Alcoyano eliminó a dos equipos de Primera División en esta temporada de la Copa del Rey. (Foto: Agencias)
Alcoyano eliminó a dos equipos de Primera División en esta temporada de la Copa del Rey. (Foto: Agencias)
Jorge Barraza

El fútbol es una metáfora permanente de la vida. Le provee frases para siempre. “La novia le sacó tarjeta roja” (lo dejó), “abrir el juego” (participar a otros), “tirar la pelota afuera” (deslindar responsabilidades), “por amor a la camiseta” (algo que se hace gratis)… Hay decenas. En Argentina, cuando alguien progresa, estrena auto nuevo o simplemente se da más importancia de la debida, es usual decirle “se agrandó Chacarita”. Alude al viejo y querible club funebrero, ahora en la “B” Nacional. Como suele acontecer, la frase fue un acierto periodístico y entró de lleno en el vocabulario popular, millones la utilizaron o la escuchan diariamente. ¿Su génesis…?

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En 1948, por la cuarta fecha del campeonato argentino se enfrentaban Chacarita Juniors y Boca. Había sido un flojo comienzo del equipo tricolor, en tanto Boca venía de golear 7 a 2 a Gimnasia y era amplio favorito. Sin embargo, en una tarde inspirada, el local ganaba bien 2 a 0 y la euforia inundaba corazones humildes, pero… Nunca faltan encontrones cuando un pobre se divierte, decía Martín Fierro. Descontó Boca con gol del Atómico Boyé y en el segundo tiempo la angustia sobrevoló las almas chacaritenses. Se lesionó su arquero Segundo Díaz y debió ser retirado del campo; Chaca con diez, porque en esos tiempos no había cambios. El puntero izquierdo Busico pasó a ocupar el arco. Minutos después, ¡penal para Boca…! (un clásico). Protestó el delantero De Luca y el juez inglés Gregory lo expulsó. ¡Chaca con nueve, Boca a tiro de empate y aún faltaba media hora…! Malos presagios. Ejecutó Boyé y la pelota dio en un palo, pero Gregory entendió que Busico se había adelantado y ordenó rematar nuevamente. La hinchada funebrera bramaba, ¡Injusticia…! Justamente por los favoritismos hacia los clubes grandes, y a Boca en especial, la AFA contrató un plantel completo de árbitros ingleses. Pero no había caso, todo parecía seguir igual. Total: volvió a patear Boyé y la bola de nuevo dio en el mismo palo.

A partir de allí, como impulsado por la rabia, crecido por la furia, Chacarita con nueve hombres se le fue encima a Boca y le marcó tres goles más. Final, 5 a 1 y hazaña nunca igualada. A la mañana siguiente, el diario Noticias Gráficas le dedicó ese título histórico: “SE AGRANDÓ CHACARITA”. El nombre del periodista se perdió en la bruma del anonimato.

El sopapo a Boca le confirió fama de equipo bravo, peligroso en su cancha de San Martín, pero volvió a su rutina proletaria de descensos, ascensos, deudas, venta de jugadores a los poderosos, vida de cuadro chico. Hasta que en 1969 la gloria le dijo que sí. Décadas soñando con esa dama coqueta y esquiva; pero sucedió: ella le dio un beso en la boca. Con un grupo de muchachos surgidos de inferiores llegó por única vez a definir un campeonato, nada menos que un cuadrangular frente a Boca, Racing y River. Parecía imposible, pero en semifinal venció a Racing 1 a 0 y en la final arrasó a River 4 a 1 con una actuación sinfónica, plena de belleza y contundencia. El Gráfico le dio la tapa a su estrella, Ángel Marcos, y en páginas interiores encabezó el comentario con una frase inolvidable: “AL FÚTBOL SE JUEGA ASÍ”.

