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En estos últimos meses, en la región Apurímac, la pandemia ha sacado a la luz las carencias arraigadas en esta parte del Perú, especialmente, la precaria situación en que se encuentra el sector educación.
Cuando todos se preparaban para retornar a clases presenciales, y la mayoría de los agentes educativos mostraban alegría porque se reencontrarían en sus escuelas, llegó el SARS-CoV-2. Mientras este virus iba diseminándose por todo el territorio, muchos escolares, especialmente de zonas rurales, empezaron a sentir las consecuencias. “Aquí, en estos lugares hay escaso desarrollo, la conectividad es nula o es deficiente, las herramientas tecnológicas son desconocidas. Contar con una tableta o un celular digital es todo un lujo y esos lujos no caben en hogares que con las justas llenan la olla”, manifiesta un padre de familia.
“A pesar de todo, mis padres consiguieron un celular para recibir mis clases. Creo que mis compañeros y profesores hacían todo lo posible por aprender estas nuevas formas de trabajo. No importa si tengo que ir al cerro a recibir la llamada de mi profesor o a descargar los archivos que ellos me mandan. Pero esto un día se complicó. El vecino nos cortó el fluido eléctrico. Ese día me sentí triste, pensaba en cómo vamos a estudiar mis hermanitas y yo. Por un momento pensé en ya no estudiar más, pero luego me arrepentí de tales pensamientos y me dije: si estudio, voy a salir de todo lo que estoy viviendo ahora”, dice Nadia, estudiante de la IESM. Los Mártires, en el distrito de Ongoy – Apurímac. Ella es una de las corresponsales escolares que realiza este reportaje.
Desde el año 2020 hasta este primer semestre del año 2021, las cosas no han cambiado. Yunior, un estudiante de escuela rural, dice que todo le parece un sueño. Le dijeron que las clases serían virtuales por 15 días, quizás un mes. “Estaba recordando cómo eran mis clases presenciales, todos sentados escuchando al profesor, atentos, participando unos y otros, estudiando mucho para sacar las mejores calificaciones, esperando el receso para ir al quiosco o simplemente para disfrutar de la rica naturaleza, el cielo azul y las nubes blancas”, dice este jovencito. Él también nos contó que tuvo que prestarse un televisor de su hermano mayor para ver los programas de Aprendo en Casa, y que el primer día no logró ver ni anotar nada, porque las clases eran demasiado rápidas.
Zarik, estudiante apurimeña, afirma que la pandemia, el encierro y las clases a distancia tuvieron efectos sobre sus estado emocional. “Todos mis planes tuvieron que cambiar, mis ganas se esfumaron y el desánimo fue ocupando un espacio cada vez mayor. Yo que siempre fui entusiasta en los concursos académicos, deportivos y culturales, pero en ese momento pensaba en cómo iba a representar a mi colegio”, se lamenta. Madeleine, su compañera, manifiesta: “Tuve una gran dificultad al iniciar este desafío, dije adiós a Lima, mis padres se quedaron sin trabajo, dejé mi institución educativa y viajé hasta aquí, cargando mis sueños y mis ganas de estudiar. Se me hizo difícil aprender el quechua y las matemáticas se volvieron mi pesadilla, peor aún, ni celular tenía”.
La preocupación no solo es de docentes, estudiantes y padres de familia, sino también de otras instituciones, como Unicef en el Perú. Erika Cuba, oficial de esta organización, señala que en el año 2020 e inicios de 2021, el 8% de los escolares ha desertado de sus labores educativas o estaban a punto de dejar sus estudios. Esto representa unos 705.000 alumnos. “Esta es una realidad preocupante, para las niñas y los niños de inicial y secundaria, especialmente”, señala.
Cuba menciona que, entre las causas principales, están la falta de conectividad o de herramientas tecnológicas. La mayoría de los chicos no tienen Internet ni equipos para conectarse, y si lo tienen, esta debe ser compartida con hermanos, padres, amigos e incluso vecinos. Esto significa que el colegial no puede dedicarse exclusivamente a sus actividades escolares. “La educación virtual presenta muchos retos, más aún si sabemos que uno de cada tres adolescentes tienen acceso a los medios para poder comunicarse adecuadamente”, agrega.
“La pandemia nos ha cogido con los pantalones abajo”, dice el directivo Yoel Olivares. “El sector educación quedó desamparado, el celular se usaba solo para llamadas, el WhatsApp existía para mandar alguna fotografía o video y esto no sucedía con frecuencia. Teníamos que aprender a ser resilientes, a adaptarnos al cambio”, añade.
La labor de los docentes también ha dado un vuelco, pues han tenido que adentrarse en el conocimiento y manejo de las nuevas tecnologías y fomentar el trabajo virtual, por lo que sus horarios de trabajo se han ampliado. “Hemos tenido que lidiar con muchos inconvenientes, como la falta de conectividad, la escasa economía de las familias para adquirir una herramienta tecnológica. Hay hogares que no cuentan con energía eléctrica”, nos comenta, y añade: “Ahora nos ha llegado las tablets del Ministerio de Educación, instrumentos de mucho apoyo, pero insuficiente en número, y como oí decir, son como un Ferrari para recorrer por la tochas de nuestro distrito”, agrega.
Internet para Todos
El grupo de corresponsales escolares de la institución educativa Los Mártires Callapayocc de Apurímac, mientras trabajaba este reportaje, recibió acceso a red gratuita que recibieron de Movistar, patrocinador del Programa de Corresponsales Escolares. Esta empresa les proveyó de Internet a los habitantes de esta zona de Ongoy como parte de Internet Para Todos, una iniciativa colaborativa que busca democratizar el acceso a esta señal en el Perú.
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Este informe fue elaborado por los corresponsales escolares Zharik Ilene Galindo Ccasani, Madeleyne Cinthia Quispe Alfaro, Nadia Amao Flores y Yunior Sicha Chinchay. Bajo la mentoría del profesor y director Yoel de La Cruz Olivares, y el periodista Juan Pablo León Almenara.