Agustín Lozano Saavedra siempre quiso ser presidente de la Federación Peruana de Fútbol. En noviembre del 2014, Sporting Cristal visitaba Chiclayo para enfrentar a Los Caimanes. Era un partido importante para los celestes que peleaban el título nacional de ese año. Al final fue empate 1-1. El plantel celeste fue a su concentración en un hotel céntrico de la ciudad, a quince minutos del estadio Elías Aguirre. Lozano, quien unos días antes había sido tachado como candidato presidencial de la Federación Peruana de Fútbol, pidió una reunión con Federico Cúneo, presidente del cuadro cervecero. Fue su primer intento por formar una nueva lista de candidatos. Sin llegar a un acuerdo con el directivo celeste, Lozano encontró en esa misma ciudad al socio estratégico para el plan de llegar a la Videna: Edwin Oviedo, entonces presidente del Juan Aurich. El resultado de este plan hoy es conocido, pero hace seis años fue un enroque de ajedrez inesperado.
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El cambio de fichas sobre el tablero se acordó de esta manera: Oviedo lideraba la lista presidencial y Agustín Lozano, quien tenía los votos de los presidentes de las ligas departamentales, aceptaba ser el vicepresidente. Era un premio consuelo después de la tacha. El Comité Electoral de la FPF, liderado en aquel tiempo por José Luis Noriega, descartó la candidatura de Lozano porque, en medio del periodo electoral, ejercía un cargo público como alcalde de Chongoyape, distrito chiclayano con casi veinte mil habitantes (la mitad de lo que puede entrar en el estadio Nacional).
Edwin Oviedo, con su aparición repentina, le ganó la elección sin atenuantes a Federico Cúneo. La diferencia la hicieron los votos de los presidentes de las ligas departamentales, el bloque que Lozano había ofrecido sobre la mesa de negociación. Al llegar al poder, Oviedo tomó distancia de ese entorno dirigencial y nombró comisiones de asesores sobre todo para el manejo del área deportiva. Lozano poco a poco, fue perdiendo voz y voto.
“Esta elección la hubiera ganado con la mayoría de apoyo de las departamentales y algunos clubes profesionales. Me han robado este triunfo, que espero no se suscite en la próxima elección”, declaró Lozano, ingeniero de 49 años, después de la tacha. Ya alejado del entorno de confianza de Oviedo, el eterno candidato Lozano se limitaba a dar sus opiniones en las reuniones de directorio. Aún se recuerda que fue Lozano uno de los más críticos con Ricardo Gareca, en sus primeros meses como técnico de la selección peruana. “Si yo fuera Gareca renunciaría”, dijo Lozano en abril del 2016. Ya con Perú clasificado al Mundial, el actual presidente de la FPF, le pidió disculpas al ‘Tigre’ en el avión que llevó a la delegación peruana a Rusia.
-Cercano a Burga-
¿Cuándo descubrió Lozano que reunía condiciones para llegar al sillón presidencial en Videna? Su carrera dirigencial fue veloz. Comenzó como hombre de confianza de Manuel Burga. Con menos de cuarenta años, Lozano ya era jefe de delegación del equipo peruano Sub 20 que viajó al Sudamericano de Venezuela del 2009. Allí afrontó su primera crisis como cabeza dirigencial al tener que dar la cara ante las inconductas de Reimond Manco en la concentración peruana, en la ciudad de Maturín. El ex jotita recibió a su novia en el hall del hotel Stauffer. No hubo ninguna sanción por esa indisciplina.
Cinco años después, Lozano ya era vicepresidente de la Federación Peruana de Fútbol. Se alejó de Manuel Burga, mantuvo su cargo como alcalde de Chongoyape y, en silencio, trataba de mantener la lealtad de los presidentes de las ligas departamentales para una futura elección. Una elección que se fue postergando año por año.
Las intenciones de perpetuarse en el poder deportivo siempre trae tristes consecuencias. Ocurrió a nivel internacional con el caso FIFAgate y la caída de Joseph Blatter y lo vivimos en el Perú con el penoso final de los dos últimos ex presidentes de Federación.
Manuel Burga se fue con una candidatura tachada en el 2014, por intentar una prohibida segunda reelección, y en el 2015 se fue a prisión en medio de las investigaciones por casos de sobornos en la cesión de derechos de TV, de torneos sudamericanos. Burga fue declarado “no culpable” por la justicia estadounidense, la que denunció el escándalo FIFAgate; pero ha sido inhabilitado de manera perpetua por la FIFA por el mismo caso. Además, Burga debe pagar una multa de un millón de dólares, aproximadamente. Consultamos con fuentes de su entorno sobre el presente de Manuel Burga y la información que recibimos es que está elaborando su apelación por el castigo FIFA y que no descarta ir al TAS.
-Su momento llegó-
Los últimos meses de Edwin Oviedo en el poder también tuvieron un perfil reeleccionista. No solo promovió la Ley de fortalecimiento de la FPF (y con esto se postergaba un año más las elecciones de la FPF), sino que fue buscando contención judicial para los problemas que tenía como empresario en el norte. Esos inconvenientes judiciales, específicamente el caso de los Wachiturros de Tumán, lo llevó a una prisión preventiva que hoy es domiciliaria.
