Para llegar a tiempo al partido España-Chile traté de salir muy temprano desde mi hospedaje, a pocas cuadras de la playa Copacabana en Río de Janeiro. Apenas tomé el taxi sabía que podía ocurrir lo peor. Pasaban cinco, diez, quince minutos y el vehículo amarillo no avanzaba.
Casi todo el partido entre Holanda y Australia tuve que escucharlo en el taxi. ¿Qué había pasado? Una manifestación de profesores detuvo todo el tráfico en las avenidas principales. Primer sobresalto del día, la aterradora sensación de quedarte fuera de un partido mundialista por no llegar a tiempo.
Y entonces sucedió. Una turba de hinchas chilenos que no tenían entradas irrumpió en la sala de prensa del Maracaná.
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