El niño Steve Jobs
A casi dos meses de su partida, continuamos recordando al fundador de Apple.
Se ha comentado acerca de su vida profesional, de sus logros, sus productos que cambiaron la vida de millones de personas y democratizaron la tecnología.
Sin embargo, los fervientes admiradores de uno de los personajes más importantes del siglo, ignorábamos algunos pasajes de su vida, que estuvo marcada por muchos momentos difíciles incluso antes de su nacimiento, pero gracias al libro Steve Jobs (Walter Isaacson, Ramdom House Mondadori 2011), su biografía autorizada, pudimos enterarnos pasajes de la vida del pequeño Steve. Un niño suspicaz y curioso que solía compartir mucho tiempo y experiencias con su padre, que serían muy útiles en su futura vida profesional.
El bebé vino al mundo un 24 de febrero del 1955 fruto del amor de Joanne Schieble, una joven criada en el seno de un hogar católico, y Abdulfattah Jandali, un profesor musulmán. La familia de ella nunca estuvo de acuerdo con la relación por lo que una vez que dio a luz, lo entregó en adopción.
Así fue como aparecen los padres del niño Steve Jobs: Paul Jobs y Clara Hagopian. Fueron ellos quienes se encargaron de conformar una familia, en la que el pequeño Steve creció, admirando el trabajo de su padre.
Isaacson dedica las primeras páginas del libro, a contar las correrías del pequeño genio. Lo describe con estas tres cualidades que se convirtieron en la piedra angular de su personalidad en el futuro: abandonado, elegido y especial.
El papá del genio digital
«Le encantaba hacer bien las cosas. Se preocupaba incluso por las partes que no se podían ver».
«No tenía un vasto conocimiento de electrónica, pero la encontraba a menudo en los automóviles y en algunos de los objetos que reparaba. Me ensenó los principios básicos y aquello me interesó mucho».
Sólo un par de citas textuales para entender, cómo veía el niño Steve a su padre. Un tipo simple, dedicado a la familia. El pequeño Jobs disfrutaba mucho compartir el tiempo con él, viéndolo trabajar en el garaje, aprendiendo, solucionando y fijándose en los detalles mínimos, que luego aplicaría al crear sus productos.
Chibolo observador, la experiencia del establo
Un verano, visitó una granja lechera. Una imagen se le quedó grabada. “Vio cómo nacía una ternerilla, y quedó sorprendido cuando aquel animal diminuto se levantó en cuestión de minutos y comenzó a caminar”. Destacó que esta manera natural era algo que “un bebé humano no podría hacer”. “Era como si hubiese algo en el cuerpo y en el cerebro del animal diseñado para trabajar conjuntamente de forma instantánea en lugar de aprendida”.
Una de las características de los productos de Apple es que son totalmente intuitivos. Casi no requieres un manual. Soy usuario de Apple desde 1990 y puedo dar fe de ello. Desde la Classic hasta la Pro, no requerías ser un técnico en computadoras, ni ingeniero para entender el sistema operativo, era completamente instintiva.
Jugando aprendo
Fue este pensamiento el que aplicó en cada producto. La manera como funcionaba el Atari lo entusiasmó: “No traían un manual de instrucciones y tenían que ser muy sencillos, sólo insertar la moneda y evitar a los Klingon”
Además se amparó en las experiencias traumáticas de los niños al perder sus juguetes para crear la primera película animada ‘Toy Story’.
Su discurso lo trasladó al iPod. Si se dan cuenta, papás digitales, los niños tienen mucha facilidad a la hora de manipular estos dispositivos.
En el libro de Jay Elliot, El Camino de Steve Jobs, cuenta como exigía a sus ingenieros a que los manuales puedan ser entendidos por alumnos de primer grado.
Observen como Cristóbal de 13 meses, crea música con el iPad, de su mamá digital.
O este otro video, en donde se aprecia a un niño que revisa una revista en el iPad y luego trata de navegar de la misma forma en la de papel y piensa que está malograda. ¿Es acaso el iPad, la próxima plataforma a donde migrarán los medios impresos? Tal vez los adultos del futuro, recuerden al papel tal como nosotros al vinilo.
Espero que tengan la oportunidad de conseguir el libro, que fue el primero en ventas en muchos países. Cómo anécdota les puedo contar que acabé el primer capítulo minutos antes de ir a recoger al colegio a mi hijo. En el camino me ponía a pensar en lo mucho que los padres influenciamos en ellos, con cada actitud, con cada gesto, con cada palabra. Que importante fue para el pequeño Jobs la imagen de sus padres, a quien sólo la muerte separó. Cuando llegué al colegio y lo vi, traté de escucharlo con mayor atención y preguntarle por cosas que me había comentado en otras oportunidades. Al final no sabemos si estamos frente a un futuro Steve de la tecnología o de la vida.
PD. La biografía de Steve Jobs, la puedes encontrar en librerías Íbero.