7 huecos
(10 de septiembre) Ese día, Ray y yo habíamos mezclado una botella de ron con coca cola que llevábamos escondida en mi cartera. Siempre me han gustado las carteras grandes, sobre todo las que pueden cargar botellas. Apenas entramos a la fiesta saludamos a todos, con esa alegría natural en nosotras (que había sido maximizada por el ron). Horas antes habíamos asistido a un taller de eyaculación femenina que nos dejó alucinadas al descubrir que las mujeres tienen 7 huecos “abajo”.
Fue así que, durante la fiesta, empezamos a acercarnos una a una a preguntarles de lo mas normal si es que sabían esto. “Oie, fulanita, ¿tú sabes cuantos huecos tienes abajo?”, las mirábamos con una sonrisa. Como a veces no entendían muy bien a qué nos referíamos con abajo, agregábamos un “en la papa, pues”.
Dedos por aquí, dedos por allá. Todas recurrían a enumerar los huecos que conocen. “Está el por el que orino (1), también la vagina (2), y bueno, finalmente el por el cual hago popó (3). Son tres.”, respondió una amiga alegre y sintiéndose victoriosa. Apenas soltaban esa respuesta Ray y yo sonreíamos mientras cruzábamos miradas de complicidad. Habíamos dado en el punto -G- y ahora teníamos la misión de iluminar y empoderar a esa mujer.
Entonces empezábamos a contarles que nos habían engañado todos estos años, que al parecer no conocemos bien nuestra vagina, que las mujeres tenemos 7 huecos ahí abajo, que eyaculamos cuando tenemos un orgasmo y que, por si alguna no le había quedado claro, sentimos placer aún así a muchos les parezca inapropiado hablar de esto.
La naturaleza ha puesto cuatro orificios – más – en la vagina, que son casi invisibles y parecen escamas. Ellos tienen como función eyacular cuando una mujer tiene un orgasmo. El proceso de eyaculación de una mujer es bastante complejo y bonito, por lo cual invito a todas a investigar un poco más. Para Ray y para mí fue liberador conocerlo.
Lo curioso de este tema es que nadie nunca nos lo enseñó. Nos han enseñado por donde orinamos, evacuamos y hasta por donde es que sale un bebé, pero nunca por donde eyaculamos cuando sentimos placer. Quizás es la misma lógica por la cual muchas mujeres desconocen dónde se encuentra su punto G. Placer, placer, placer. Empiezo a creer que hablar del placer, y sobre todo el de una mujer, ha sido algo incómodo. Cuando, ¿qué de incómodo tiene sentir placer?
Semanas después, un conocido en facebook publicó en su muro la segunda versión de este taller de eyaculación, afirmando que le parecía la ridiculez más grande del mundo. Su argumento (que era “es mi opinión y yo puedo opinar lo que quiera”) era lo más ridículo del mundo para mí.
Hablar de sexo o de placer no es ridículo. Primero porque a las mujeres nos han objetivizado, bloqueando el hecho de que el acto sexual también debe traernos placer. Y sí que debe traérnoslo, sino, estamos siendo utilizadas para el placer de alguien más. Y segundo porque conocerse, inclusive físicamente, es empoderse. Y tu placer y empoderamiento no deben ser algo ridículo, sino algo necesario.
Aquí Ariel empoderándose…
Mujer al volante.