¡Chacarita Juniors en el cielo del fútbol! Parecía increíble hasta pronunciarlo. El país entero se alegró. Estos festejos de pobre son contagiosos, uno los celebra como propios. El estadio de Racing (allí se jugó) reventaba: 64.441 boletos se vendieron. Que entre colados y otras hierbas serían 70.000. La tribuna baja, toda de Chaca, se caía de la emoción. Angel Marcos, el Tanque Neumann, los once héroes funebreros, brazos en alto, fueron a dedicarle el triunfo a aquellos eternos peregrinos de la fe tricolor. Entonces brotó desde el cemento como un trueno, un rugido que era mezcla de llanto, de orgullo y de alegría… Era una vida esperando ese instante sublime.

En 1971, en mérito a su gran juego, fue invitado a participar del prestigioso Trofeo Joan Gamper, del FC Barcelona. Una satisfacción y una responsabilidad, le tocaba enfrentar nada menos que al Bayern Munich. Chacarita había transferido a su gran crack Ángel Marcos a Francia con una condición: que primero jugara el Gamper y luego viajara a Nantes. No era cuestión de pasar vergüenza. Accedieron los franceses y Chaca logró un triunfo sensacional: venció 2-0 al Bayern con Sepp Maier, Paul Breitner, Gerd Müller y Franz Beckenbauer en cancha. Marcos anotó el primer gol. Otra vez los diarios titularon con aquello de “Se agrandó…”. Cada tanto matiza su modestia con alguna proeza.

En España, de quien lucha y persevera en un objetivo, es común comentar “tiene más moral que el Alcoyano”, pequeño equipo valenciano que ha hecho de la persistencia un estandarte. Dice su himno: “La moral del Alcoyano es famosa en toda España / por experto y veterano siempre hará buena campaña”. Entre 1945 y 1951 supo estar cuatro temporadas en Primera, ahora es uno de los 102 cuadritos de Segunda B que se masacran en canchas peladas para subir a Segunda. Dos semanas atrás dio un golpe sobre la mesa de los que hacen historia, y reactualizó como nunca el dicho que lo perenniza: se le paró tieso al Real Madrid, le ganó 2 a 1 y lo eliminó de la Copa del Rey, bella competición que agrupa a todas las capas sociales del fútbol español. Ahí son todos iguales a los ojos de Dios. Estos clubes diminutos viven con ansiedad el sorteo de la Copa a principios de temporada, esperando les toque el Madrid o el Barça. Si se les da, hacen fiesta, no importa si terminan goleados, los verá el país. Y puede que hasta el mundo hable de ellos, oscuros concursantes de un fútbol casero, de partidos casi barriales, donde se escuchan los gritos de los protagonistas: “Corre, hostia… pásala, tío… a por ellos”.

Se dio: el mundo habló del Alcoyano, tumbó al Madrid. ¡Y cómo…! Perdía 1-0, empató cerca del final y forzó el alargue, quedó con diez por expulsión y con uno menos le asestó el segundo. El del nocáut. Hazaña de cuadro chico, hermosa pintura de la pasión. La prensa madridista, esa industria sin feriados, no tuvo cómo esconderlo, lo calificó de “ridículo histórico” y los títulos de tapa fueron calcados: “Bochorno”. Un mazazo inesperado al Madrid y, sobre todo, a la cuestionada figura monacal de Zinedine Zidane, quien sigue hamacándose en el trapecio, pero ya sin red abajo. En la cancha estaba Eden Hazard, cuyo pase costó 160 millones de euros, con lo cual el Alcoyano se solventaría 62 años seguidos en Segunda B. No es broma, su presupuesto total es de 2,6 M€ anuales. Hazard fue una sombra. La luz que iluminó el campo resultó el arquero José Juan, de 41 años, cuyo valor de mercado es de 50.000 euros.

¿La fórmula del Alcoyano…? La misma que la de Defensa y Justicia para ganar la Copa Sudamericana o la del Levante ayer, para tumbar también al Real Madrid por la Liga: ingenio, trabajo y actitud, tres valores que no están relacionados con el presupuesto.

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