Siguiendo los orígenes del maní
¡A sol el maní confitado, a sol!
Cuántas veces no nos ha acompañado una bolsita de maní —salado o confitado— en una interminable travesía por la Av. Javier Prado, en un vuelo comercial o bebiendo unas cervezas con los amigos. Tal vez muchos no lo sepan, pero este fruto seco de nombre Arachis hypogaea es tan peruano como la papa.
Los restos más antiguos de cultivos de maní datan de hace más de 7800 años y fueron hallados en el valle de Ñanchoc (actualmente en Cajamarca), en la parte alta del río Zaña. Los antiguos pobladores de esta zona serían los primeros horticultores de América ya que también se hallaron restos de zapallo, yuca y algodón de esa misma época.
Si bien se desconoce el lugar exacto donde el maní empezó a ser cultivado (su centro de domesticación), un reciente estudio publicado en Nature Genetics nos da luces del lugar y el momento en que se originó.
Dos especies en una
Las especies del género Arachis son diploides como nosotros, es decir, poseen dos copias de su genoma compuesto mayormente por 10 cromosomas. Sin embargo, el maní es una excepción: tiene dos copias de dos genomas diferentes. Es un alotetraploide.
Estudios genéticos realizados en años anteriores revelaron que el maní es un híbrido de dos especies silvestres. Se originó por el cruce del polen de A. duranensis con el óvulo de A. ipaensis. Este híbrido fue cultivado y seleccionado por los antiguos pobladores sudamericanos hasta convertirse en el maní que hoy conocemos.
Debido a los dos genomas que posee el maní, se hace muy complicado analizar su secuencia genética. Por ello, los investigadores tuvieron que buscar muestras de las especies que le dieron origen y analizar sus genomas por separado. Para ello fueron al banco de germoplasma del maní que tiene la Empresa Brasileña de Investigaciones Agrarias (Embrapa, por sus siglas en portugués) y tomar semillas de A. duranensis y A. ipaensis.
Los investigadores tuvieron muchas opciones de A. duranensis para escoger puesto que esta especie está distribuida ampliamente en la provincia de Salta, en la zona norte de Argentina, hasta el sur de Bolivia. Sin embargo, solo hallaron una colección de A. ipaensis —la única en el mundo— que fue colectada en 1977 cerca de la localidad de Tigüipa, al sur de Bolivia.
El origen
Una particularidad de los manís, tanto del cultivado como de los silvestres, es que si bien las flores están en la superficie, los frutos crecen bajo tierra y vuelven a germinar, a lo mucho, a un metro de distancia de la planta original. Esto los convierte en plantas sumamente estáticas. Sin la intervención humana, solo logran dispersarse no más de un kilómetro en mil años.
Los estudios genéticos revelaron que A. ipaensis es conespecífico (de la misma especie) con A. magna, la cual crece y se distribuye en Brasil, a unos 500 kilómetros al norte de donde fue hallado A. ipaensis. Si hemos visto que las especies de Arachis son muy estáticas, ¿cómo pudieron viajar esa gran distancia?
Los investigadores creen que los antiguos pobladores de esta parte del continente colectaron semillas de A. magna —tal vez para comerlas en el camino— y la llevaron hacia el sur, cerca de lo que hoy sería la localidad de Tigüipa. Algunas semillas se habrían caído, germinaron y se asentaron como plantas silvestre cerca a la región donde está distribuida la A. duranensis. Es posible que el polen de A. duranensis fuera llevado por algún insecto como una abeja hacia las flores de A. ipaensis y el híbrido resultante termina siendo fértil y dejando descendencia. Los investigadores, en base al análisis genético, estiman que esto ocurrió hace unos 9400 años.
Otra evidencia de este suceso es que, al comparar la secuencia genética de A. ipaensis con su contraparte en el genoma del maní cultivado, hay una correlación del 99,96%. En otras palabras, hay casi un cien por ciento de probabilidades que sea el tatara-tatara-tatara-tatarabuelo del A. ipaensis colectado en 1977, que vivió hace más de 9000 años, el que dio origen al maní que hoy conocemos.
Las semillas de estos híbridos fueron recolectados por los antiguos pobladores de estas regiones y llevados hacia el noroeste, cruzando la Cordillera de los Andes. No sabemos exactamente dónde empezó a ser cultivado, pero como comentamos en un inicio, los restos más antiguos de maní, que datan de hace 7800 años, fueron hallados en la parte alta del valle del río Zaña, a miles de kilómetros de su centro de origen.
Otro suceso clave en la historia de maní fue la poliploidización, es decir, el momento en que pasó de tener una copia del genoma de cada ancestro (un alodiploide) a tener dos copias de cada genoma (alotetraploide). Se estima que esto ocurrió hace 3500 a 4500 años.
Gracias a este estudio, los investigadores han identificado potenciales genes de interés en el genoma de A. duranensis y A. ipaensis, especialmente, relacionados con la resistencia a las enfermedades que aquejan a este cultivo. Estos información será de mucha utilidad para los programas de mejoramiento genético del maní.
Referencias:
Bertioli et al. Nature Genetics (2016) doi: 10.1038/ng.3517