El premio The Best de la FIFA no tuvo sorpresas: Messi se impuso, como es habitual, entre los jugadores, los entrenadores y el público. Y perdió (también es un clásico ya) con los periodistas. Igual ganó cómodo. Fue lógico, tuvo otra temporada buenísima, en juego y barnizada con 54 goles. En cambio, el Balón de Oro de France Football viene con novedades. Para empezar, por primera vez desde 2011 Neymar ni siquiera aparece entre los 30 nominados. Y esto no lo pudieron arreglar ni Nike ni sus representantes ni las redes sociales que lo promueven. Sencillamente, no fue su año, y es una pena, seguimos creyendo que se trata de un jugador potencialmente fabuloso. Difícil reunir en un solo envase tantas aptitudes técnicas, físicas y creativas. Está todo el fútbol en su cuerpo; el problema es la cabecita… También es difícil dilapidar tanto talento con semejante regularidad. Siempre pensamos: si se pusiera serio… Y al año siguiente lo mismo. Y al que sigue. Un dato es revelador: de los 126 partidos que disputó el PSG estando él en el club, Neymar sólo jugó en 63, el 50% exacto. El resto estuvo lesionado o suspendido.
Otro dato sorprendente es que a un año de ser campeón de Europa y tener 8 futbolistas entre los 30 candidatos, el Real Madrid está representado este año por uno sólo: Karim Benzema. Quedaron fuera Bale, Isco, Marcelo, Modric, Ramos y Varane, más Cristiano Ronaldo que sí integra la lista actual, pero por Juventus. Eden Hazard es otro de los 30 escogidos, aunque por su temporada en el Chelsea. Esto habla de la caída del equipo madrileño. Y el Barcelona no puede alardear tampoco pues sólo aporta dos seleccionados: Messi y Ter Stegen. El palo para el fútbol hispano es que, después de ser el epicentro del fútbol mundial durante muchos años, ningún futbolista español forma parte de la lista de elegibles.
El fútbol inglés aporta 16 de los 30 finalistas (53%), lo que habla del predominio de la Premier League. Son 7 del Liverpool campeón europeo, 5 del Manchester City campeón de Inglaterra, 2 del Tottenham, 1 del Chelsea y 1 del Arsenal. Lo increíble es que entre estos dieciséis no se encuentra Harry Kane, goleador del Mundial 2018 y finalista de la Copa de Europa, en la que marcó 5 goles.
Y la noticia de bulto es que, por primera vez en 64 años de la premiación, quien fue Balón de Oro de una edición no figura ni entre los 30 finalistas de la posterior. Es el caso de Luka Modric, ganador 2018. Hizo un excelente Mundial en Rusia y, a pesar de no ser campeón, se le premió con el Balón de Oro del torneo. Hasta ahí, muy bien: guio a Croacia hasta la final. Pero es que luego le llovió una andanada de honores como el premio a Mejor Jugador de la UEFA, el The Best de la FIFA, las distinciones de Mejor Jugador de la Champions, Mejor Centrocampista (ambos de la UEFA), Mejor Constructor de Juego del mundo, que otorga la IFFHS, el Balón de Oro anual y algunos otros, menores. Una recompensa un poco exagerada.
Vaya por delante que Luka es un jugador notable, técnico y cerebral, enorme conductor del Real Madrid de las cuatro Champions. Cuando alguien se ve comprometido con la bola, se la da al croata y listo. Es como poner control zeta en la computadora. Se salva todo error posible. Sabe resolver cualquier situación del juego. Un crack indiscutible. El Madrid lo fichó en 2012 por 30 millones de euros; si hoy se le cruzara otro Modric con 27 años debería ir corriendo y pagarlo 200. Sería barato. Conste también que en 2018 Modric fue campeón de Champions con el Madrid. Tenía buenas cartas en la mano para ganar la partida. Y fue reconfortante porque, por una vez, se premió al organizador, al que tiene la compleja tarea de dirigir al conjunto y armar juego. No obstante, nadie debe recordar un superpartido de Luka en la competición europea. Incluso cuando recibió el premio, en diciembre pasado, ya llevaba muchos meses en bajo nivel. Con todas las distinciones que ya había recibido, el Balón de Oro pareció una recompensa desmedida para sus cinco o seis sobresalientes partidos en el Mundial.
Tal vez ese Balón 2018, el de diciembre, lo merecía Antoine Griezmann, quien redondeó una temporada de oro, ganando la Europa League, la Supercopa de Europa, marcando docenas de goles (varios decisivos) y sobre todo siendo decisivo en el título mundial de Francia. Con un agregado: mostró un nuevo matiz en su juego, bajando diez o quince metros para convertirse en un lúcido orquestador de juego. Fue quien manejó los hilos en el equipo de La Marsellesa. No fue simplemente un punta estacionado arriba a la espera de una jugada de sus compañeros. Griezmann resultó electo el jugador más valioso en tres de los siete partidos de Francia en el Mundial, incluida la final. Y, como Modric, tiene un guante en el pie. O sea, desde la calidad a la eficacia pasando por los logros, no era sencillo superarlo. Pero entró tercero en la votación y a kilómetros de distancia en puntos de Modric. La diferencia puede estar en que, mientras el croata milita en el Real Madrid, el francés estaba en el Atlético. Geográficamente, el Bernabéu y el Metropolitano están a 12 minutos de distancia. Mediáticamente hay un mundo. Siempre nos preguntamos cuántos Balones de Oro hubiese ganado Cristiano Ronaldo si lo mismo que hizo en el Madrid lo hubiese hecho en el Atlético. Tal vez un par menos.
Desde la final del Mundial 2018 a hoy han pasado quince meses. Modric ha entrado en el subsuelo de su carrera. Está desaparecido futbolísticamente y también en esa lista de 30 aspirantes al nuevo galardón. No hay más razones que las deportivas. A los 34 años, quizás le pasen facturas los casi 850 partidos en los hombros, y sus apenas 66 kilos en 1 metro 72. Tan desaparecido que, por primera vez en ocho estaciones, tambalea su titularidad en el mediocampo del Madrid; en varias ocasiones fue al banco. En todos esos años hubo tres insustituibles: el líder (Sergio Ramos), el goleador (Cristiano) y el conductor (Modric). Los demás podían alternar. En el medio, la trilogía Modric-Casemiro-Kroos fue casi un clisé, una matriz de hierro. Ahora, el lugar de Luka suele ocuparlo Federico Valverde, excelente volante uruguayo de frescos 21 años, exuberante en lo físico, dotado con la pelota, rápido en la traslación del balón, inteligente y de fuerte remate. Ya con 17 primaveras destacaba con nitidez en Peñarol. El diario Marca le dedicó la portada con un título que dice mucho: “Valverde llegó para quedarse”. Zidane está encantado con él y todo indica que su irrupción podría cerrar el ciclo de Modric en el Bernabéu en junio próximo.