Más allá de Ales y Lagers
Seguramente esta nota provocará levantamientos de ceja en más de uno de los wine lovers. Seguramente yo haría lo mismo si no hubiera experimentado y vivido tan intensamente un recorrido por algunas de las bodegas cerveceras más emblemáticas de Europa, especialmente de Bélgica. Esta es mi afirmación: la cerveza tiene una inmensa variedad que puede ser tan amplia e infinita como la del vino.
En los últimos meses he alimentado mi cultura de barra desde la perspectiva de la cerveza en 3 países del viejo mundo: Inglaterra, Bélgica y Holanda. He descubierto e iniciado mi aprendizaje del universo que existe sobre y alrededor de este histórico brebaje que comparte con el vino su estadía en la familia de las bebidas fermentadas.
Existen estilos y categorías que están clasificadas de acuerdo al método de producción y elaboración, pero en mi efervescente caminar encontré otra división. Es aquella que utilizan los consumidores, los beer lovers, los que cotidianamente se sientan a gozar de un buen vaso de cerveza, solos o en compañía, con o sin comida, solo por el mero hecho de disfrutarla.
Quisiera insistir que esta división es producto de lo que he escuchado y experimentado, no obedece a una clasificación profesional o especializada. Es posible no se encuentre referencias en libros o publicaciones sobre cerveza pero su sencillez y práctica tan simple para asimilar, me anima a compartirla con ustedes. Aquí vamos.
Cervezas para la sed
No necesitan más presentación verdad? Y está clarísimo su propósito. Son aquellas, en su mayoría del tipo lager, las populares “rubias”. Ligeras, livianas, fáciles, super frescas, punto justo de amargor. Su persistencia en el paladar es efímera porque no se necesita más. Suelen servirse entre 3 a 5 grados de temperatura como máximo. Su objetivo es refrescar, calmar la sed, quizás según la costumbre y el paladar, pueden ser el aperitivo ideal, como la famosa “caña” de España, además de su nivel de alcohol que no pasa el 4%.
Nuestro mercado está muy acostumbrado a ellas. Seguro se han dado cuenta que es imposible tomarlas de sorbo en sorbo. Mínimo tres seguidos, de lo contrario no cumplirían su propósito. Será que de allí nació la costumbre: “seco y volteado, al estilo del Callao”? ustedes me dirán.
Cervezas sabrosas
Subimos unos escalones en el sabor y en el grado alcohólico que va entre los 6 o 7 grados pero que marcan la diferencia, aunque ojo, a veces no se sienta, o mejor dicho sí cuando luego de 3 vasos quieren pararse y sienten los efectos. Tienen un poco más de cuerpo, su permanencia en la boca es más prolongada y ofrecen algunos matices distintos más allá del clásico “bitter”.
Los “brewmasters” o maestros cerveceros suelen usar más de un tipo de lúpulo y además agregan algunas especias u otros granos como trigo o arroz para darle esos toques diferentes. Entre los ingredientes más frecuentes y utilizados están las semillas de culantro (cilantro, coriandro) y cáscara de naranja que imprimen sus sabores de manera especial.
Podría incluir las llamadas “frutadas”, también las kriek, generalmente de menor grado alcohólico, hoy están muy de moda en Europa y se suelen beber en copas grandes con hielo.
Me atrevería a decir que estas cervezas son compañeras de la buena mesa y con ellas se pueden experimentar simpáticos maridajes.
Cervezas complejas
Otro level. Diría que son cervezas para pensar, necesitan tomarse lentamente, a pequeños sorbos, darles su tiempo para identificar su diversidad de aromas, sabores y sensaciones por ello se sirven a 8 o 10 grados de temperatura. Algunas pueden tener muchos años, incluso si están debidamente conservadas, se pueden experimentar catas verticales. También están aquellas que han sido añejadas o criadas en barricas o toneles que antes han acogido vino tinto o jerez.
La graduación alcohólica es más alta, 8, 10 o 12 grados. Algunas de ellas tienen doble fermentación, la segunda se realiza en la misma botella que en algunos casos es similar a la de los vinos espumantes. Suelen ser de mayor precio y es Bélgica quien lidera la mayor diversidad en la producción, específicamente en las denominadas “trapistas”.
Aún falta tanto para aprender y probar, aprovechar la vorágine de cerveza artesanal que estamos viviendo en Perú y seguir compartiendo en este y otros espacios dedicados al buen beber. Espero sus comentarios y datos, prometo ir contándoles los míos.