Era silencioso como Thiago, movedizo como Ciro y avispado como Mateo. El primer Messi, ese niño que caminaba haciendo pataditas por lascalles de Rosario, podría viajar en el tiempo y mirarse en el espejo al encontrarse hoy con sus tres hijos. Lionel, sobre todo ahora que es campeón del mundo, no le huye a la tentación de transitar por los orígenes. Se acuerda de su querido club Grandoli, de su abuela Celia que lo llevaba a la cancha y del dolor de cada inyección de hormonas del crecimiento. Siempre vuelve y es feliz haciéndolo. Siempre vuelve porque es lo que menos le cuesta.
En mayo del 2013, en un día lluvioso en Barcelona, detuvo su apurado paso cuando recibió una portada del Diario El Comercio. Allí aparecía en una vieja cancha del Callao poco antes de ganar su primer torneo internacional. Messi gambetea a todo lo que se presente en su camino, menos al pasado.
El ‘10′ argentino miró con ternura esa imagen que habíamos impreso para dársela como obsequio y homenaje antes de entrevistarlo en el aeropuerto El Prat. Aquel Messi del 2013 era mucho más restringido con el acceso a la prensa. Recién después de ganar la Copa América del 2019 se acostumbró a dar entrevistas por más de media hora. Apenas bajó de su Audi blanco, sabíamos que no íbamos a tener mucho tiempo para dialogar con él.
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En la foto que traíamos, Leo vestía la camiseta de Newell’s Old Boys y abrazaba a niños de la Academia Cantolao, el club organizador de aquella Copa de la Amistad de 1996. Volverse a ver con el uniforme de ‘Ñuls’ –el mismo que usó para homenajear a Maradona en el 2020– calmó un poco el veloz paso del reloj. Vestido con una polera blanca, con el rostro estampado de un joven Mick Jagger, el rockero Messi recordó los detalles de su primer gran concierto.
”Estaba muy chiquito cuando pasó todo esto (la Copa de la Amistad de 1996). No sabía que aún existían algunas fotos de este momento, están muy buenas. Detalles de cómo se dieron esos partidos no tengo muchos, solo que metíamos muchos goles y al equipo le llamaban la ‘Máquina’. Recuerdo un poco que tomamos el avión y fuimos a Lima. Y que me hospedaron unas personas (la familia Méndez)”, nos dijo Messi sin soltar ese retrato ampliado e impreso en una hoja de papel periódico.
Un mes después de esa charla, Lionel Messi llegó a Lima para disputar un amistoso. Ese encuentro será recordado como “el amistoso del millón de dólares”. Salomón Villafuerte, el empresario que organizó el evento, calculó que esa cantidad es la que pidió el entorno del ’10′ para traerlo. Como no se vendían muchas entradas, era urgente convencer a un invitado especial. Neymar, que recién había sido fichado por el Barcelona, pidió una cantidad similar. Esa noche, en un estadio Nacional lleno, nacía una amistad-futbolística que disfrutamos hasta hoy. Aquí comenzó todo.
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Beso en la Copa
En el improvisado ránking de fotos emblemáticas de Messi con la Copa del Mundo, una de las ganadoras es aquella donde Lionel no se resiste a darle un beso en cámara lenta al trofeo FIFA. El mejor de todos no pudo esperar al protocolo de la ceremonia. Su alma competitiva tiene una brújula que le señala el camino para ganarlo todo.
En el 2016, ya miraba con una dosis de ansiedad la Copa América. “Si vas a ir a Estados Unidos a cubrir anda tranquilo nomás. Seguro nos vemos de nuevo “, nos bromeó Leo Messi en el segundo encuentro con este diario, en abril de ese año. Ese día, Lionel había llegado muy temprano a un escondido set de televisión en las afueras de Barcelona. En las instalaciones había más guardaespaldas que camarógrafos o asistentes de producción. Sobre una mesa de madera comenzó a autografiar camisetas y balones que no eran de oro.
“Sé que hay informaciones sobre los permisos en este campeonato, pero yo nunca dudé en participar del torneo. Ya está conversado con el club”, nos comentó. Dos meses más tarde, Argentina perdió la final de la Copa con Chile y Leo renunció a la albiceleste. El ‘Patón’ Edgardo Bauza, al menos hay que reconocerle ese mérito, lo convenció para volver. Aquel Lionel del 2016 tenía un diálogo más abierto y ya prometía que iba a agotar su último esfuerzo para salir campeón con Argentina. Nunca se cansó y ese también será su legado eterno. El 25 de diciembre millones de niños solo esperaban esa camiseta con la número ‘10′ debajo del árbol. Pocas fiestas de diciembre han cumplido tantos deseos. El fútbol de Lionel Messi es un milagro de Navidad. El ’mundialazo’ que se jugó en Qatar es la canonización del talento deportivo.