¿Los últimos mordiscos en The Walking Dead?
Los zombies están de moda. Es cierto. Pero aunque suene a paradoja, en pleno auge de “The walking dead” (TWD) habría que comenzar a imaginar ya lo que será el final de los caminantes que se mueven lerdos pero muerden fuerte. Me refiero, aclaro, a la serie gráfica que creó Robert Kirkman, no a la serie de TV que se ha prendido de la yugular de millones de fans.
“Tengo un final pensado, pero no quiero llegar a él pronto”, ha comentado el creador de las aventuras y desventuras de Rick Grimes y compañía en un encuentro de la Fundación del Sindicato de Actores de EE.UU. en Los Ángeles. Un anuncio que puede leerse como una confesión tácita, en realidad, de que las historias en blanco y negro del cómic han cruzado ya su línea ecuatorial.
Hay varias razones para pensar así. Para empezar, se trata de una simple cuestión de desgaste. El primer número de TWD se colocó en kioscos el 8 de octubre del 2003 y desde la semana pasada está a la venta el número 126. Es más, ya se encuentra a la vista la portada del número 129 que saldrá el 9 de julio, lo que implica que de seguro la publicación llegará a celebrar su undécimo aniversario por todo lo alto. ¡Once años!!!
Quiérase o no, esta misma longevidad supone un agotamiento creativo y visceral. El gore gusta (aunque un par de personas que conozco se persigne) y no es que las historias que sirven para los ejes argumentales aburran, ni mucho menos, sino que hay un lógico devenir narrativo que empieza a cumplir su ciclo. Es algo que entendieron los griegos hace siglos: toda historia tiene un inicio, uno o más nudos, y un final. Personajes a los que les suceden cosas (shit happens, especialmente aquí) a lo largo de cierto tiempo, en determinados lugares, con mayor o menor dramatismo, y punto. A lo sumo, un epílogo.
La serie de TV con Andrew Lincoln como principal protagonista, además, avanza a un ritmo trepidante en comparación con las ediciones mensuales del cómic. Es decir, aun cuando cada temporada de TWD no ha sobrepasado los 16 capítulos por vez (y con un tajo en medio que dura varios meses), la serie producida por AMC alcanzaría y sobrepasaría la línea de las historias gráficas en no mucho más tiempo.
Claro está que ello podría subsanarse con una ruptura devastadora entre las historias de ambos formatos. Algo que ya se ha hecho parcialmente con la creación de personajes, la desaparición prematura de otros que no lograron mayor empatía con la audiencia, las vidas extendidas de varios que conmovieron y conmocionaron, etc., así como los giros en la trama para hacer más digerible el mundo de TWD en la narrativa audiovisual.
Sí, sería como crear un universo propio, con apenas guiños del cómic, y seguramente rentable, no por algo el último capítulo de la cuarta temporada alcanzó casi los 16 millones de espectadores solo en Estados Unidos . Pero eso lo sabe bien Kirkman, quien ya confirmó que trabaja en otra serie –a estrenarse posiblemente el próximo año- ambientada en ese mismo mundo enloquecido pero con otros supervivientes y distintos puntos cardinales. Al fin y al cabo, pensarán los productores, Estados Unidos es lo suficientemente grande para que no todo se concentre en los alrededores de Atlanta.
Habría que mencionar además que Kirkman ya está en pleno parto creativo de “Outcast”, una nueva serie gráfica sobre un hombre poseído, y sigue adelante con las novelas que coescribe con Jay Bonansinga sobre el universo de TWD. Y no hablemos de las obligaciones editoriales que ha adoptado en los últimos tiempos dentro de Image Comics con el lanzamiento de nuevas series y el reimpulso de otras, como “Tech Jacket”, “Ghosted” y más. Es decir, el hombretón está abrumado de trabajo y no todo lo que ahora brote de su imaginación tiene necesariamente que girar alrededor de muertos vivientes.
Por supuesto, al final Kirkman puede terminar a lo J.J. Abrams, como la gran rúbrica que firma lo que un montón de mentes creativas idean, o simplemente pueda que ame tanto a Rick Grimes que prolongue su existencia más allá de la que tuvo en su momento John Constantine y sus 300 demoníacos y angelicales números de “Hellblazer” (aunque no sé si sería el mejor ejemplo, con tanto autor que metió letra por allí).
En fin, lo concreto es que si Kirkman ya empezó a hablar de un final es porque este le da vueltas y vueltas en la cabeza. Ahora, si el desenlace de la historia de Rick, Carl y sus amigos será un happy end, no sé. De repente el sheriff, su hijo y sus amigos se lo merecen, pero ya sabemos que en un mundo dominado por los ‘walkers’ y los ‘biters’ los asuntos suelen sellarse a pura sangre.