La biotecnología y su aporte a la conservación de la biodiversidad
¿Cuál ha sido la especie responsable de la desaparición de noventa especies de anfibios en los últimos cincuenta años? De seguro, el primer candidato que se te viene a la mente es el Homo sapiens (tú eres uno de sus ejemplares). Pero no es la respuesta correcta. El verdadero responsable es un diminuto hongo llamado Batrachochytrium dendrobatidis (Bd). Sin dudas, uno de los asesinos en serie más letales de la historia. Una estimación conservadora advierte que otras 500 especies de anfibios se encuentran bajo amenaza y si no hallamos una solución, en pocos años dejarán de existir.
En 1888, se importaron tres docenas de liebres (Lepus europaeus) de Alemania y se liberaron en un rancho de Argentina. Dos años después, los colonos europeos que vivían en Chile hicieron lo mismo. Las liebres escaparon y se diseminaron por toda la región. Les tomó cien años invadir todo Uruguay y Paraguay, y algunas zonas del sur de Bolivia y Brasil. En 1998 ya habían alcanzado el sur de Perú. A su paso, acaban con la vegetación natural y afectan a la biodiversidad nativa, pues compiten con ella por los mismos alimentos.
En la década de 1960, la población de vicuñas en todo el Perú no llegaba a los 5000 ejemplares. La habíamos llevado al borde de la extinción debido a su fina lana. Gracias al trabajo realizado en la reserva de Pampa Galeras y otras instituciones, hoy tenemos alrededor de 200 mil ejemplares. Sin embargo, repoblar una especie a partir de pocos individuos genera un alto grado de endogamia (cruces entre hermanos y primos), lo que reduce considerablemente su diversidad genética. Esto es un problema porque carecen de las armas requeridas para adaptarse y sobrevivir a efectos climáticos adversos o al brote de alguna enfermedad.
Estos son solo tres ejemplos de los muchos problemas asociados con la conservación de la diversidad biológica, para los cuales la biotecnología tiene la solución.
Hoy en día, podemos secuenciar el genoma de una especie por menos de 1000 dólares. Podemos saber qué genes se expresan y qué proteínas y metabolitos se generan en cada uno de los tejidos de un organismo. Con esta información podríamos identificar genes o variantes genéticas que otorguen a las ranas la capacidad de resistir las infecciones por Bd, con el fin de seleccionar rápidamente a aquellos individuos que lo poseen y usarlos en programas de repoblamiento. Pero podríamos hacer algo mucho más eficiente…
Si ya sabemos qué genes les confieren resistencia, los podríamos introducir directamente a las poblaciones a través de la ingeniería genética. Esto no significa volver a las ranas transgénicas. Gracias a una herramienta llamada CRISPR/Cas, podríamos hacer cambios en los propios genes de los anfibios. Es como hacer mutaciones —que se dan naturalmente pero de forma aleatoria— de una manera más precisa. En otras palabras, estaríamos haciendo una edición genética.
La edición genética mediada por CRISPR/Cas ha sido toda una revolución dentro de la biotecnología. Gracias a ella podemos reescribir el manual de instrucciones de cualquier organismo para otorgarles características que por medios convencionales (cruces y selección) tardaríamos mucho en lograrlo. Estamos hablando de dirigir la evolución.
Sin embargo, no basta con introducir la resistencia a unos cuantos individuos, sino que esta característica se extienda en toda la población y la especie. Para ello se cuenta con otra herramienta llamada gen drive (impulsor genético o gen dirigido), que permite heredar un gen al 100% de los descendientes, rompiendo las barreras impuestas por las Leyes de Mendel. Así podríamos diseminar una característica deseada rápidamente en toda la población.
Podríamos identificar los genes involucrados en el desarrollo del aparato reproductor de las hembras de la liebre europea e inactivarlos usando CRISPR/Cas para volverlas estériles. Luego, usando gen drive, podríamos diseminar esta mutación en toda la población y frenar la proliferación de esta especie invasora.
Incluso, utilizando CRISPR/Cas podríamos aumentar la diversidad genética de una especie de manera artificial, utilizando como referencia las secuencias genéticas de muestras almacenadas en bancos de germoplasma, museos y herbarios.
Es cierto que el uso de estas herramientas podrían acarrear riesgos. Por ejemplo, que los cambios introducidos por CRISPR/Cas no sean precisos y que afecten otros genes importantes para la supervivencia de la especie; o que los genes alterados en las especies invasoras se extiendan a otras especies que no lo son. Para ello, las evaluaciones de riesgos y las medidas de bioseguridad deben formar parte de estos proyectos de conservación.
Lamentablemente, muchos ecologistas (que no es lo mismo que ecólogo) y conservacionistas se oponen al uso de este tipo de herramientas biotecnológicas en la conservación de la biodiversidad. Para ellos, no tenemos derecho de alterar la naturaleza; solo debemos darle tiempo para que solita se regenere. Pero esto no basta. La velocidad a la cual están cambiando el clima y se van perdiendo los hábitats naturales es muy superior a la velocidad de adaptación de las especies.
Es hora de empezar con el debate bioético. ¿Debemos interceder en la naturaleza genética de las especies para rescatarlas? ¿Es correcto exterminar a una especie para salvar a otras? ¿Debemos asumir los posibles riesgos del uso de estas herramientas para evitar la pérdida de la biodiversidad?
Referencia:
Corlett, Richard T.. “A Bigger Toolbox: Biotechnology in Biodiversity Conservation.” Trends in biotechnology 35 1 (2017): 55-65 .