Silvina Sotelo Quinto recibió su primera dosis el pasado 22 de mayo en Santa Anita. Entonces la enfermera le indicó que la segunda le correspondería el 13 de junio. Afortunadamente, su familia cotejó la fecha en la web habilitada por el Ministerio de Salud y se llevó la sorpresa de que, en realidad, debía ir un día antes. El error, aparentemente pequeño, pudo provocar un grave problema. Lo cierto es que ella no es la única persona a la que le ha ocurrido. Fallas aún más grandes se han evidenciado en lo que va del proceso de vacunación. Aunque este parezca haberse acelerado, para bien de todos, todavía quedan muchos aspectos que deben subsanarse de manera que este se vuelva ejemplar.
“La vacuna es necesaria. Ayudará a enfrentar una forma severa de Covid-19. Silvia pudo recibir la segunda dosis a tiempo, pero de no haberlo hecho entre los 21 y 28 días, que es lo óptimo, todavía podría hacerlo”, señala el epidemiólogo Edward Mezones Holguin a quien acudimos, como corresponsales escolares de El Comercio, para consultarle sobre las deficiencias que pueden corregirse en la campaña de vacunación contra el nuevo coronavirus.
Sucede que, en varios centros de vacunación se han presentado, por ejemplo, largas colas y aglomeraciones. Los adultos mayores han tenido que asistir desde temprano arriesgándose a enfermarse con el frío que se vive, al menos, en la capital.
Agrega Mezones: “Hay deficiencias en la campaña de vacunación contra el COVID-19 como las hay también en el programa regular. En principio, como se sabe, se tiene que acoger a toda la población. Esta se está dando en lugares donde muchos no pueden llegar, ahí hay una primera barrera. Esto sucede mucho más en las zonas rurales. Otro obstáculo es que no se pueda diferenciar a las personas que van a recibir la primera de la segunda dosis. Muchos van por esta última y al no encontrarla se van. No saben que después pueden volver”, explica.
Otro punto, detalla el experto, es la distribución de los vacunatorios, la cual no está siendo equitativa en relación a la cantidad de población por distritos. “Tenemos algunos con poca población, pero tienen tantos vacunatorios como uno mucho más grande. Así vemos el caso de San Isidro y el de San Juan de Lurigancho”, añade.
¿Qué hacer?
Mezones cree que, para resolver estos contratiempos, no solo debe trabajarse en el tema biológico de la vacuna. “Hay que ver cómo puedo hacer que la población venga hacia la vacuna o cómo hago para llegar a ellos. Esto implica un trabajo multidisciplinario, participación del gobierno y de los factores sociales comunitarios”, agrega. Según él, el enfoque no puede ser similar en Lima que en una zona rural del sur o norte del país. “Exhorto a que el trabajo sea en conjunto con diferentes instituciones, y que se vea la mejor salida para cada contexto”, dice.
El epidemiólogo cree que la ‘normalidad’ que teníamos hace un par de años no va ser igual a la que se nos viene. “La vacunación en general nos va ayudar, pero, ¿en qué medida vamos a llegar a ser como antes? No lo sabemos. Va a depender mucho de la campaña de vacunación, de la inmunidad de rebaño que podamos lograr como comunidad. Hay que recordar algo importante aquí: el factor clave es la solidaridad. Este es un punto crítico en el programa de inmunizaciones como para el covid-19”, finaliza.