La muerte
Por Ronald Lara
Aquella fatídica y fría mañana de Junio, sorprendió a varios pensando en la muerte…
El adolescente recién llegado a su hogar, después de su juerga de fin de semana, pensó en la muerte, en el momento que olvidó su Tablet en el taxi, alterado y excitado, luego de la juerga en casa de un compañero de Universidad, donde corrió trago a forro y otras porquerías propias de su edad. Descuajeringado como llegó, ingresó de puntillas al baño principal del inmueble y buscó en el botiquín, los somníferos recetados a su padre para sus stress crónico, ingirió algunas pastillas esperando conciliar el sueño negado, por el exceso de estimulantes y el remordimiento de su mala experiencia…
La quinceañera, de 1.70, aspirante a modelo, luego de salir de la ducha, casi enloqueció al bajar de la balanza y comprobar que superaba los 59 Kgs; realmente pensó que la muerte le tocaba la puerta, con ese terrible peso estaba acabada; miró un frasco de pastillas que un fotógrafo le había sugerido para perder peso, en su desesperación no lo pensó dos veces y decidió utilizarlas drásticamente…
El alcoholizado hombre despertó con el frío de la madrugada del lunes, con una terrible migraña, luego de la “bomba” del día anterior, sólo para percatarse que se encontraba completamente desnudo tirado en una céntrica vía limeña y pensó que la muerte era aquella confusión que lo aturdía, ante la mirada de algunos curiosos que pasaban temprano para irse a laborar; confusión combinada con vergüenza, ridículo, ira, impotencia, y humillación que sentía al haber sido “pepeado” por aquella mujerzuela de gran culo, que lo había seducido en aquel maldito bar. En su estado de embotamiento pensó que mejor sería haber muerto antes de pasar por aquello…luego, al divisar una patrulla de Serenazgo decidió imprudentemente cruzar esa avenida, para solicitar apoyo…
El drogadicto amaneció desesperado al borde de la locura, pensó en la muerte mientras lamentaba su suerte; pues atormentaba su mente el recuerdo de la noche anterior cuando tuvo que arrojar por el retrete 500 nuevos soles en cocaína, tras escuchar una sirena y el ingreso abrupto de un operativo policial al bar donde se encontraba bebiendo, acompañado de dos hermosas norteamericanas con quienes había pensado, luego de esnifar y beber unos Piscos soures, irse a un hostal y en una orgía dar rienda suelta a sus malsanos instintos…Lo peor, un corrupto jefe policial, en el registro personal, le despojó de su último centavo… Ante tal situación deambulaba solitario por zonas bravas de barranco retornando a Lima, absorto en sus pensamientos y descuidando su seguridad…
El imberbe pedófilo recién internado en Lurigancho, pensó en la muerte mientras se arrastraba gimiente, roto, sangrante; luego de haber sido salvajemente ultrajado durante toda lo noche por 14 internos sodomitas, mucho más locos y depravados que él, en el pabellón de depredadores sexuales, llorando de dolor e impotencia, se quedó tendido en el pasadizo del tercer piso, mirando con ojos extraviados creyó escuchar el llanto de su víctima en el vacío…
La mujer constantemente maltratada por el abusivo, enfermizo y celoso marido; pensó en la muerte, cuando con espanto y locura comprendió lo que acababa de hacer, al observar el miembro sexual sangrante que apretaba en su mano derecha, mientras que en la otra empuñaba un tremendo cuchillo de cocina. Su consorte se retorcía de dolor y con ojos desorbitados trataba de contener la tremenda hemorragia…Ella miró a su alrededor buscando una solución y enfocó su mirada en el frasco de raticida…
La muerte no pensó en la muerte…
Simplemente esbozó su macabra sonrisa y se los llevó a todos…