “Los Rodríguez se enamoraron de los buenos jugadores y compraron a todos. Entre ellos estaban los peruanos César Cueto y Guillermo La Rosa”, nos cuenta Luis Arturo Henao. A los compatriotas se les sumaron los paraguayos Juan Manuel Bataglia y Gerardo González Aquino, los argentinos Roque Raúl Alfaro, Julio César Falcioni y Ricardo Gareca, el colombiano Willington Ortiz. Parecía una selección de estrellas de Latinoamérica. El América de Cali llegó a tener en su nómina 150 jugadores, la más grande y nunca antes vista en el fútbol nacional.
“Conformó un equipo casi invencible que se paseó en todos los estadios de Colombia no solamente con sus grandes jugadores, sino con el dinero que había producto del narcotráfico, el cual también influyó en ciertos resultados cuando empezaron a pagarles a los árbitros dinero para que favorecieran al equipo”, contó hace años Fernando Rodríguez Mondragón, hijo de el capo narco Gilberto, en su entrevista con El Universal de México.
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Cueto se hizo muy amigo de Falcioni siendo incluso su compañero de habitación en las concentraciones. Una de las anécdotas más recordadas entre ambos se dio cuando el legendario portero argentino, hoy técnico de Colón de su país, le ofreció un cigarro al peruano y se entró a duchar. César dejó el elemento cargado de nicotina en la cama de su amigo, entró el técnico Gabriel Ochoa y le dijo que era de Falcioni, quien salió del baño con otro cigarro en la mano asegurando que ese era el suyo.
Con el América de Cali, el ‘Poeta de la zurda’ ganó el título en 1984, un año antes de sufrir una terrible lesión que lo alejó de las canchas por casi un año. Recuperado, y con 34 años encima, tuvo un breve paso por el Deportivo Pereira y Cúcuta Deportivo antes de retornar a Alianza Lima para ayudar al club de sus amores tras la tragedia de Ventanilla.
César Cueto jugó siete años en el fútbol colombiano, tiempo suficiente para enamorar a todos con su zurda prodigiosa y dejar un legado imborrable hasta ahora. No fue el primero ni el último peruano en arriba a tierras cafeteras, pero muchos lo ponen como el más destacado y brillante. “Si uno compara un poema con lo que César era capaz de construir con esa zurda no es ir muy lejos”, lo recordó Víctor Luna, su excompañero. Ese era Cueto, un poema al fútbol.
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