Tal vez era el más discutido en su selección antes de jugar el Mundial. Una semana antes, ni siquiera sabía que iba a ser titular. El arquero que hoy por hoy no tiene equipo, Guillermo Ochoa, fue el encargado de frenar la delantera carioca y despertar así una esperanza grandísima en el pueblo mexicano. Hoy, es el gran chavo de México.
Cuando ya todos estaban seguros y le jugaban sus últimas fichas al triunfo y a los goles brasileros de Neymar Jr. o Fred, apareció Memo Ochoa para mantener en cero su arco y darle así el empate a la selección mexicana. ¿Cómo es? Un portero elástico, concentrado, de esos atajadores capaces de volar de palo a palo como si fueran Superman. Su mejor versión, además, lo mostró seguro, sin dar los rebotes que alguna vez le costaron críticas.
El cuadro de Herrera jugó su partido, se paró bien en la cancha, supo cerrar espacios y consiguió sumar un punto en un empate con sabor a triunfo. Brasil tuvo pocas, pero en esas pocas apareció Ochoa bien plantado para impedir el paso de cualquier intento de gol. La más clara la tuvo Neymar Jr en el segundo tiempo, con ese cabezazo, en el que muchos cantaron el gol sin darse cuenta de que la real estrella estaba parada justo debajo del arco.
Esta primera fase de grupos deja claro que hay equipos que no funcionan sin las genialidades del desequilibrante del plantel y que el jugador menos pensado puede ser elegido como el mejor del partido. Ejemplo de esto es hoy Ochoa, que desde la portería está logrando lo impensado; sumar puntos con un México clasificado a la Copa del Mundo por repechaje, y quitando protagonismo a los ya reconocidos como cracks. A nadie le gustan los empates a cero porque el alma del fútbol es el gol. Pero cuando la figura del partido es el arquero, también hay que celebrarlo. Qué grande eres Memo Ochoa, hoy todo México debería sentirse seguro al tener a un guardameta como tú.