LURIN: Valle Verde y Pampa Verde
En los tiempos recientes de pandemia, Lima -más que cualquier otra gran ciudad del planeta- sufre las consecuencias de su poca resiliencia por ese 70% de informalidad que vive al margen de las normas del Estado. Paradójicamente en los últimos días, la ciudad viene siendo amenazada aún más por las propias normas propuestas por el Estado. Por un lado una infame nueva “formalización de las invasiones recientes” fomenta un futuro con más especulación por las mafias de traficantes de tierras que rodean la ciudad, y por otro la Municipalidad Metropolitana de Lima, en contra de todo sentido técnico (forzando honrosas renuncias de muy buenos funcionarios a cargo del nuevo Plan Metropolitano) está proponiendo urbanizar las últimas hectáreas agrícolas que le quedan a la metrópoli, para incorporarlas a la ciudad so pretexto de la necesidad de generar más suelo.
Valle Verde
Suelo en su acepción agrícola es una capa delgada de minerales, materia orgánica, diminutos organismos, aire y agua. Eso permite la fertilidad que posibilitan los cultivos para nuestra alimentación. Para crear un centímetro de suelo se necesitan cientos de años. A lo largo de milenios, el río Lurín y luego siglos de esforzado trabajo de los antiguos limeños, se lograron generar miles de hectáreas de suelo agrícola en el desértico valle original. Lo mismo que sucedió en el valle del Rímac, pero allí en 100 años le cambiamos la acepción a Suelo Urbano: terrenos para ser construidos. En los años 1920s, cuando empezó dicho proceso, los recursos parecían infinitos y no había conciencia del valor del área agrícola para la sostenibilidad alimenticia o climática. Pero ya en 1965, cuando el arq. Fernando Belaunde, como Presidente de la República, promovió el Plan de Desarrollo Metropolitano de Lima, se proyectó un futuro hacia el 2000 donde se estimó que para albergar a los 9 millones de habitantes proyectados, la ciudad terminaría de crecer en todo el valle del Rimac hasta Vitarte y Zárate, y por el norte y sur debería saltarse los valles del Chillón y Lurín conservando sus áreas de cultivo. Para albergar al resto de la población se pensaban construir ciudades satélites en las pampas de Ancón y de Lurín, irrigadas por el tratamiento de los desagües. Los pronósticos de población se dieron y aunque el valle del Chillón terminó urbanizado, mal que bien, el de Lurín se ha podido mantener verde. Hasta que…
La actual administración municipal busca ahora generar una muralla de edificios de alta densidad (con “beneficios inmobiliarios a cambio de Edificaciones Sostenibles”) y en plenos humedales entre la carretera y el mar, mientras que de la carretera hacia adentro del valle busca que se urbanice con centro comerciales y edificios de viviendas de hasta 7 pisos. Esto además descontextualiza enormemente al oráculo más importante del mundo andino (el Santuario de Pachacamac) donde se han invertido recientemente millones para construir el Museo Nacional.
Es cierto que el crecimiento de laciudad demanda nuevo suelo para urbanizar, pero no a toda costa. Sobretodo considerando que inmediatamente al Sur del valle, si se tiene ese suelo: la Pampa de Lurín.
Pampa Verde
En las pampas que van desde Lurín hasta Santa María, de la carretera Panamericana a las frágiles lomas en los cerros (que debemos proteger) hay más de 14,000 hectáreas que esperan hace 50 años ser el suelo prometido para la expansión de Lima (lamentablemente en la espera ya no le queda suelo al Estado, todo se privatizó). Ya se construyó allí la más grande Planta de Tratamiento de Aguas Residuales del Perú: la PTAR San Bartolo del Proyecto MESIAS, que da el tratamiento de aguas servidas del Sur de Lima Metropolitana, pero en lugar de ser una fuente de agua para riego, uso industrial y agrícola como fue diseñada, desde el 2007 manda absurdamente esas aguas tratadas al mar. Además de la Panamericana, ese espacio está proyectado para conectarse con el resto de Lima por la amplia Autopista Periurbana al pie de los cerros y también por medios de transporte masivo como la prolongación de la Linea 1 del Metro desde Villa el Salvador hasta la Av. Industriales (cerca a la PTAR) y el promocionado Tren de Cercanías con una estación pensada a la altura de la playa Arica. Un desarrollo urbano exitoso en las pampas de Lurín, puede aún salvar al valle verde vecino de la presión inmobiliaria… tal como se pretendió al planificar Lima en los ’60.
Proponemos que la pampa de Lurín no deba limitarse a sólo sumar más hectáreas de uso industrial de las que ya tiene planeadas, sino aprovechar la oportunidad de irrigar ese desierto y alojar múltiples usos urbanos para aportarle a la Lima del futuro un nuevo núcleo mixto, equilibrado, conectado y relacionado con su entorno natural de lomas y quebradas frente al mar.
En Lurín, el Valle debe mantenerse verde como área agrícola, recreativa y de reserva paisajística. En Lurín, la pampa puede ponerse verde con las aguas tratadas para ser un nuevo centro de la Lima Sur futura.
Manuel de Rivero
César Becerra - Director de la AEA
Fernando Puente Arnao