La bioquímica de la resaca
Lunes 4 de enero de 2016, 09:00 horas. Llego a la oficina, me siento en mi escritorio y le pido a la señora del desayuno un cafecito bien cargado (para el sueño) y dos vasos de jugo de naranja (para la sed). Me siento fatal. Y no es que la resaca de año nuevo me duró hasta hoy, sino que el calor del domingo invitaba a tomar dos cervecitas bien heladas que, por alguna extraña razón, terminaron siendo doce.
Una típica cerveza tiene 5% de alcohol, es decir, unas dos cucharaditas de etanol puro —o dos cucharaditas y media de alcohol medicinal— por cada vaso. Una caja de cervezas de 620 ml entre tres personas hace que cada uno ingiera cerca de 120 ml (o 96 gramos) de etanol puro.
¡Sírvete lleno, sírvete lleno! Empieza la primera ronda a las tres de la tarde. Una vez que la cerveza (o cualquier otra bebida alcohólica) ingresa al cuerpo, es rápidamente absorbida por nuestro organismo y llega al hígado a través de la sangre para ser desintoxicada, pues, te guste o no, el etanol es una sustancia tóxica.
El hígado convierte el etanol en acetaldehído principalmente por acción de una enzima (catalizador) llamada alcohol deshidrogenasa (ADH) y, en menor medida, por la catalasa y el citocromo P450. Luego, el aldehído es transformado en acetato por otra enzima llamada acetaldehído deshidrogenasa (ALDH).
¡Chupa rápido, chupa rápido!… Pero, no tanto. Se estima que nuestro hígado puede degradar unos 10 ml de etanol por hora. Este valor varía según la población, por esta razón tendrás amigos que serán mas “pollos” que otros. Y ¿alguna vez te has preguntado por qué tu amigo “el chino” se pone colorado cada vez que toma? Esto se debe a que en los asiáticos (chinos, japoneses, coreanos, etc.) es más frecuente encontrar un segundo tipo de alcohol deshidrogenasa (ADH2) y una forma inactiva de aldehído deshidrigenasa (ALDH2). Debido a esto, se acumula mayor cantidad de acetaldehído en su sangre, que sería responsable del enrojecimiento de su rostro.
A las cuatro horas ya vamos por la novena cerveza y exponiendo nuestras ideas para salvar al Perú. En ese periodo de tiempo fui unas seis veces al baño. Esto se debe a que está ingresando a mi cuerpo más etanol de lo que mi hígado puede procesar, acumulándose en mi sangre. Esta molécula es capaz de aumentar la producción de orina (efecto diurético) porque bloquea la acción de la hormona antidiurética conocida como arginina vasopresina (AVP). Poco a poco me voy deshidratando.
Son las nueve de la noche del domingo y se acaban las cervezas. La bodega ya está cerrada así que es hora de descansar pues al otro día hay que trabajar. He ingerido unos 120 ml de etanol puro. Mi cuerpo requiere de unas doce horas para poder degradarlo todo y recién van seis. Me voy a la cama y dejo que mi hígado realice su trabajo. ¡Pobre de él!
La ADH trabaja más rápido que la ALDH por lo que el acetaldehído —que es más tóxico que el propio etanol— se va acumulando en la sangre. Debió de ser al revés, pero nuestro “diseñador” no fue tan “inteligente” después de todo. El acetaldehído puede provocar náuseas, vómitos, visión borrosa y dolor de cabeza. Es más, hay un fármaco llamado disulfiram que se usa para tratar (no curar) el alcoholismo crónico pues inhibe la acción de la ALDH, provocando que el acetaldehído se acumule rápidamente en el cuerpo y sientas todos los estragos de la resaca así sólo hayas bebido un poquito.
La resaca se puede agravar cuando la bebida tiene otros compuestos distintos al etanol (sustancias congéneres) que se pueden producir durante la fermentación o el añejamiento de la bebida en barriles de madera. Uno de estos compuestos es el metanol el cual es degradado por las mismas enzimas hasta ácido fórmico (el veneno de las hormigas). El metanol además produce ceguera.
Y ¿de dónde sale el metanol? Las levaduras fermentan los azúcares (el almidón) de distintos tipos de granos (cebada, arroz, trigo, papa, etc.). Sin embargo, estos granos contienen un poco de amilopectina (azúcar parecido al almidón) con metil ésteres que, al fermentarse, producen metanol. La destilación industrial lo elimina. Sin embargo, en los licores de mala muerte (esos que con diez soles compras dos botellas, una gaseosa de litro y seis cigarros… y, a veces, te queda vuelto), el metanol no es eliminado adecuadamente. Los barriles de madera también tienen amilopectina que pueden generar metanol. Por eso, no es recomendable fermentar bebidas ahí, sólo añejarlas.
El alcohol, que sigue recorriendo mi sangre a la espera de ser degradado, provoca cambios en la concentración de citoquinas, unas pequeñas proteínas liberadas por las células para afectar a otras células, entre ellas, las del sistema inmunológico. Se ha observado que el incremento de las citoquinas IL-10, IL-12 e IFN-γ provoca efectos similares a la resaca como la fatiga y pérdida de memoria. Y, precisamente, el alcohol produce que estas citoquininas aumenten su concentración en nuestro cuerpo.
Son las tres de la mañana, siento mucha sed y, a su vez, ganas de orinar. Puede que el alcohol ya se ha degradado por completo, pero el acetaldehído aún no lo hace. Recién siento los efectos de la resaca.
Son las 7:00 de la mañana, es lunes y hay que ir a trabajar. Después de prometer no volver a tomar los domingos, me ducho. Por más que por ahí leas remedios caseros para la resaca, ¡ninguno sirve! Tampoco la medicina moderna ha logrado encontrar una cura porque aún no se entiende bien la fisiología de la resaca.
Lo que sabemos es que la resaca es una respuesta compleja de nuestro organismo a distintas sustancias químicas que se van generando con el paso de las horas después de beber. Cada una con un efecto distintivo que sumado a los otros hace que te sientas muy mal… y eso que todavía no llega la depre pos resaca.
¡Feliz año!
Este post ha sido inspirado por esta infografía de Compound Interest.
Referencia:
Verster et al. Current Drug Abuse Reviews 3(2):116-26. DOI: 10.2174/1874473711003020116 | Vía ResearchGate.