“¿Y cuál es el problema si me quiero reelegir? No entiendo, la pregunta. ¿He hecho un mal trabajo?”, nos preguntó Oviedo en la última entrevista que le hicimos en Videna, en julio del 2018. Lucía molesto y no culminó en buenos términos la entrevista. Tres semanas después, apareció su audio con el juez César Hinostroza.
Ante la prisión de Oviedo, Agustín Lozano alcanzó el cargo que había anhelado desde casi diez años atrás. Su primera crítica fue al estado financiero, luego desactivó el plan de menores (según él, por presupuesto) y tuvo que reacomodar algunos departamentos debido a que la crisis de Oviedo trajo consigo varias renuncias. Despidió al secretario general, Juan Matute (mano derecha de Oviedo) y contrató a Óscar Chiri. Ya tiene dos años como presidente en funciones y tendrá doce más ante la postergación de la hoja de ruta para la constitución de los nuevos estatutos de la FPF. Esto fue aprobado en la última Asamblea de la FPF, el 28 de diciembre. Lozano será presidente de la FPF hasta diciembre del 2021.
-Hombre de familia-
“De todos tus informes, lo que más me molesta es que te metas con mi familia”, me dijo Agustín Lozano, en alusión a una nota publicada en este diario donde informamos que el presidente de la FPF hospedaba a su familia en la Videna, cuando venía a Lima, en sus tiempos de vicepresidente y alcalde de Chongoyape. “La Federación no me da plata para el hotel”, nos explicó fastidiado.
En eso sí tiene razón Agustín Lozano. Su debilidad por el lazo familiar lo ha hecho cometer algunos excesos, como por ejemplo dejar que su hijo se tome una foto con Lionel Messi, después del partido entre Perú-Argentina por Eliminatorias. ¿En tiempos de pandemia y restricciones por qué el hijo del presidente de la FPF puede entrar al camerino de un equipo rival?
Otro familiar de Lozano, su cuñado César Herrera, fue el principal implicado en el caso de la reventa de entradas, que llegó hasta la Comisión de Ética de la Conmebol. La entidad sudamericana solo multó a Lozano por “ser poco diligente”, según el comunicado oficial. “Yo no tengo nada que ver con la contratación de mi cuñado en la FPF, es más estamos muy distanciados”, nos respondió Lozano hace dos años, cuando comenzaba con sus nuevas funciones en Videna.
Hay un comportamiento reiterado de Lozano utilizando a la Federación Peruana de Fútbol como si fuera un club social. La prueba de esto es que haya organizado una pichanga “de amigos” en diciembre en la misma Videna. Una actividad prohibida aún por el Ministerio de Saluda y sobre la cual no se ha dado todavía ninguna explicación.
-Lo pendiente-
Agustín Lozano alcanzará los tres años como presidente de la FPF en diciembre del 2021. Aún es difícil predecir si intentará prolongar más su permanencia en el máximo poder del fútbol peruano. Por ahora acumula más cuestionamientos que méritos. En la última Asamblea de Bases, de manera muy extraña, se aprobó no informar el resultado de la auditoría forense, el cual tenía que responder por qué hubo un forado de casi 70 millones de soles en los últimos tres años de gestión en la FPF. Lozano podrá argumentar que no fue presidente entre el 2017 y 2018, pero es parte visible de ese directorio. La gestión de Oviedo, también es la suya. Es el mismo periodo presidencial que va a cumplir seis años (cuando deben ser 4).
¿Cuál ha sido el aporte de Lozano al fútbol peruano en estos dos años de presidencia? Las obras en la Videnita de Chaclacayo, que tanto entusiasmaron a Ricardo Gareca, están paralizadas. Además, tiene que explicar por qué ha manejado de manera tan poco transparente la cesión de derechos de televisión para cuatro clubes peruanos (Llacuabamba, Stein, Alianza Universidad y Grau). ¿Por qué no aceptó la oferta económica de casi cuatro millones de soles de Consorcio Fútbol Perú? ¿No será porque esta entidad tiene como cabeza al uruguayo Paco Casal? Aquí sí es posible encontrar una conexión entre Lozano y la Conmebol. El polémico Casal hoy tiene un juicio por diez millones de dólares con la máxima entidad sudamericana del balompié. Si es una orden desde Asunción, es importante que lo aclare. Esa misma Conmebol decidió no castigarlo más severo por el caso de reventas de entradas en las pasadas Eliminatorias. Esa misma Conmebol hoy no cuestiona que Lozano esté buscando diferentes estrategias para no irse de Videna. Lozano más que un dirigente peruano hoy es un voto a favor también para las reelecciones de Alejandro Domínguez en Conmebol y de Gianni Infantino. Y es evidente que no se quiere ir. Ese plan nunca termina bien en Videna. También es bueno que lo recuerde.
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