Marco Quilca León

El mundo actual, al que sobrevivimos día a día, está unido por un clic. Efecto de la revolución 2.0, le dicen. Pero nunca hemos sentido el dolor tan cerca como hoy mientras nos horrorizamos con los videos de cientos de afganos huyendo desesperadamente de su país, su tierra, su hogar, ante el despliegue de los talibanes que tomaron el control de Afganistán tras 20 años de guerra. Y a la par, las historias de violencia contra las mujeres comienzan a tomar más fuerza. En tiempos de lucha constante por la igualdad de géneros, miles de afganas temen por vida. Peor aún las que encontraron en el fútbol una herramienta para alcanzar sus derechos, empoderarse.