Armagedon - Tiempos del Fin 1988 - 1990 - Vigga - 2019
Este es el segundo larga duración (aunque pudo ser el primero) presentado por la banda Armagedon, uno de los nombres de más larga trayectoria en el metal peruano cuyas raíces se remontan a las postrimerías de los años 80. Y ya desde el título del trabajo se nos remite a aquella tumultuosa época que fue para nosotros aquel cambio de década. Efectivamente nos sentíamos en ese entonces como en un final de los tiempos, con el colapso del débil estado peruano acorralado por la corrupción del gobierno de Alan García aunado a su ineficacia, y el nihilista ataque de los grupos terroristas, especialmente de Sendero Luminoso.
El título del trabajo es también un testimonio del elemento místico apocalíptico que caracterizó a buena parte del metal de entonces. Una especie de obsesión religiosa que padeció la escena y cuyos testimonios se pueden rastrear tanto en los nombres de las bandas de entonces (Sacra, Almas Inmortales, Grael, Jerusalem, Deicidios, los mismos Armagedon, etc) así como en el contenido lírico de muchas de sus composiciones. Estas dos filiaciones, real y artística, cobran realidad musical en estos temas de forma elocuente.
Y es que esa inminencia de un tiempo del fin es la sensación más apremiante que se percibe mientras se oye el disco. Quien esté acostumbrado al Armagedón power metal, energético y lleno de vida de los últimos 25 años no podrá reconocer a la banda en esta faceta primigenia. Un Armagedón cataclísmico, por momentos épico, por momento desesperanzado, siempre pesado, increíblemente pesado. Los títulos de los cortes son evidencia de esto: Génesis, El Fin, Armagedon, Demencia.
La alineación que ejecuta este trabajo está formada por Renato Bar (Lozano) en la batería, Víctor “Lobo” Guizado en la voz, Manuel Rodríguez en la guitarra, y Mito Espíritu en el bajo. De ellos los tres primeros son parte de los músicos del Armagedon de la época que interpretó estos cortes entre 1988 y 1990.
La primera filiación musical que uno encuentra en Tiempos del Fin es evidentemente la de Black Sabbath, mas quien haya transitado por algo del metal peruano no podrá dejar de reconocer la innegable influencia de Mazo, o al menos la del mismo espíritu que inspiró a Mazo y que tanta tradición ha tenido en la escena peruana. Esa sensación densa, oscura, agobiante, pero sin el cariz de sordidez que distingue el trabajo de Cortés, Ñaka y compañía.
Tiempos del fin congrega 6 temas, precedidos de una intro declamada, extraídos del periodo auroral de la banda, composiciones realizadas en los últimos años 80, que fueron ejecutadas en los conciertos de la época y que yo no escuchaba desde hacía casi 30 años. No existía un registro sonoro oficial de estos, salvo el de Feto (Quién escucha tu voz) que apareció en el primer compilado Cuero Negro allá por 1990, y que estaban literalmente perdidos en viejas cintas al borde de la desaparición. De acuerdo con el libreto, estas composiciones fueron rescatados del concierto debut en Fiori (1988), del Contraataque Metal (1989), Segundo Ataque Metal (1990) y registros en la sala de ensayo Chachapoyas del Callao (1989). No se trata de las mismas grabaciones, de producción muy precaria en realidad, que hayan sido masterizadas por fin, sino de los temas, rescatados, y regrabados en las condiciones profesionales que hoy son posibles. El resultado es sumamente valioso. No solo por ser un testimonio del tipo de metal que se pudo hacer en el país en esa época, sino principalmente por los cortes en sí que tienen su propia entidad y peso específicos.
Dos cosas saltan al oído, la primera es el amateurismo de la composición; la segunda la ambición. En el primer caso debo precisar que esto de amateurismo no debe entenderse como un defecto. Todo lo contrario en este caso dota a los temas de frescura, les otorga cierta cualidad primigenia y cierta inocencia. Obviamente estos no están siendo ejecutados hoy por músicos amateurs, sino que ese estilo un tanto de aficionado se nota en las estructuras de las canciones que ensamblan partes sumamente heterogéneas entre sí y que logran conjugarse muy bien, pese a los riegos corridos en esta estructuración. Una consecuencia de ello me parece que es el que sean particularmente extensos. El más corto, Licántropo, dura más de 5 minutos y el más extenso, Demencia, excede los 10.
El otro aspecto, la ambición, es una consecuencia del primero. Gracias a esa inocencia en la composición es que estas se atreven a tanto, a jugar con la estructura, a introducir las variantes en las guitarras que emplean y a no arredrarse ante la extensión de los pasajes, incluso a la mezcla de estilos (es cierto que el heavy sabbathiano prevalece, pero hasta algo de thrash aparece por momentos).
En el nivel instrumental hay una clara separación de instrumentos como solía hacerse en los discos de la década del 70, de modo que todos son discernibles a la primera oída. Destacan las guitarras en casi todos los temas, con especiales méritos Armagedón (tentaciones del Poder) con sus semblanzas a lo Uriah Heep, y especialmente Demencia, a mi parecer el tema más ambicioso del conjunto. La percusión y el bajo, como manda la tradición pesada, se asientan firmemente en Black Sabbath y cumplen con la solidez rockera que demanda esta propuesta.
Mención aparte merece el planteamiento vocal realizado por el Lobo que a la búsqueda de la ominosidad requerida tiende a ser repetitivo, declamativo y agobiante, sin embargo es parte de la identidad de estos cortes. E incluso no pude dejar de pensar en ese uso de la voz aguda y alta de manera constante en la vieja tradición que se remontaría en nuestro medio hasta Alex Nathanson de Tarkus. Esa carencia de matices es deliberada y funcional, sin embargo no es universal. Licántropo presenta una mayor gama de matices.
En el plano del sonido, la producción, que ha corrido a cargo de Giovanni Lama, revela una especial atención por dotar a Tiempos del Fin de una sonoridad profesional sin despojarle de su identidad auroral básica. Una peligrosa línea que pudo quebrarse pero que ha salido adelante.
El arte de tapa presenta el viejo logo de Armagedón empleado en los años 88 y 89 y que semeja unas raíces, aludiendo a las bases de su propuesta musical en los inicios del metal. Creo que se pudo presentar una imagen más interesante aparte del logo en primer plano. La fotografía de la contratapa, de Ricardo Choy-Kifox, es sumamente expresiva y presenta a la banda como un grupo de curtidos músicos de la escena, y es un acertado contraste con las fotos de archivo del libreto que presenta al Armagedon de la época.
Definitivamente el valor de Tiempos del fin es innegable, pero no solo por una cuestión museística o nostálgica, sino sobre todo porque estos temas merecían ser salvados del olvido y sobrevivir en el patrimonio musical de nuestra escena y nuestro país. Poco a poco vamos rescatando quienes fuimos para tener más claro qué somos y hasta dónde podemos llegar. Dos cosas: ojala que las grabaciones originales, pese a su humildad de producción, puedan salir a la luz algún día y que otras bandas que no pudieron grabar entonces en condiciones se animen a un rescate así de respetuoso de su trabajo y lo pueda convertir en legado para el mañana.