Imitación agresiva
La angustia se podía percibir en el hormiguero. Una obrera halló varias larvas muertas dentro de la cámara de cría. Y no solo eso. Parecían haber sido víctimas de lo que los humanos llaman ‘vampiros’. Los cadáveres tenían un orificio por donde algo les había succionado toda su hemolinfa (la sangre de los artrópodos).
¿Cómo pudo ocurrir esto si la cámara de cría —la guardería de las hormigas— es uno de los lugares más custodiados del hormiguero?
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Durante las frías mañanas de otoño e invierno, las hormigas obreras del género Tetramorium se dedican a ordeñar. Usan sus antenas para dar masajes en el ano a unos pulgones llamados Paracletus cimiciformis. Estos, como respuesta —o agradecimiento—, secretan una deliciosa melaza que sirve de alimento para las hormigas. Los pulgones son sus vacas lecheras, por lo tanto, deben cuidarlos y mantener alejados a sus depredadores. Es una hermosa relación mutualista —ambos se benefician.
Los pulgones tienen uno de los ciclos de vida más extraños del mundo natural, especialmente, P. cimiciformis.
Todo empieza en las hojas de la cornicabra —un pequeño árbol del Mediterráneo occidental— al iniciar la primavera. Todas las larvas que salen de los huevos son hembras. Al llegar a la edad adulta, se reproducen sin necesidad de machos —por partenogénesis— pariendo puras hembras. Antes de terminar el verano, la última camada de hembras desarrolla alas y migra hacia las raíces de diferentes especies de gramíneas. Otra vez empiezan a parir puras hembras sin alas, pero estas pueden adquirir dos formas muy diferentes: una redonda y verde, y otra plana y blanquecina. Ellas son las que proveen de melaza a las hormigas. Al llegar el siguiente verano, desarrollan alas y vuelven a migrar hacia las hojas de cornicabra donde paren pulgones machos y hembras, lo cuales se reproducen y ponen los huevos que inician todo el ciclo nuevamente.
Esta es una representación ‘muy simple’ del ciclo de vida de este pulgón:
Un grupo de investigadores europeos, liderados por Adrián Salazar de la Universitat de València, han observado un comportamiento nunca antes visto en estos animalitos. Los pulgones de forma plana son cargados por las hormigas y llevados hacia sus nidos. Una vez adentro, otras hormigas se acercan y empiezan a lamerlos como si fueran chupetines de fresa. Luego, son transportados a la cámara de cría y depositados junto a las larvas recién nacidas, como si fueran una de ellas. De pronto, los pulgones despiertan y manosean a sus compañeras de guardería. Sacan su enorme estilete que tienen por boca y lo introducen a toda larva que se atraviese en su camino. Sin piedad, les succionan toda la hemolinfa ¡Identificamos a los infanticidas!
Este video muestra como ocurre todo este proceso:
Salazar y sus colaboradores se preguntaban ¿por qué las hormigas hacían esto? ¿Por qué llevaban al asesino a su casa?
Las hormigas pasan la mayor parte de su vida bajo tierra. Su visión no es buena. Son sus antenas las que les proporcionan toda la información sobre el mundo que las rodea. La hipótesis era que los pulgones, de alguna manera, lograban engañar a las hormigas haciéndolas creer que eran sus larvas.
Al analizar la composición química de la cutícula de los pulgones planos se dieron con la sorpresa que habían unos hidrocarburos similares a los que estaban presentes en la cutícula de las larvas. Es decir, usaban casi el mismo perfume. Esto confundía a las hormigas.
Es la primera vez que los científicos observan dos estrategias evolutivas opuestas dentro de la misma especie. Es posible que este comportamiento agresivo del pulgón finalmente beneficie también a las hormigas, pues, si está bien alimentado, tendrá más chances de reproducirse y fabricar más melaza para otras hormigas. Es una suposición. Aún queda por investigar las verdaderas implicancias de esta estrategia, a primera vista, antagonista.
Referencia:
Salazar, A et al. Aggressive mimicry coexists with mutualism in an aphid PNAS (2015) doi: 10.1073/pnas.1414061112