El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires clausuró en la noche del sábado el estadio de River por exceso de público y obstrucción de vías de salida. No se sabe aún las implicancias de esta clausura en el partido del domingo.
"Pedí a los inspectores la mayor celeridad para poder brindar la posibilidad de que el espectáculo se juegue", dijo Ricardo Pedace, director de la Agencia Gubernamental de Control de la Ciudad, en una entrevista televisiva.
Imágenes de televisión mostraron al bus que trasladaba a Boca pasar al lado de un numeroso grupo de simpatizantes de River a pocas cuadras del estadio. Allí, los violentos lanzaron piedras, botellas y otros objetos.
Los dos clubes protagonizaron un incidente similar dentro de la cancha de Boca en la Libertadores de 2015, cuando los hinchas "xeneizes" arrojaron gas pimienta a futbolistas de River, hecho que llevó a la descalificación del local de la competencia.
Este escándalo se da apenas días antes de que líderes de las naciones industrializadas que integran el G-20, incluidos Donald Trump y Vladimir Putin, se reúnan en Buenos Aires a tan solo unas cuadras de donde se registraron los incidentes.
La final entre River y Boca es la primera entre dos clásicos rivales y entre los dos clubes más populares de un país en más de seis décadas de la Libertadores, por lo que concentró la atención mundial.
Fuente: EFE