Familias de cuento (o el cuento de la familia)
Cuando estaba en el colegio, me enseñaron que la familia, el núcleo de la sociedad, se componía por un papá, una mamá e hijos y que debía preservarse para garantizar la continuidad de valores dados únicamente bajo esta estructura. Me dijeron, además, que es fundada por el matrimonio, sacramento en el que la pareja era sinónimo de amor, comprensión y fuerza.
Mi familia era bastante parecida a lo que “debía ser”, a esas imágenes que vienen incluidas en los marcos de fotos, a lo que Google entiende por familia. Sin embargo, cada vez que las profesoras de Personal Social nos enseñaban esto, yo me preguntaba cómo se sentirían mis compañeras que eran hijas de papás separados o las que tenían como figura paterna a un abuelo o a un tío. Imaginaba que debía ser incómodo, por decir lo menos, pero creo que nunca lo discutimos realmente. Al menos no lo suficiente como para que el mensaje que recuerde hoy, de esos días, sea que no existe un solo modelo de familia, que lo más importante a fin de cuentas es que los miembros se amen, se acepten y se sientan felices de estar en donde están.
La realidad con la que se encuentra hoy Almudena, mi hija, es muy distinta a aquella que me enseñaron hace 15 años y a la que yo viví. Para empezar, su familia no está únicamente compuesta por papá y mamá, lo que hace que sus rutinas incluyan a más personas: en las mañanas, suele despertarla, con un beso amoroso, su “papábuelo” que acaba de llegar de hacer deporte; mientras su mami (yo) le está haciendo la lonchera y dejando todo listo para llevarla al nido. A la hora de la salida, seguramente llegará puntual a recogerla su abuelita y, por la tarde, lo habitual es que le espere una sesión de juegos locos, que incluyen la danza y la actuación, con su tía. Su papá estará en la ciudad algunos días del mes en los que aprovechará para compartir momentos con ella y cuando no esté, la llamará para preguntarle cómo ha estado su día.
Nuestra familia es diferente y siempre lo ha sido. Es más numerosa que las de los marcos de fotos, quizás más ruidosa y no pretende ser “perfecta”. En general, hay más puntos de vista que conciliar y esto puede hacer complicada la toma de decisiones. Pero si algo debo agradecer es que Almu tiene a más personas que la cuidan y velan por su felicidad. Lo hacen por amor.
Puede que las familias de algunos de sus amiguitos se parezcan más a las de los cuentos clásicos, pero me gustaría que incluso cuando la sociedad le diga que lo diferente no está bien, ella sepa que puede ser feliz sin necesidad de encajar dentro de un molde preestablecido. Hoy, más que nunca, puedo decirle a Almudena que no hay un modelo único de familia, que existen familias monoparentales, homoparentales, de padres homosexuales o heterosexuales y que todas se basan en la posibilidad de elegir su propia manera de amar. Que ninguna es mejor que otra, solo por la forma en la que están compuestas.
Hace poco leí un estudio que demuestra que la orientación sexual de los padres no afecta negativamente a sus hijos y me alegra ver que este mensaje está empezando a acercarse a los niños a través de la literatura infantil, por ejemplo. Sin ir muy lejos, Almudena tiene un cuento llamado “Camila tiene dos mamás” – escrito por Verónica Ferrari e ilustrado por Mayra Avila-, que narra el caso de una familia con madres homosexuales. Su publicación fue bastante controversial porque mucha gente asumió que un niño no está preparado para entender esta situación. Esto ocurrió incluso en mi casa, en donde el libro fue ocultado un par de veces. Sin embargo, la historia de Camila, para Almu, no fue un acontecimiento mayor. De hecho, la mayoría de los comentarios que hizo fueron sobre el estilo de los dibujos y los lindos colores de la bandera del arcoíris.
Ser la mamá de Almudena me enseña cosas todos los días y esta vez me hizo pensar en la cantidad de oportunidades en que proyectamos nuestros miedos sobre nuestros hijos y lo perjudicial que puede ser para ellos. Así que hoy, en el día de Star Wars, es preciso recordar las palabras del maestro Yoda: “el miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio y el odio lleva al sufrimiento”.