Entre medidas de prevención, gastos médicos y la paralización de muchos negocios; los peruanos hemos lidiado, en diferentes escalas, con las consecuencias de la pandemia. Durante estos dos últimos años, hemos experimentado situaciones difíciles entre las cuales podemos mencionar:
La Cuarentena
El distanciamiento social y la poca comunicación entre personas ha generado un reto para trabajadores cuya labor está relacionada con la interacción cara a cara con otras personas. En estos últimos años, ha existido una ola de desempleos y cortes salariales. Según un reporte de la INEI, la cantidad de personas con empleos formales en Lima Metropolitana disminuyó en un 32,1% en los primeros 3 meses del 2021.
Ciudadanos desempleados salieron a las calles en busca de un sustento para sus familias, exponiéndose al virus. Todos hemos sido testigos de las consecuencias de esta horrible crisis a nivel mundial. Según la Universidad de San Martín de Porres en el estudio Trastornos por estrés debido a la cuarentena durante la pandemia por la COVID-19, “Las personas que se encuentran en cuarentena son particularmente vulnerables a complicaciones neuropsiquiátricas debido al distanciamiento gradual.” Esto significa que, lógicamente, ha habido un incremento de casos de depresión, ansiedad, y otros desórdenes psicológicos.
Problemas de salud (y gastos)
Debido al desempleo, muchas familias se vieron obligadas a tomar iniciativa y trabajar informalmente. Esto conllevó a un aumento de contagios no solo entre quienes salían a la calle en busca de recursos para sobrevivir sino también entre sus familiares cercanos.
Hubo más de 2,1 millones de infectados, y no todos tuvieron acceso a un tratamiento adecuado. Añadiendo atención médica a los costos extra que se han tenido que enfrentar durante (mascarillas, productos descartables, alcohol y gel desinfectante), las familias con infectados por el virus se han visto forzadas hasta a vender sus propiedades para poder costear los tratamientos médicos que se necesitaban para hacerle frente al virus y, muchas veces este esfuerzo no ha sido suficiente.
Estancamiento del sector comercio
Según el Instituto Peruano de Economía, IPE, “El PBI peruano se contrajo en 30% durante el segundo trimestre del año 2020, por encima de las caídas registradas en las demás economías de la región. En concreto, el mes de mayor impacto fue abril, en el que la economía del país se contrajo en 39.9%, mayor a las caídas registradas en Argentina (-25.5%), Colombia (-20.2%), México (-19.9%), Brasil (-14.3%) y Chile (-14.2%)”.
Asimismo, el Banco Mundial en Perú informó que “Para el cierre de 2021 se proyecta que la economía peruana continuará recuperándose, pero a un ritmo más lento que en el primer semestre. Se espera un crecimiento del 11.3%, impulsado por la recuperación de la demanda interna y las exportaciones. Además, a pesar de la lenta recuperación del mercado laboral, se proyecta un descenso en la pobreza este año a 29.8%, apoyado en una nueva ronda de transferencias monetarias. Por otro lado, se espera que el déficit fiscal disminuya al 4.5% para fin de año y al 3.5% del PIB en 2022, en línea con las metas fiscales”.
La economía en el Perú se está recuperando de varias caídas en el transcurso de los años 2020 y 2021 debido a la pandemia a nivel mundial, por lo tanto, el 50% de los pobladores en nuestro país está volviendo a sus labores y eso es bueno para el Estado. El Perú está retomando su ruta de crecimiento y esta experiencia sólo puede servirnos de recordatorio y razón para avanzar más, y estar preparados por si algo parecido vuelve a suceder. Esto incluye el florecimiento de una cultura más sanitaria y consciente de los peligros de la contaminación, y una nueva apreciación de la salud por parte de todos.